Opinión

Las causalidades en Economía

Para mí, la Economía es una ciencia social. Para algunos es social, aunque no es ciencia. Y para otros la Economía es ciencia y no recuerdan que es social. Hay

  • Paul Romer

Para mí, la Economía es una ciencia social. Para algunos es social, aunque no es ciencia. Y para otros la Economía es ciencia y no recuerdan que es social. Hay opiniones para todos los gustos y colores infinitos. Pero lo que sí es cierto es que, aunque algunos piensen que sea ciencia o no, la Economía ha dado respuesta a muchas preguntas que la sociedad demanda. Sin duda muchas. Que haya conseguido tal logro es para muchos algo desconocido, en particular entre aquellos que creen que los economistas solo se dedican a proyectar el presente y a hacer de pitonisas o entre aquellos que creen que la Economía no es nada más que una extensión de la filosofía.

Toda crítica que pretenda cambiar los cimientos de la Economía debe ser necesariamente inmanente, es decir, crecer desde dentro, desde quienes conocen y participan del sistema. En términos hegelianos, alcanzar el conocimiento exige una dialéctica interna de la consciencia que lleve a un camino doloroso para descubrir la verdad, si es que esto fuera posible. Sin embargo, en Economía, es muy habitual que quienes critican el quehacer de los que hacen economía no la conozcan adecuadamente, ya que por el propio carácter de las críticas, se observa que los fundamentos de las mismas no se adecúan a la realidad. Muchos críticos la creen fallida argumentando, por ejemplo, que no se acertó a predecir la crisis o que, otra habitual, el aparataje en el que se basa la economía actual se fundamenta en los llamados modelos neoclásicos. Esto demuestra que el mayor problema de quienes critican a la Economía es que no la terminan de conocer. Y esa crítica, trascendente, ajena, exterior, no puede hacer daño, en tanto que no conocen qué cambiar. Así, mucho más potente son las observaciones de economistas como Paul Romer, un insider, que conoce a la perfección los problemas de la Ciencia Económica que la de otros que demuestran a las claras andar perdidos en su discurso crítico.

Pero no sé qué es peor, si criticar sin conocer, o tratar de descubrir “la verdad” sin establecer un método ordenado y riguroso para ello. A ver, que sé que en conversaciones de redes sociales o en artículos escritos a altas horas de la madrugada uno puede cometer todos los pecados que señala en alma ajena. En estas situaciones uno relaja los criterios y se vuelve liviano, prevalece explicar Economía con fluidez, con palabras que generen atención y causen sensación. Se busca explicar ideas, pero sin necesidad de montar una caseta para una sola manzanilla. Todos hemos cometido dicho pecado. Pero lo que no debe aceptarse es hacer afirmaciones a la galería sin respetar ni al sujeto ni al predicado y, sobre todo, a la relación que se establecen entre ellos para crear una proposición. Insinuar que gracias a la bajada del IRPF por Cristóbal Montoro los ingresos por este tributo se incrementaron en un 6,5% exige, cuando menos, un Trabajo Fin de Máster y de los buenos. Exige muchas semanas de trabajo y mucha econometría, por no decir que exige de un modelo de tu economía que te ayude a manejar de un modo ordenado las ideas, las relaciones causales. Necesitas un mapa y un coche que te lleven sin perderte. O bien citamos un trabajo donde se haya hecho este ejercicio, donde se demuestre que esta bajada generó ese aumento de ingresos, o bien mejor no hacer tales afirmaciones. Y es que, aunque puedan existir trabajos que afirmen que reducir tipos eleva ingresos -los hay muy sólidos que afirman lo contrario-, hay que sumar que se obvian muchas otras causas que pueden haber elevado igualmente las rentas y, por ello, los ingresos fiscales. ¿No pudo ser la política monetaria la causante de tal subida? ¿O la mejora del empleo? ¿Y la confianza de las familias? ¿O el aumento de las exportaciones? ¿El desatasco en el crédito? ¿O…?

Hacer economía sin modelos y sin econometría no es posible. Aunque sugerente, siempre es necesario poder contrastar las hipótesis y poder rechazarlas. Si no existe esta posibilidad, las afirmaciones son gratuitas y ajenas a toda comprobación, lo que las hacen no científicas. Como ejemplo de un trabajo realizado con las premisas del método puedo citar el publicado recientemente por el Banco de Canadá sobre los efectos de la expansión cuantitativa, o QE por sus siglas en inglés. Déjeme que les ponga traducido su resumen, que luego comentaré:

“Este documento estima un modelo dinámico de equilibrio general estocástico de una economía abierta con técnicas bayesianas para analizar los efectos macroeconómicos del programa de flexibilización cuantitativa (QE) del Banco Central Europeo (BCE). Utilizando datos sobre deuda pública y sus rendimientos a través de los diferentes vencimientos, identificamos el parámetro que determina el ajuste de cartera en el sector privado. La descomposición del shock sugiere una contribución positiva de la QE del BCE al crecimiento anual de la producción de la zona del euro y la inflación en 2015-16 de hasta 0,3 y 0,6 puntos porcentuales (pp) en la versión linealizada del modelo. Permitir que exista una restricción de tipos cero y mediante el uso de técnicas de solución lineal aumenta el impacto positivo hasta 0,7 y 0,8 pp”.

Después, seguramente de meses de trabajo, los autores hablan de “sugerir”. Y lo hacen porque, al exponer los caminos que les llevan a sus conclusiones saben muy bien, como así es, que cualquiera puede encontrar un resquicio que tumbe su afirmación"

Es posible que les suene a arameo, o algo que se le acerque, pero lo que cuentan en el resumen es cómo hacen esta estimación y qué obtienen. Según este trabajo, mediante unas técnicas que se trabajan intensamente en los estudios de doctorado, unos economistas del Banco de Canadá estiman lo que ellos creen es el efecto de la política monetaria en la zona euro entre 2015 y 2016. Fíjense en la palabra en negrita del resumen: sugiere. Después, seguramente de meses de trabajo con modelos y estimaciones, los autores hablan de “sugerir”. Tal debe ser. Y lo hacen porque, al exponer los caminos que les llevan a sus conclusiones saben muy bien, como así es, que cualquiera puede encontrar un resquicio que tumbe su afirmación. Este es el método.

Las causalidades en economía son complejas de establecer e incluso entre quienes manejan técnicas complejas para poder encontrarlas, tratando en muchas ocasiones de rebajar la seguridad utilizando un lenguaje que proyecta provisionalidad. Pero es así como debemos hacer las cosas. Es cierto que usamos muchas veces afirmaciones categóricas, pero cuando menos, mejor si nos basamos en ejercicios o en evidencia que en mayor o menor medida apunten siempre en la misma dirección. Lo que debemos criticar es hacer construcciones con naipes y contar que lo logrado tiene la solidez de una construcción de roca. Si mañana se publica un trabajo que, haciendo un ejercicio desnudo, expuesto, al aire, que pueda ser criticado y refutado, me dice que la bajada del IRPF que hizo Montoro elevó los ingresos, él solito, en un 6,5% dado todo lo demás, yo, el primero, lo aplaudiré.

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