Opinión

Cazar un unicornio

Sí, lo siento, pero Occidente es la Civilización. Ya escucho el clamor de los despreciadores de sí mismos y de las legiones de acomplejados, pero somos la Civilización

  • Izquierda francesa celebrando elecciones

Hoy las televisiones, y los periódicos, etcétera, se ocupan de Francia. Montañas de cháchara. Toda esa cháchara, la mía en primer lugar, es inútil. Bueno, no totalmente inútil porque cobramos por ella. Lo que convierte en cháchara inútil los análisis, comentarios, artículos, reportajes y desvaríos tertulianos varios sobre los resultados de las elecciones en Francia, es que conciernen a una sociedad condenada. El único tema útil, es cómo se detiene la islamización de Francia, pero de eso no se habla. Mucho miedo. Mucho chantaje izquierdista: que si islamofobia, que si racismo. La jugada de Macron ha sido un fracaso. ¿El centro? Antes cazarán un unicornio. Las elecciones han ampliado la esfera de poder e influencia de la extrema izquierda antisemita, comunista e islamista. Comunista e islamista. Es difícil imaginar una combinación más desafortunada. El partido de esa gentuza, es el más votado.

Quiero decir que para Francia hubiera sido mejor, a pesar de sus estupideces, un triunfo de la derecha que un ascenso y posible gobierno del comunista, antisemita e islamista Mélenchon y sus hordas

Hoy Francia, después de la ocurrencia de Macron, se halla en una situación mucho peor que antes de la frívola ocurrencia de Macron. Un gobierno de extrema derecha (y hasta una dictadura de extrema derecha) es siempre mejor que un gobierno o una dictadura de extrema izquierda. Comparen a Batista o Pinochet con los Castro, los Ortega o  los Chávez y Maduro. Unos y otros antidemocráticos, ladrones y asesinos, cierto. Pero. Ojo a la longevidad. Las dictaduras de derecha terminan antes, y en ocasiones se les puede derrotar recurriendo a las armas, la movilización popular, o incluso ellas renuncian al poder, llamando a un plebiscito. Esto nunca puede esperarse de una dictadura de izquierdas. Que tienden a la eternidad, véase los Castro, sesenta y cuatro años al mando, y contando. Quiero decir que para Francia hubiera sido mejor, a pesar de sus estupideces, un triunfo de la derecha que un ascenso y posible gobierno del comunista, antisemita e islamista Mélenchon y sus hordas.

Todos saben, lo he dicho repetidamente, que soy partidario del mestizaje. Pero. El saludable mestizaje, todos somos a fin de cuentas una mezcla de diferentes monitos, no funciona cuando se trata de musulmanes primero musulmanes. Es un matiz crucial. Los musulmanes no practicantes no son un problema, ni lo son los musulmanes primero franceses, ingleses o españoles y después musulmanes. Los musulmanes primero, antes que ciudadanos, son como los vascos primero vascos o los catalanes primero catalanes (pero mucho peor, porque los musulmanes son muchos millones y su fanatismo religioso es más radical que el fanatismo racista identitario); no pretenden ser parte del país que, generosamente, los acoge. Se niegan a civilizarse. Sí, lo siento, pero Occidente es la Civilización. Ya escucho el clamor de los despreciadores de sí mismos y de las legiones de acomplejados, pero somos la Civilización.

Lo musulmanes primero musulmanes pretenden convertir el país que los acoge, en  basureros teocráticos idénticos a aquellos de los que provienen. El objetivo de esta tribu musulmana primero, es destruir el organismo huésped que parasitan y gracias al cual prosperan y se reproducen, Francia, en el caso que nos ocupa, así como las tribus identitarias españolas pretenden destruir España, su organismo huésped. 

Londres, ciudad islamizada

Los musulmanes primero musulmanes (los vemos imponiendo sus rezos en las calles y plazas de Europa) eligen vivir en guetos y en colocar la religión por encima de la ciudadanía y de los valores occidentales. No sólo Francia, toda Europa se ha llenado de guetos gracias a las suicidas políticas europeas de inmigración masiva e incontrolada. Los habitantes de esos guetos crean espacios que reproducen, ambiental, social y religiosamente, los lugares de los que escaparon por los motivos que sean. Llegados a Europa, por millones, sus niveles de natalidad superan ampliamente al de los nativos europeos. Numerosos estudios indican que en 2050 Europa albergará a 75 millones de musulmanes. Una Europa islamista (una religión contraria a la civilización occidental y a los valores europeos), ya no será Europa. Quiero decir, que nuestra cháchara sobre el resultado de las elecciones francesas es eso, cháchara. La solución sería impedir la migración (o invasión) musulmana, pero no hay valor para hacerlo. Las señales están ahí, y no verlas es tremendamente torpe y suicida.  Londres es ya una ciudad islamizada en la que se pide abiertamente la aplicación de la sharía, ley islámica, que se caracteriza por su misoginia, su imbecilidad, su crueldad y su salvajismo. ¡Londres! Qué horror.    

No tiene, como digo, ningún sentido especular, aunque seguiremos haciéndolo, faltaría más, sobre lo que pasará en Francia. Seguiremos tratando de cazar el unicornio. La Francia de Rabelais, Montaigne y Léautaud, es un territorio en vías de colonización religiosa. Todo lo que no sea hablar de esa colonización religiosa y de cómo combatirla, si no es ya demasiado tarde, carece de sentido.

Colonización religiosa, repito. No se trata de sirios, afganos, marroquíes, argelinos, senegaleses o nigerianos. No se trata de que sean negros, carmelitas o del color que sean. Se trata de la religión que muchos de ellos comparten. El problema no es de qué color son, aunque todos somos un poco racistas, como la ciencia ha demostrado, sino de una religión imperialista, que ya es la segunda de Francia, cuyos practicantes proclaman su intención, por mandato divino, de someter Europa, sus valores y costumbres civilizadas, a un dios misógino, violento, machista, homófobo, primitivo y enemigo de la libertad. 

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