Opinión

Diez años de desigualdad salarial

Los salarios son una parte muy relevante de los ingresos familiares y estos no necesariamente justifican la desigualdad de la riqueza, pero es lógico que sí están relacionados

  • Billetes de euro -

Cuando hablamos de desigualdad hay que especificar de qué dimensión de la misma estamos hablando. Hay una desigualdad de riqueza, que mide las diferencias entre las familias en función de lo que poseen. Hay una desigualdad de ingresos, que mide las diferencias entre las familias en función de lo que ganan, y hay otras desigualdades que merecen la pena analizarse, pues puede influir en las otras dimensiones así como en las anteriores.

Cuando medimos la desigualdad de ingresos es inevitable hablar de la desigualdad salarial. Como pueden deducir por lo anterior, esta es una parte específica de la desigualdad entre familias. Los salarios son una parte muy relevante de los ingresos familiares y estos no necesariamente justifican la desigualdad de la riqueza, pero es lógico que sí están relacionados. Además, los salarios son una parte sustancial de los ingresos de las familias españolas, por lo que el estudio de la desigualdad en esta variable se justifica porque es el punto de partida para el análisis en las otras dimensiones de desigualdad, como en educación o salud, por ejemplo.

En un trabajo publicado en este mes pasado por el Observatorio Social de la Fundació La Caixa, varios autores han analizado diferentes dimensiones de la desigualdad en España. Este trabajo, magníficamente coordinado por Luis Ayala, presenta diversos estudios en profundidad sobre esta cuestión en España. Así, el informe centró su objetivo en comprender y estudiar buena parte de las posibles dimensiones de la misma, varias adelantadas en los párrafos anteriores así como en muchas otras como pueden ser la desigualdad en el empleo, la desigualdad en el acceso a la vivienda o la desigualdad fiscal entre otras. La radiografía que realiza el informe es muy completa, convirtiéndose este estudio en un referente si lo que se quiere es entender por y cómo se generan las desigualdades en nuestro país y cuál ha sido su evolución.

Dicho aumento fue debido, a su vez, al aumento de los contratos temporales y, sobre todo, de contratos a tiempo parcial entre aquellas personas trabajadoras con menores salarios

Es en uno de sus capítulos donde radiografío la evolución de la desigualdad salarial en España entre 2010 y 2018. La elección de estos dos años tiene una razón muy clara: tenemos encuestas de estructura salarial para ambos años, además de 2014; base de datos idónea para este análisis en profundidad. Además, 2010 y 2018 enmarcan y delimitan un período concreto y particular de la evolución reciente de la economía española (Gran Recesión y pre-pandemia) con claras consecuencias en el mercado de trabajo y por ende en los salarios. Para periodos anteriores hay otros trabajos, por lo que este vendría a cubrir un periodo más reciente.

Así, en primer lugar, lo que se observa es que la desigualdad salarial en términos absolutos (en euros) en España aumentó desde el inicio de la Gran Recesión hasta 2018. Este aumento se concentró especialmente en la segunda mitad del periodo, aunque algunos indicadores hablan de un leve aumento también en el primero. Dicho aumento fue debido, a su vez, al aumento de los contratos temporales y, sobre todo, de contratos a tiempo parcial entre aquellas personas trabajadoras con menores salarios. En otras palabras, lo que se observa es que los ocupados asalariados con menores salarios experimentaron una reducción en sus horas totales anuales de trabajo después de la Gran Recesión, mientras no se observan cambios tan significativos en la remuneración por hora. En consecuencia, la reducción relativa de los salarios medios entre aquellos que ganaban menos comparado con los que ganaban más no fue debido a un “recorte salarial” como a un menor número de horas trabajadas. A modo de titular podríamos decir, por lo tanto, que buena parte del aumento en las diferencias salariales durante la pasada década fue motivada por una caída en la “intensidad laboral” entre los que menos ganaban.

Así pues, el principal resultado del trabajo es que la alta temporalidad y, en particular, el avance de la parcialidad y de los contratos de muy corta duración es la desigualdad salarial en España. Además, este factor explicaría también, en buena parte, no sólo este aumento, sino que la desigualdad salarial española escalara posiciones en el ranking conformado por los países de la Unión Europea.

Este aumento de la desigualdad es paralelo al aumento en la desigualdad salarial entre trabajadores jóvenes y mayores, que igualmente se incrementó entre 2010 y 2018

Como derivadas del anterior resultado se encuentran otros igualmente interesantes. Por ejemplo, y en primer lugar, este aumento de la desigualdad es paralelo al aumento en la desigualdad salarial entre trabajadores jóvenes y mayores, que igualmente se incrementó entre 2010 y 2018. Mientras que las personas trabajadoras mayores de 30 años experimentaron aumentos de su salario medio bruto mensual en un 1,5%, las menores de 30 años experimentaron una caída de un 8,1%.

Otros resultados encontrados en los datos cuentan historias interesantes cuya música nos suena. Así, y en segundo lugar, se observa en los resultados que mientras el cambio tecnológico incrementó la polarización de salarios en el mercado laboral durante este periodo (y por ello la desigualdad), la formación lo mitigó.

En tercer lugar, y simulando datos de salarios con el uso de la encuesta de estructura salarial y de la EPA para 2020 se observa que la covid-19 no parece haber generado un gran aumento de la desigualdad salarial. La explicación a este hecho podría deberse a la suma de dos tendencias contrarias que en buena parte se compensaron. Por un lado, los ERTEs habrían elevado la desigualdad. Por el otro, y paradójicamente, el aumento del desempleo la habría reducido al expulsar del mercado de trabajo principalmente a aquellos con menores salarios. Respecto a los ERTEs la explicación es que, aunque estos trabajadores permanecieron como ocupados asalariados y por ello recibían una renta “laboral”, esta era de cuantía media inferior a su salario previo, lo que justificaría que los ERTEs elevaran la desigualdad salarial a cambio de una menor desigualdad de ingresos en el caso en el que estos mismos trabajadores hubiera ido directamente al desempleo.

En resumen, el informe pone números y resultados a lo que ya sospechamos con anterioridad. La estructura y diseño idiosincrásicos de nuestro mercado de trabajo, con una precariedad laboral que creció durante la última década motivado por el avance de los empleos de baja intensidad laboral (menos horas anuales) causó un aumento de la desigualdad salarial y, por ello, de ingresos durante la década previa a la pandemia. Es el motivo por el que cualquier actuación tendente a revertir este proceso de precarización laboral tendrá efectos mucho más allá de la mera modificación de algunos parámetros laborales. Reformas que atenúen la temporalidad y la parcialidad no voluntaria, eleven la conciliación laboral, eleven la formación en un entorno de cambio tecnológico, y mejore, en definitiva, la dotación de habilidades de las personas ocupadas logrará inmunizarlos de posibles aumentos futuro de la desigualdad.

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