Se armó la semana pasada un escándalo considerable a cuenta de USAID, la agencia estadounidense para el desarrollo, una entidad bien conocida en todo el tercer mundo. Su presencia es ubicua en lugares como África o Hispanoamérica. Allí despliega una serie de programas dirigidos a la ayuda al desarrollo o, en el caso de que se haya producido un desastre natural, realiza labores de auxilio de las víctimas. Pues bien, Trump ordenó, mediante una orden ejecutiva, que la agencia, que depende del Gobierno pero se administra de forma independiente, pase a depender de la secretaría de Estado.
La USAID fue fundada en 1961 por deseo de John F. Kennedy para organizar la ayuda al desarrollo, que hasta aquel momento dependía de distintas agencias. La USAID pasó a concentrar todos los programas federales de ayuda que antes deben ser autorizados por el Congreso. Depende formalmente de la Casa Blanca, pero sin el Congreso no podría funcionar ya que de ahí le viene la aprobación de los fondos para que puedan hacer su trabajo. Dentro del Gobierno funcionaba de forma muy autónoma, pero realmente dependía del secretario de Estado, aunque todos los proyectos los supervisa antes el consejo de seguridad nacional que antes mira bien hacia donde va el dinero.
Lo que si puede hacer el Gobierno es congelar sus fondos o paralizar la agencia. Eso mismo es lo que acaba de suceder. El lío comenzó en pleno fin de semana con el anuncio de Trump de ponerlo bajo las órdenes de Marco Rubio o, mejor dicho, de integrar por completo la agencia en el organigrama de su departamento. Esto supone que el administrador de la agencia, que siempre lo ha nombrado el presidente con la confirmación del Senado, pasa a ser el secretario de Estado. Al llegar Trump al poder, el 20 de enero, fue cesada la administradora nombrada por Biden en 2021, una tal Samantha Power, que ya había sido embajadora de EEUU ante la ONU en el segundo mandato de Obama, una persona muy de la casa, de mucha confianza y de tendencia izquierdista dentro del partido Demócrata. Tras su cese, nombró a un tipo llamado Jason Gray que ya trabajaba en USAID como director de tecnologías de la información. A Gray le ha durado poco la dirección porque fue cesado sólo unos días después de su nombramiento y en su lugar colocó a Marco Rubio.
En principio no parece nada especialmente polémico. Una agencia federal a la que practican un ligero ajuste en su organigrama. Pero, tras el anuncio de Trump, se metió Elon Musk en el asunto y lo hizo como hace este hombre las cosas, como un elefante en una cacharrería armando un ruido espantoso. El lunes Musk en su calidad de director del Departamento de Eficiencia Gubernamental, el DOGE, dijo que habían puesto sus ojos en USAID y que eso era un desastre. ¿Cómo lo sabía? Porque había enviado a unos auditores a su oficina en Washington y allí obtuvieron mucha información. A raíz de eso dos directivos de la agencia fueron relevados inmediatamente y empezó el circo.
Musk vino a decir que USAID era una calamidad pagada por el contribuyente y que había que cerrarla. Valiéndose de su cuenta en X y del impacto y el alcance que tiene (215 millones de seguidores) dijo, entre otras lindezas, que USAID es una “organización criminal”, “un cesto lleno de gusanos sin ninguna manzana” y un “nido de víboras marxistas radicales”. Si dijo todo eso fue porque tenía el consentimiento de la Casa Blanca. Se entiende que también le autorizaron la auditoría exprés y el cese de dos directivos. La cuestión es que la bravata no se quedó en X. Un correo electrónico enviado al personal de USAID el lunes por la mañana decía que “la dirección de la agencia” había tomado la decisión de cerrar la sede. El correo apuntaba que las respuestas debían dirigirse a una dirección de correo electrónico que está asociada con Gavin Kliger, cuyo perfil de LinkedIn lo identifica como asesor especial del director de la Oficina de Gestión de Personal de la Casa Blanca y actualmente trabaja para DOGE.
Supimos entonces que la agencia ha destinado millón y medio de dólares a programas de diversidad en Serbia, 70.000 dólares para un musical igualitario en Irlanda, 47.000 dólares para una ópera trans en Colombia, 32.000 dólares para un cómic trans en Perú
El correo en cuestión decía lo siguiente:
“Por orden de la dirección de la Agencia, la sede de USAID en el edificio Ronald Reagan en Washington, DC, estará cerrada para el personal de la Agencia el lunes 3 de febrero de 2025”
El lunes por la tarde, fue la Casa Blanca la que habló mediante un comunicado de prensa. En la nota no se mencionaba cerrar la USAID, pero si detallaba una serie de proyectos como muestra del despilfarro de la agencia. La secretaria de prensa compareció ante los medios y mostró un informe en el que se podían ver algunos de los proyectos que ha financiado la agencia en los últimos tiempos. Supimos entonces que la agencia ha destinado millón y medio de dólares a programas de diversidad en Serbia, 70.000 dólares para un musical igualitario en Irlanda, 47.000 dólares para una ópera trans en Colombia, 32.000 dólares para un cómic trans en Perú y dos millones y medio para vehículos eléctricos en Vietnam.
Toda esta historia a Marco Rubio no le pilló en Washington, sino de visita en El Salvador. Desconocemos si él sabía lo que estaba haciendo Musk o, por el contrario, se encontró esto como un hecho consumado y se limitó a seguir la corriente. El tema es que, estando en El Salvador, Rubio dijo que preocupaba que los funcionarios de USAID no estuviesen dispuestos a cooperar con personas que les hacían preguntas simples como qué hace tal o cual programa, quiénes son los contratistas que prestan el servicio o quién recibe los fondos. Lo remató diciendo que hay muchas funciones de USAID que seguirán siendo parte de la política exterior estadounidense, pero tienen que estar alineadas con eso mismo, con la nueva política exterior estadounidense.
La nueva política exterior estadounidense es la que vaya determinando Trump como la anterior era la que determinaba Biden, así que nada cambia salvo que esta vez Trump parece que si quiere meter mano en estos programas de ayuda. USAID es gigantesco, es la agencia de ayuda al desarrollo más grande del mundo. Emplea a unas 10.000 personas y su presupuesto anual ronda entre los 40.000 y los 60.000 millones de dólares al año dependiendo del ejercicio y de las urgencias internacionales que haya. Si hay un terremoto o una inundación en Africa ese año gasta más porque el Congreso autoriza partidas de gasto nuevas, si no hay nada de eso gasta menos, pero rara vez destinan menos de 40.000 millones de dólares a la agencia. 40.000 millones de dólares es muchísimo dinero. Es, para que nos hagamos una idea, el PIB de un país pequeño del tercer mundo como Senegal o el propio Salvador. Ese dineral esencialmente se destina a mantener la estructura de funcionamiento (oficinas, gastos de personal, viajes, hoteles, etc.) y a programas concretos que previamente se tienen que detallar y presupuestar para conseguir la aprobación del Congreso. En principio no existe opacidad. Todo ha tenido que pasar el filtro del Congreso antes de ser aprobado y puede ser sometido a una auditoria interna de la administración. Los gastos que hicieron públicos constituyen una fracción del presupuesto, no llegan a 5 millones de 50.000.
Trump dijo que el jefe de DOGE estaba “haciendo un buen trabajo” y que había “reducido considerablemente los costes”, a lo que añadió que “locos radicales” están al mando de USAID
El problema fue la irrupción del DOGE de Elon Musk, que es un departamento nuevo cuyas competencias no están del todo bien delimitadas. Esto es lo que ha levantado tanta suspicacias y, habida cuenta del relieve mediático de Musk, hizo estallar el escándalo. El correo electrónico enviado por la gente de Musk a DOGE a primera hora del día indicaba que la agencia iba a cerrar y que el personal de la agencia debía trabajar de forma remota excepto los funcionarios con puestos esenciales que ya habían sido informados directamente.
Ese correo no tardó en ver la luz y, a raíz de esto, muchos empezaron a decir que realmente manda Musk, que ha formado un Gobierno en la sombra al margen del propio Trump que está mayor y no se entera de mucho. Eso obligó a salir al presidente, que horas antes, el domingo por la noche en la Base Andrews dio su apoyo a Musk. Dijo que el jefe de DOGE estaba “haciendo un buen trabajo” y que había “reducido considerablemente los costes”, a lo que añadió que “locos radicales” están al mando de USAID. Ya por la mañana del lunes, desde el despacho oval, dijo a preguntas de los periodistas que Musk sólo tiene acceso a despedir a personas que él cree que no son buenas, pero sólo si en la presidencia están de acuerdo con él, esto último lo repitió dos veces y añadió que “Elon no puede hacer y no hará nada sin nuestra aprobación. Le daremos la aprobación cuando sea apropiado; cuando no sea apropiado, no lo haremos. Él se limita a informar de lo que le preocupa”.
Musk reaccionó a eso diciendo que Trump lo revisó con él en detalle y que estaba de acuerdo con él con que USAID debería cerrarse. Fue ahí cuando recordó que el tema era grave, que cuanto más se metían en USAID más se daban cuenta de que eso no era una cesta de manzanas con algún gusano, sino una cesta de gusanos, pero sin manzana.
La cesta, con o sin gusanos, con o sin manzanas, está ahora en el tejado de Marco Rubio, que se encontraba de vuelta del El Salvador con un lío monumental en Washington porque los demócratas del Congreso habían amenazado con suspender todos los nombramientos del departamento de Estado a menos que USAID vuelva a funcionar. Rubio, a diferencia de Musk, es un político profesional, entró en política hace 25 años como diputado en la Cámara de Representantes de Florida y luego fue senador desde 2011. Sabe que el Congreso puede hacerle la vida imposible así que templó gaitas. Notificó al Congreso que tiene la intención de trabajar con el Congreso para reorganizar la Agencia, reorganizar, nada de cerrarla. Lo que pretende es consultar con el Congreso una serie de medidas para racionalizar el gasto de la agencia y alinear sus objetivos con los de la política exterior. Para ello nombró a Peter Marocco, director de la oficina de asistencia exterior del Departamento de Estado como administrador adjunto de la USAID. La revisión podría eliminar ciertos programas de ayuda y cerrar algunas misiones de las muchas que tiene la USAID repartidas por el mundo.
Programas para salvar vidas
Esto no hizo amainar la tempestad. Arreciaron las protestas de las organizaciones de ayuda humanitaria, que aseguran que eso compromete su trabajo y que tendrá consecuencias funestas en ciertos programas de los que depende la vida de mucha gente. El departamento de Estado emitió otra orden el martes en la que se eximía de la revisión a los “programas básicos para salvar vidas”, es decir, todos aquellos que involucran a servicios médicos y alimentación.
No queda claro el destino de otros programas, como los que promueven el desarrollo económico o los destinados a fortalecer el estado de derecho en otros países. Para los demócratas eso limita la autonomía de la agencia y eso, según ellos, es ilegal ya que sus estatutos fundacionales especifican que requiere de una ley del Congreso para para reorganizar sus operaciones o disolverla por completo. Se avecina batalla parlamentaria. Para los demócratas es todo un revulsivo que están aprovechando al máximo.
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Talleyrand
15/02/2025 08:52
50 millones en condones para Gaza… ayuda humanitaria. OSF uno de los “gestores “ del dinero con cientos de millones recibidos. La de Soros y Open Arms . Miles de medios de comunicación “subvencionados” por todo el mundo con la CÍA dirigiendo la manguera. 5 millones para la BBC….NYT 56 millones Todos los legacy media son engranajes movidos por el usaid. A ver si a España le estuvo cayendo la pedrea y no nos enteramos…o sale la próxima semana en x!
giledu
15/02/2025 12:50
Leñe. Pero si es que todas las instituciones que han ido tomando el progresismo por bandera se han vencido al camino de la corrupción. Porque la opacidad es una de sus características. Y cuando salen a la luz muchas de las partidas de las que se compone su presupuestos, se ve que en la mayoría de ellas es impensable el gasto correspondiente. Y encima, que corresponden a acciones que en nada aportan a los objetivos de la institución.
hay_va
... Hasta que se de cuenta que no tiene por qué ser así. Entonces podremos asustarlo de verdad. Alguno sabe como va la deuda de España? Alguno apuesta a que las carreteras A4, A6 serán de peaje (como Portugal?)?