Leyendo al gran Juan José Sebreli, cuya obra es de conocimiento imperativo, me entero de que el famoso fraile Las Casas, paladín de los llamados indios abusados por la colonización española, estuvo enamorado, o tuvo una relación homoerótica, no se sabe si consumada o no, con un joven esclavo indio que su padre le regaló. Cuando, por razones ajenas a su voluntad, fue separado forzosamente del objeto de su deseo, Las Casas se dedicó a buscar obsesivamente a su amado esclavo, durante años, en sus viajes por América. No sólo evangelizaba, también buscaba a su hermoso (imagino) indito.
Esto me he hecho pensar en la importancia del sexo y el erotismo en la Historia. Importancia que es enorme, y que ha sido descuidada por los expertos, hasta el punto de que urge, o eso me parece, escribir una Historia Genital de la Humanidad; quiero decir reescribir la historia del monito humano dando la importancia que merece la pasión sexual en el curso del devenir humano. Sospecho que el resultado sería no sólo más veraz y honesto, también más interesante.
Perón y Evita
Nos hablan los historiadores, es verdad, de Napoleón y Josefina (a la que el gran corso pedía que no se asease durante tres días antes de un encuentro sexual para “poder impregnarse así de su esencia”); o Marco Antonio y Cleopatra, pero siempre cubriendo el goce carnal con un velo novelesco y sentimental. Un velo hecho, mayormente, de literatura. ¿Qué jerarquía sexual ostentaba Cleopatra o Josefina para ejercer una influencia desmesurada sobre hombres tan definitivos en el curso de la historia? Cierto que sabemos que Cleopatra tenía fama de exquisita felatriz (la apodaban La boca de diez mil hombres). Algo que me parece formidable, aclaro. Qué mujer. Pero. Los historiadores prescinden con frecuencia el cuerpo sexual de los protagonistas históricos, lo que equivale a ignorar uno de los factores determinantes de la conducta, y de la vida. De otro caso, el de Perón y Evita, al menos sabemos que ella también tenía fama de gran felatriz. ¿Qué papel jugó esta habilidad, a mi juicio fundamental, en su relación con el nazi Perón, y en consecuencia, en su apoteósico y nefasto (para los argentinos y para la propia Argentina) ascenso al Poder?
El factor erótico es no sólo sustancial al contar la Historia, resulta necesario para entender los mecanismos que yacen bajo las decisiones que determinan la dirección que toman importantes acontecimientos concernientes al devenir humano. Acontecimientos que determinan, con frecuencia, la vida y la muerte de miles, de millones de personas.
Retrocedamos un poco y pensemos en Amenofis III, cuya bella esposa Tyle, con quien compartió sexo y trono durante treinta y cinco años, fue decisiva en la transformación, centrada en una visión religiosa, de Egipto. Amenofis fomentó la religión estatal en procesiones y estatuas y en sus templos, cada vez más gigantescos, incluyó inscripciones sobre las visitas de Amon–Ra al dormitorio de Tyle, la Gran Esposa: “El perfume del dios la despertó y ella gritó complacida”. Gritó complacida. Ojo.
Para no hablar de Amenofis IV y su bellísima y muy poderosa, sensual y cuellilarga (qué maravilla erótica esos cuellos largos) Nefertiti. Qué no haría Amenofis por ese cuello y esa boca. Todo, imagino. Y antes de dejar Egipto, un dato curioso: los egipcios ya usaban anticonceptivos femeninos, entre otros la resina de acacia que, se sabe, es en efecto un espermicida; por algo sería ¿no?
Véase uno de los casos más destacados, el del señor Marlaska, jurista respetado, ahora reducido a sumiso edecán palaciego, dispuesto a todo por El Guapo, el Uno, el Amado Líder
Hablo de esto, porque creo que el factor erótico tiene mucho que ver con la situación nauseabunda que vive hoy la política española bajo el sanchismo. Un erotismo sin grandeza, de populacho y puterío, es verdad, dada la falta de proyección y profundidad intelectual y viril de Sánchez, y la infecta catadura de su cuadrilla. Un erotismo que poco tiene que ver con la grandiosidad de algunos de los personajes que he mencionados. Pero erotismo a fin de cuentas. Ay, qué guapo El Guapo.
Todas las mañanas, mientras desayuno, veo las televisiones y percibo, con gran claridad, la devoción erótica, masculina y femenina, de los tertulianos sanchistas. Devoción (y supuración) compartida por la banda corrupta sanchista y otros miembros del Gobierno. Véase uno de los casos más destacados, el del señor Marlaska, jurista respetado, ahora reducido a sumiso edecán palaciego, dispuesto a todo por El Guapo, el Uno, el Amado Líder.
Sus peores enemigos
Pero, si alguien cree que este paisaje purulento del que hablo es hoy la mayor tragedia de la democracia española, se equivoca. Lo peor es que Sánchez continuará en el poder muchos años. Sus cómplices antiespañoles (nacionalistas catalanes, etarras vascos y demás ralea tribal) saben que jamás tendrán un arma más efectiva que Sánchez para terminar de desmantelar España, entregándola trozo a trozo, a sus peores enemigos: ellos. Competencia tras competencia, montaña de dinero tras montaña de dinero. Medida desespañolizadora, tras medida desespañolizadora.
En algún momento habrá que abandonar la tonta esperanza de rescatar para la causa del Bien Común a los nacionalistas tribales catalanes y vascos, etcétera. Aunque, hay que admitirlo, tal vez ya sea demasiado tarde.