Un embajador mexicano está siendo investigado por el robo de un libro en una prestigiosa librería bonaerense. Y ante esa situación, el máximo responsable de la diplomacia de su país se manifiesta con un tuit apenas comprensible. ¿Qué es lo que tiene el poder que desprovee a las personas de toda sensatez?
Sí, el polémico Gobierno de Andrés Manuel López Obrador fue noticia esta semana por un nuevo escándalo en el escenario internacional. Sucede que el embajador mexicano en Argentina está siendo investigado por el presunto robo de un libro en la prestigiosa librería El Ateneo (en Buenos Aires). Específicamente, la biografía de Giacomo Casanova, un seductor, espía y estafador veneciano: libro que, por cierto, cuesta aproximadamente 20 euros (algunas fuentes dicen que son 10 euros, otras afirman que 28).
En julio, el mismo López Obrador –conocido por su firme convicción en la lucha contra la corrupción y la deshonestidad institucional– nombró a Óscar Ricardo Valero Recio Becerra para representar a su país ante la Argentina. Pero resulta que para México, Argentina, no es un país cualquiera. Recordemos que el país azteca ha sido la casa de reconocidos intelectuales, académicos y artistas argentinos, como lo fue para Juan Gelman (Premio Cervantes, 2007), que murió siendo mexicano. O el académico, antropólogo y escritor, Néstor García Canclini, egregio catedrático de una de sus universidades más prestigiosas.
Cabe mencionar que durante la última dictadura militar argentina México abrió sus puertas y sus aulas a cientos de intelectuales perseguidos, y que entre ambos países hay más de diez de acuerdos y tratados de cooperación. Octavio Paz (Premio Cervantes en 1981, y Nobel de literatura en 1990), muy cercano a Jorge Luis Borges, nunca escatimó en elogios hacia el genio bonaerense; publicó en 1986, “sus ensayos son memorables… Nadie había escrito de esa manera en español”. Además, en la Ciudad de México lucen torres y rascacielos del célebre arquitecto César Pelli.
¿Se habrá olvidado de que su función primordial –como la de cualquier diplomático en el mundo– era la de representar dignamente a su Gobierno en el extranjero?
Por otra parte, México fue la casa del Che Guevara durante dos años. Y de Maradona (2018-19) también, que ya había alzado allí en 1986 la segunda copa del Mundial de Fútbol de la ‘albiceleste’, e inmortalizado en el Estadio Azteca dos goles (en aquel épico partido contra Inglaterra que significaba mucho más que un simple encuentro deportivo): el ‘Gol del siglo’ y ‘la mano de Dios’. En fin, muchas son las razones y las personas unen estrechamente a estos dos países, por lo que no resulta en una casualidad que Alberto Fernández hubiese elegido a México como su primer destino, justo después de haber ganado las elecciones en octubre.
Sin embargo, pese a todo lo anterior, López Obrador decidió enviar a la Argentina a alguien que en un acto de absoluta torpeza ha puesto en entredicho no sólo su prestigio diplomático, sino la credibilidad del Gobierno al que representa. ¿Qué habría pasado por la cabeza de ese gentil hombre cuando creyó que podía tomar un libro en El Ateneo y retirarse sin pagarlo? ¿Se habrá olvidado de que su función primordial –como la de cualquier diplomático en el mundo– era la de representar dignamente a su Gobierno en el extranjero?
Pero espere, estimado lector, eso no es todo. Falta lo mejor. Una vez que el escándalo ya había aparecido en la prensa internacional, el secretario de Relaciones Exteriores (el equivalente al ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación) de México decidió manifestarse enérgicamente en Twitter con una publicación que sólo confirma que la diplomacia de su país está lejos de vivir sus mejores momentos.
El tuit de la polémica
Hay mucho de lamentable en ese tuit, y motivos que le merecen ser un objeto de análisis, pero son dos las cuestiones que destaco a continuación:
El texto, carente de artículos, deja un mensaje más parecido a un acertijo, o a ‘algo’ en un idioma ignoto, que al español que debería de tener quien ostenta ese cargo (la máxima autoridad en asuntos internacionales y diplomáticos). El tuit es el siguiente: “He solicitado al Comité de Ética analice el caso de embajador en Argentina acusado de robar libros en famosa librería. Por lo pronto he ordenado regrese a casa. De comprobarse que el video es veraz será separado del cargo inmediatamente. Cero tolerancia a la deshonestidad”. ¿Los artículos y las comas dónde están?, ¿tendrá un jefe de prensa?...
Por último, llama la atención la bondad con la que el secretario se manifiesta ante este penoso caso. “De comprobarse… que es veraz”, es decir, si resulta que el embajador no es culpable, ¿entonces podrá seguir en el cargo y conservará la inmunidad diplomática?. ¿Realmente lo grave es la ‘deshonestidad’ del embajador?. Lo que a mi juicio omite el secretario mexicano es que el simple hecho de tener a un embajador siendo investigado por “hurto” (como así destaca el diario La Vanguardia) ya es (debería de ser) un motivo suficiente para sancionarlo (no sólo “regresarlo a casa”).
El Gobierno de México, que defiende a capa y espada la lucha contra la corrupción, tiene a un diplomático siendo investigado por robar un libro. Sí, un libro. Bueno, no un libro cualquiera, sino la biografía de Giacomo Casanova. La historia se cuenta sola.