La pasada semana veíamos a la tasa de rendimiento del bono alemán a diez años retornar a terreno positivo (aunque luego ha vuelto a las andadas) tras unos años en negativo. Sin duda, es un símbolo porque parece el principio del fin de una aberración como lo han sido (lo están siendo) los tipos de interés negativos en la eurozona. La FED en cambio, ha sido menos heterodoxa y nunca ha llegado a ese absurdo.
Esta política del BCE ha supuesto una transferencia de renta de los ahorradores a los deudores. Entre los beneficiarios, muy claros a corto plazo, han destacado especialmente los países manirrotos del sur de Europa, espacio al que, eso sí, se le ha preservado de turbulencias. Pero he matizado que “a corto” porque también ha llevado a esos países a gastar más (en algunos casos a derrochar) y a no hacer reformas. Lo que, sin duda, es perjudicial para ellos a medio y largo plazo. En general, se han beneficiado asimismo todos los deudores, tanto particulares como empresas. Y no puede omitirse que los inversores en renta variable han obtenido también ganancias de rebote.
Entre los perjudicados han estado clarísimamente los depositantes de los bancos, los tenedores de renta fija y, en general, todos los que atesoraban excedentes líquidos y no supieron invertirlo debidamente. Además, destaca sobremanera el perjuicio sufrido por los bancos, a pesar de que el BCE repitiera con frecuencia que los tipos bajos les beneficiaban porque reducían la mora. Solo los incautos se creyeron que eso compensaba los efectos negativos.
En este entorno, la banca comercial se ha visto obligada a mejorar mucho la gestión del negocio. Y es que, las dificultades le han obligado a defender con uñas y dientes el margen de intereses, a gestionar mejor el riesgo y a incrementar su eficiencia, lo que ha conllevado una reconversión del sector que le deja en mejores condiciones para afrontar el futuro. Así que sí que ha habido efectos beneficiosos, pero por la propia actuación de las entidades.
Conviene advertir que no sería bueno echar las campanas a vuelo demasiado pronto, porque hay factores que pueden retrasar la eliminación de los tipos negativos en la eurozona
Precisamente, al abrigo del horizonte actual de subida de tipos, estamos viendo en el mercado bursátil, tanto en 2021 como en los escasos días transcurridos de 2022, un rally en los precios de las entidades financieras. Aunque conviene advertir que no sería bueno echar las campanas a vuelo demasiado pronto, porque hay factores que pueden retrasar la eliminación de los tipos negativos en la eurozona.
Donde sí que van a subir enseguida es en USA, tan pronto como en marzo, porque la Fed quiere actuar de manera rápida y relativamente intensa ante una inflación desbocada. Podría hacer este año cuatro o cinco subidas de un cuarto de punto (o incluso subir medio punto para empezar). Y lo más duro para el mercado será cuando empiece a drenar liquidez, no reinvirtiendo los vencimientos de los activos comprados. No obstante, está por ver si la FED puede actuar como desea o si provoca reacciones en los mercados que le hagan ser más precavida.
Otra cosa es el BCE. Porque la señora Lagarde es una presidenta más política que técnica y no parece que tenga ninguna intención de abandonar por ahora el -0,5% como tipo de depósito, eje central actual del esquema de tipos de interés. Se aferra a la teoría de que la inflación es transitoria, de que ha sido causada sobre todo por factores externos (precio de la energía, cuellos de botella…) y que no hay demasiados efectos de segunda ronda por ahora. Confía en que la subida de precios se frene y vuelva paulatinamente hacia el 2% y tiene pavor a que le pase como a Trichet (subió tipos a destiempo), a que se frene la recuperación o a que se disparen las primas de riesgo de los países manirrotos.
Es improbable que el BCE toque los tipos este año. Incluso, no estoy tampoco seguro de que lo haga en 2023, al menos hasta que esté bastante avanzado
Por ello, aunque no faltan observadores que piensan que la primera subida podría llegar a finales de 2022, yo creo que es improbable que el BCE toque los tipos este año. Incluso, no estoy tampoco seguro de que lo haga en 2023, al menos hasta que esté bastante avanzado. Si bien, en el caso de que la FED subiera mucho y muy rápido las presiones del tipo de cambio y la inflación importada podrían obligar a actuar.
Donde, desde luego, sí que van a ir subiendo los rendimientos es en el mercado de renta fija, como ya está ocurriendo. Esto es negativo para el coste de financiación empresarial, aunque positivo para los bancos, por el carry-trade, Pero, a estos últimos, lo que realmente les impactaría de forma significativa en el margen de intereses sería el alza del Euribor en plazos más cortos, sobre todo el de un año, al que está referenciado una buena parte del activo. Y, me temo que no va a ocurrir todavía durante un periodo relativamente prolongado. Así que las entidades financieras todavía pueden seguir sufriéndolo este ejercicio.
En definitiva, podríamos decir que nos aproximamos al principio del fin de una era inimaginable hace algún tiempo como ha sido la de la política monetaria absolutamente expansiva y los tipos de interés nulos o negativos. Pero, especialmente en la eurozona, aún podría quedar un buen trecho para que veamos que realmente ocurre así. Por lo que, quizás, solo estemos en el final del principio