Opinión

La herencia de Bambi

El tiempo ha probado que el descrédito y hundimiento actual del PSOE no ha sido sino la previsible consecuencia de la obra programada por un mandatario efectista

  • José Luis Rodríguez Zapatero. -

Antes de ser reconocido con el mote de ZP, Zapatero hubo de soportar el mucho más irónico de Bambi que, como era habitual durante toda la primera gobernanza del PSOE, solía atribuirse, sin mayores pruebas, al incisivo sarcasmo de Guerra tal como ya antes se habían atribuido a ese indiscutible recreador de su partido los chascarrillos sobre el ministro Morán. El apodo sugería cierta ingravidez casi delicada en el personaje físico, acaso enraizada en el hecho de que el cervatillo epónimo tampoco confirmó su masculinidad hasta muy tarde y ya a propósito de su idilio con su amada Faline. ¡Imagínense la ingenuidad que suponía barruntar quebradizas debilidades en aquel depredador que ya había demostrado en su ciudad natal su singular capacidad de intriga y la astucia trajinera con que se las avió para abrirse camino en la carrera política!

El equívoco duró poco, en todo caso, en cuanto hubo ocasión de reparar en los manejos del nuevo líder en aquel partido recién descabezado y, se desvaneció por completo a medida que leyes tan controvertidas como la vindicativa de la Memoria Histórica o las que algún guasón bautizó como “paquete sexual” --es decir, la de Violencia de Género (sólo la ejercida contra la mujer, por supuesto) o las que establecerían el matrimonio homosexual y el “aborto exprés”— dieron paso al sinuoso y fallido acercamiento a la banda terrorista ETA antes de rematar con el grave cambalache del Estatuto Catalán, lejano pórtico de las actuales desdichas. En Barcelona o Madrid proliferaron pronto las festivas adhesiones masivas en torno al llamado Orgullo Gay y en la romana Piazza del Popolo yo mismo oí reclamar al pobre Papa la canonización de Bambi con la consigna “Zapatero, santo subito” usada también, todo hay que decirlo, por los solicitantes de la santificación de Wojtila.

El desmontaje constitucional de España fue iniciado, sin duda posible, por ese embaucador que empezó por proponer --¡y en amor y compaña de Erdogan, nada menos!—una Alianza de Civilizaciones que fue el hazmerreír de medio mundo

En fin, que de Bambi, nada o quizá todo lo contrario, porque el tiempo ha probado que el descrédito y hundimiento actual del PSOE no ha sido sino la previsible consecuencia de la obra programada por un mandatario efectista sin más mérito que el que sobre el psiquismo de la masas suelen ofrecer las mudanzas arriscadas cuando también son extravagantes. ¿O no era obvio que su insensata promesa al secesionismo catalán (incluido ya en la franquicia del PSC) combinaría a las mil maravillas con los tejemanejes que, ya en la prórroga sanchista, han hecho de la ETA y Batasuna terroristas un partido cínicamente legal? El desmontaje constitucional de España fue iniciado, sin duda posible, por ese embaucador que empezó por proponer --¡y en amor y compaña de Erdogan, nada menos! — una Alianza de Civilizaciones que fue el hazmerreír de medio mundo y parte de la otra mitad.

Pero como en la vida política lo extravagante y la novedad suelen tener éxito, sucedió que, al igual que le ocurriera al cervatillo de ficción, también su metafórica reencarnación humana acabaría reinando en su selva aunque fuera catapultado por la oscura circunstancia de una más que sospechosa tragedia de la que mejor no hablar. Y así, pasito a paso, la criatura inocente fue mutando en audaz hasta convertirse en consejero áulico de la flor y nata de los paraísos autocráticos. Un embajador suyo –al que en nuestra inocencia respetábamos en mi generación— se destapó un día como manijero de opulentos trajines que allanaron el camino a los logreros del nuevo populismo que, financiados a manos llenas por la satrapía venezolana, acabarían propugnando desde nuestro propio Gobierno la progresiva ruina de la democracia.

Palmeros de Maduro

La foto del día es hoy, sin duda, la que retrata a Bambi con el bien pagado Monedero (hay apellidos premonitorios) --el mismo que propuso gobernarnos con un “leninismo amable”, no se olvide-- convertidos ambos ya sin remedio en palmeros de un Maduro con un pie en el exilio cubano y el otro en la guerra civil de su desdichado país. Y no sé qué dirán al ver esa foto los compadres de la famosa “ceja” pero es más que probable que anden atrapados en la callada por respuesta. Por lo demás, ya vemos cómo anda el ahijado de Bambi, ese Sánchez funámbulo que anuncia ya, como hiciera en su día el marqués de Albaida --¡y en el Circo Price”!-- una reconversión federal del Estado de las Autonomías. El Bambi de Disney hizo llorar emocionadas a varias generaciones. Lo que no sabemos es a cuántas harán derramar lágrimas este trajinante y su heredero ni cuánto habrán trincado uno y otro por los servicios prestados.

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