La única razón de ser del presidente Sánchez es culpar a los demás. Culpar al PP. Culpar a la extrema derecha. Culpar a Juan Carlos I sin nombrarlo, y eso que él no comenta causas judiciales. Se entiende que no comente la que tiene abierta y en vilo a Pablo Manuel Iglesias a propósito de la delicada tarjeta de Dina que él se guardo unos meses. Esa tarjeta con “guarreridas sexuales”, que decía el añorado Chiquito de la Calzada, y otras intimidades inconfesables. La causa del Rey viejo sí la comenta. Le va bien así, y eso que la la experiencia enseña que cuando buscas culpar a los demás la vida no te puede ir bien. A él si. No hay que hacer muchos esfuerzos para explicarlo. Y sin embargo le va bien.
El arte de la supervivencia
Su desgaste es escaso en función del disparate y el esperpéntico gobierno de coalición que gobierna España. Este calamitoso presidente ha hecho de la supervivencia un arte. La ideología, ¿qué es eso? El pragmatismo, viva el pragmatismo. Y el progresismo, ay el progresismo sanchista cuyo afán no es otro que pactar con la carcundia nacionalista. Pero él es progresista. Y el de la tarjeta, por seguir con sus propias palabras, un político de raíz comunista. No, miren, no hace falta naturalizar el insulto. Eso ya estaba, está y estará. Insultar a periodista es afición vieja desde que existe la libertad de información. Es más, seguramente es lo propio y natural. Eso de la canalla periodística es una expresión inseparable de la existencia de una prensa libre. A ningún periodista hay que explicarle qué es lo que piensa el poder de él, de sus medios, o de sus compañeros si estos hacen bien su trabajo. Unos hijos de puta, esos dicen que somos. No hay que naturalizar el insulto, en todo caso hay naturalizar la estulticia y darle marchamos de inteligencia y capacidad política.
Haz lo que digo, no lo que hago
Hay que naturalizar a políticos sospechosos, comunistas trasnochados, mentirosos, provocadores, zafios. Hola Echequique. Haz lo que digo, no lo que hago. O mejor: no lo que digo ni lo que hago. Naturalizar, ¿qué? Las alianzas con partidos antiespañoles. Naturalizar el nombramiento de una ministra de Igualdad cuyo mérito es ser quien es. Si, ya, es usted un machista, un fascista y todo eso que dicen los troles podemitas a los que la verdad les corta la digestión cada vez que atacan a sus politburó. Sigo imaginando qué hubiera dicho el naturalizado presidente y su atribulado vicepresidente si Rajoy hubiera hecho a su mujer ministra. ¿Por qué hemos de callar? Tantas veces como ataque el monstruo tantas hay que volver a Quevedo, "No he de callar por mas que con el dedo, ya tocando la boca o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo". Pongo la radio y una voz clama: todo es indecente. Y uno piensa que buen estrambote para abrochar este artículo.
Antes se hunde España que el PSOE
Pero hay que seguir. Sánchez se ha hecho un publirreportaje en el Corriere della Sera, una entrevista que nos ha dejado la verdadera razón de este gobernante. No hay naturalizar la mentira porque, sin pretenderlo, dice dolorosas verdades. Cómo no nos va estremecer esto: “Nunca he pensado pactar con el PP. Así desapareció el PASOK”. Lo que a los españoles les pueda parecer la desaparición del partido socialista griego se lo pueden imaginar. Lo que no podíamos imaginar es que manda un hombre en España que antepone al supervivencia de su partido al interés general. España puede hundirse, y a eso vamos con verdadero afán y devoción, al hundimiento, pero él no pondrá en riesgo a su partido pactando con el PP. No le demos más vueltas. Esta es la verdadera catadura del presidente.
En una cosa hay que darle la razón, el PSOE no corre ningún peligro pactando con el PNV, verdadero partido progresista. Ni con Bildu, ese partido con delicados aromas a casquería. O con ERC: cuanto peor para España mejor para Cataluña. Es verdad, la militancia socialista no protesta. La votancia pasa. Y Sánchez conoce a estas alturas al pueblo que Gobierna. Media España pendiente de programas hechos para 'rojos y maricones', hallazgo textual de la gran estrella televisiva. La otra entre la playa y la terraza cervecera. No hace falta naturalizar el insulto. Basta con naturalizar la estulticia y socializarla entre los que nos mandan y nosotros los mandados. Escribimos sobre ellos. En realidad escribimos sobre nosotros mismos. Tan penosamente parecidos. ¿Verdad que perturba? ¿Verdad que inquieta?