Reflexionan sobre el poder aquellos que nunca lo han tenido y quizá fallan en cada una de sus deducciones, pues sólo hay dos cosas que generen más quebraderos de cabeza que el dinero y la influencia: la familia y el hambre. No obstante, hay algo que lleva a pensar que, cuando un hombre mediocre alcanza una posición privilegiada, siente cierta sensación de incomprensión porque nadie reconoce su mérito. Habita en la villa y Corte de Madrid un tipo que se llama Roberto Ducay que hasta hace unos días ejercía de director financiero de Correos. Es difícil encontrar un ejemplo de tristeza y mendicidad moral tan claro como el relativo al episodio que ha protagonizado.
Resulta que el tal Ducay compartió hace unos días en un grupo de WhatsApp de la Asociación Española de Directivos unas capturas de pantalla -reveladas por el periódico ABC- en las que (supuestamente) se apreciaba su negociación con una prostituta. Quizá difundió esa información en ese foro por error, pero el caso es que tenía pensado airear su 'hazaña', dado que, de lo contrario, sería estúpido que hubiera inmortalizado esa conversación. Salvo, claro, que practique una especie de onanismo con su habilidad para el racaneo.
El caso es que las imágenes las acompañó de un mensaje que afirmaba: “Trinque de hoy. ¡Espectacular!”, y que hacía referencia al logro conseguido, que era una rebaja de 50 euros en el precio. Todo un directivo de Correos, un financiero del sector público, de larga trayectoria y despacho propio, regateando (presuntamente) a una muchacha y alardeando de ello en un grupo de mensajería para directivos.
Desconozco si el tal Ducay atendió a la propuesta que Correos lanzó en los días previos al 8 de marzo, cuando la empresa hizo un llamamiento para que sus trabajadores llevaran un lazo morado en la solapa en apoyo a la igualdad de las mujeres y los hombres.
Habrá quien piense que la prostitución es una actividad en la que la parte contratante y la contratada actúan desde una posición de igualdad. Desde luego, en casos como el del aludido cuesta mucho pensar que eso es cierto. Incluso aunque no se hubiera producido el regateo. Debe ser una tarea titánica escuchar las historias pre y post-coitales de 'los lobos de Wall Street'.
Podría decirse que Ducay ejercía su posición -ha dimitido- en una empresa pública ajena al poder Ejecutivo, pero claro, resulta difícil disociar ambas cosas cuando Pedro Sánchez se ocupó tras llegar al Gobierno de colocar al frente de esta compañía a Juan Manuel Serrano, un ingeniero informático que tuvo el honor de ser jefe de gabinete del presidente del Gobierno antes de que se convirtiera en el inquilino de Moncloa.
Causas 'trendy'
La empresa que pintó un sinfín de buzones hace unos días con los colores de la bandera LGTBI para demostrar su apoyo a este movimiento social guarda silencio sobre la actitud de su exdirectivo, que fue nombrado por el propio Serrano. Lo hace quizá por prudencia o quizá por no echar más leña al fuego. O quizá porque el apoyo que estas empresas escenifican a este tipo de movimientos sociales que han derivado en influyentes lobbies es artificial. Una mera acción propagandística. Totalmente vacía, claro.
Desconozco si el tal Ducay atendió a la propuesta que Correos lanzó en los días previos al 8 de marzo, cuando la empresa hizo un llamamiento para que sus trabajadores llevaran un lazo morado en la solapa en apoyo a la igualdad de las mujeres y los hombres. No obstante, su actitud no es, en realidad, distinta a la de quienes reclamaban escraches para los políticos cuando ocupan la oposición, pero blindan su vivienda de las protestas vecinales. O la de aquellos que apelan a la justicia social, pero no pierden el tiempo para 'hacer recalar' a su mujer en el Instituto de Empresa tras llegar al poder. O la de ese Ministerio de Igualdad que con tanto sigilo ha actuado con respecto a este asunto, pues ya se sabe que atacar a 'los suyos' es más importante que ser coherente.
Ni que decir tiene que los medios que utilizaron aquella expresión del “volquete de putas” de Francisco Granados han pasado casi de largo sobre este tema, que, por cierto, afecta a Correos, que tiene este año asignadas campañas de publicidad institucional por valor de 18,5 millones de euros, tal y como se puede apreciar en la página 24 del Plan 2020 de Moncloa.
Es en esta prensa donde se han leído durante los últimos años incontables relatos sobre los micromachismos y sobre todos esos pequeños atentados contra la igualdad entre hombres y mujeres que se producen en el día a día. En este caso, el espacio que han dedicado a la jactancia de la presunta negociación a la baja con una prostituta ha recibido un tratamiento más bien escaso.
Mucha fe hay que tener para considerar que en esta sociedad de los fariseos y los expertos en lo artificioso alguien cree realmente en lo que sale de su boca. Desde luego, en el terreno mediático la situación es absolutamente desoladora. Todo el mundo interpreta un papel, pero parece que nadie se lo cree.