Se acerca el Congreso-mitin del partido de Sánchez que pretende contraprogramar el éxito de Casado en Valencia. Misma ciudad, mismo escenario, y muy distintos mensajes. Para la coalición socialcomunista ha llegado la hora, en este ecuador de la legislatura, de intentar frenar el ascenso de los populares que, a pesar de un cierto frenazo, las encuestas siguen dándole una mayoría suficiente para gobernar con el apoyo de Vox. Para conseguirlo ya está preparada la estrategia de igualarnos por la alpargata.
Para eso hay que pegarle un bocado a un Madrid que la izquierda tiene perdida por los siglos de los siglos. Desde vaciar la capital de España de Instituciones estatales para repartirlas entre los amiguetes, a la llamada armonización fiscal que no es otra cosa que premiar a quienes llevan años practicando la mala gestión a costa del dinero de quienes han acertado en su política económica. Los madrileños ya podemos atarnos los machos porque este gobierno de inútiles y paniaguados están dispuestos a meternos la mano en los bolsillos bajo la falsa excusa de lo que llaman el dumping fiscal del gobierno de Ayuso. Les importa una higa que los datos sean tan llamativos como que Madrid recauda el doble que Cataluña y seis veces
más que la Valencia de Puig, conocido por sus subvenciones más que sospechosas, como
el Tximo de la estampita.
Andalucía secuestrada
Sánchez, que ya tiene en el bolsillo los PGE para el próximo año, pretende ganar un millón de votos gracias a los obsequios para los jóvenes. Incapaz de facilitar las condiciones necesarias para crear empleo de calidad facilitándole las cosas a las empresas, apuesta por las subvenciones siguiendo el viejo estilo de los cuarenta años de una Andalucía secuestrada por, entre otras muchas cosas, los ERE de la vergüenza que permanecen silenciados por el escuadrón mediático del sanchismo.
Ya veremos si consigue esos votos de los que cumplen 18 años, y si de ser así cuántos adultos lo compensan votando al centro de derecha. El caso es que Sánchez ha decido empezar ya la campaña electoral que, en principio, va a durar nada menos que dos años largos lo que puede terminar por desmovilizar, por puro hartazgo, a quienes pensaron que laizquierda era la solución frente a los errores de Rajoy, y se han encontrado que ha sido bastante peor el remedio que la enfermedad.
La tambaleante Constitución
Todavía no sabemos el coste de los votos a favor de PNV y Esquerra, pero está claro que volverá a ser altísimo en pasta y en cesiones. Ambos sólo se sienten españoles a la hora de poner la mano. Para ellos España no es más que la hucha de la que nutrirse. Lo demuestran a diario y sobre todo un par de veces al año cuando, como ayer no acuden a la celebración de la Fiesta Nacional, y el 6 de diciembre en que nuestra tambaleante Constitución cumple años, de momento. De las autoridades que ayer asistían al desfile sólo el Rey sigue creyendo en la unidad de España. Los demás están alineados con la plurinacionalidad que puede empezar a vislumbrarse con la descentralización de las
Instituciones y el resultado, si es que lo hay, de la mesa de diálogo con Esquerra que sólo representa a la mitad de los independentistas. La otra mitad está a la espera del retorno del prófugo de lujo.
Qué más da una nueva burla a la Justicia después de todas las que lleva hechas este gobierno cuya calidad democrática no puede caer más bajo
Ese perejil de todas las salsas de apellido Zapatero ya ha dado a entender que se está buscando una solución para que Puigdemont vuelva limpio de polvo y paja. Al fín y al cabo qué más da una nueva burla a la Justicia después de todas las que lleva hechas este gobierno cuya calidad democrática no puede llegar más bajo. La cuestión es que de aquí a las elecciones generales todo va a depender de que Casado consiga aglutinar a quienes ya están hartos de un gobierno que ignora a más de la mitad de los ciudadanos y sobrevive genuflexo ante quienes están empeñados en acabar con la España constitucional, la independencia de la Justicia y el libre mercado.