Hace unas pocas semanas, explicaba el presidente del gobierno Pedro Sánchez, y a requerimiento del Parlamento, las razones de la elevada inflación y qué medidas se habían tomado o se irían a tomar. Aquella intervención, finalmente, fue recordada porque para Sánchez la inflación solo se debía a la guerra y si queríamos buscar un culpable, este debería ser Putin.
Esta afirmación encontró una importante respuesta en contra, ya que se entendió, por parte de la oposición, como justificación y excusa frente una gestión fallida de los asuntos económicos por parte del Ejecutivo. Desde entonces, y a resultas de tal afirmación, se ha dicho, escrito y vuelto a decir que la explicación dada por el presidente no se sustentaba y que la verdadera prueba de ello reside en que la inflación llevaba ya con nosotros muchos meses.
Sin embargo, nunca nada es tan simple. Vayamos por partes tratando de ser lo más ecuánime posible. Lo primero que debemos decir es que, efectivamente, la inflación llevaba un recorrido alcista desde hacía casi un año y que poco o nada se había hecho para evitarlo. Ciertamente, no todo habrá sido debido a la guerra, por lo que, si algo hay que reprochar al presidente es no solo su simplificación extrema del asunto sino, además, y a pesar de su capacidad “restringida” para actuar, que lo poco hecho no sirviera a su propósito (recuerden la bajada de impuestos de otoño y la reforma fallida del mercado eléctrico de entonces). Lo sucedido en Bruselas el viernes pasado implica un apoyo político explícito para avanzar en la toma decidida de acciones. Ya no hay excusas para seguir perdiendo el tiempo.
Vayamos a la otra parte y que parece estar dominada por una amnesia sobrevenida que parece contagiar a no pocos analistas oficiales, oficialillos y oficialistas. Independientemente de las medidas que se podrían haber tomado, no es menos cierto que hemos olvidado qué impulsó la inflación antes de la guerra, de tal modo que ahora, para muchos, parece que esta llegó solo porque así lo permitimos. Ya no nos acordamos de la ruptura de las cadenas de valor, del aumento de los precios del crudo, motivado por varias razones y entre ellas la escalada del conflicto o la propia del precio del gas, tan relevante e importante para explicar este episodio de inflación.
La figura que se muestra a continuación descompone la tasa de inflación (crecimiento interanual del nivel de precios) en España por las diferentes rúbricas que participan en el IPC. Se ha decidido dejar todas las rúbricas, a pesar de su enorme número, al objeto de mandar el mensaje que interesa.
En primer lugar, aún en febrero, pocas rúbricas explicaban más de la mitad del aumento de la inflación de forma directa. Así, gas, gasoil y gasolina junto con resto de combustibles líquidos y la electricidad, estrella de esta película de terror, explicaban casi cinco puntos de los 7,6 en los que se elevaron los precios desde febrero de 2021, algo que se ve en la siguiente figura donde solo se muestran estas rúbricas. Así, aún en febrero, la inflación seguía estando muy concentrada en algunas partidas.
En segundo lugar, es cierto que el resto de las partidas han ido incorporándose a esta fase alcista y que los precios que caían en 2021 ya no lo hacen en su mayoría en 2022. Sin embargo, todos sabemos que buena parte de estas subidas se deben al contagio de combustibles y gas, o por otros precios como son, por ejemplo, los fertilizantes, afectados a su vez por el precio del gas, u otros precios que ya el año pasado se veían afectados por un conflicto ucraniano en ciernes, como es el caso de aceites y grasas.
Sea por lo que fuese, es evidente que la inflación estaba antes de Putin. Pero las razones que justificaban esta evolución muy bien pueden explicarse por razones concretas y, algunas de ellas, por la misma escalada del conflicto ya iniciada hace un tiempo.
Hemos visto que es la rúbrica de la luz la que explica una buena porción directa de la inflación y no explicaría poca de la indirecta
Sabemos, además y muy bien, que el cordón umbilical que une la inflación en España con la geopolítica internacional ha sido el precio del gas. El gráfico que se muestra a continuación enseña la evolución del precio del gas que se vende en Europa con el de la luz en España. Aquí está el centro de la cuestión. Este es el origen primero del actual proceso inflacionista, con el permiso del crudo. Hemos visto que es la rúbrica de la luz la que explica una buena porción directa de la inflación y no explicaría poca de la indirecta. Por ello, si queremos explicar las razones de la escalada de la inflación habría que explicar las razones de la subida del precio del gas.
Se han propuesto muchas explicaciones, desde una caída de las reservas en los países de Europa, mal tiempo en el golfo de México a finales de 2020, o la excesiva demanda después de la salida de la recesión originada por la pandemia en 2020 o, cómo se ha escrito, por una decidida acción por parte de Rusia en estos meses para dejar las reservas europeas al límite.
En el último gráfico se muestra la evolución diaria desde enero de 2019 de las reservas de gas almacenadas en los principales almacenes de esta que son suministrados por la empresa rusa Gazprom en Europa (Haidach, Rehden y Jemgum). Como puede comprobarse, el almacenamiento estaba en mínimos desde aproximadamente marzo de 2021, momento en el cuál los precios del gas abandonan su estabilidad e inician una suave escalada que se intensifica ya en agosto-octubre. La presunta causalidad habría que demostrarla, pero no es ninguna locura que podamos sugerir una relación entre reservas de Gazprom y evolución de los precios del gas en Europa. Además, y desde el verano, que es cuando se comienza a hablar del conflicto en Ucrania como algo preocupante, tanto el precio de este producto como el del barril de crudo, muy dependiente del relato y más cuando Rusia es un exportador de primer nivel, habrían crecido arrastrando con ello la inflación de no pocas economías europeas.
En conclusión, la inflación estaba antes de iniciarse la guerra, pero no por ello es ajena al conflicto. Existen muchas razones para asociar ambas cuestiones. Si bien en materia de combustibles la capacidad de reacción es menor, en materia de precios eléctricos, principal canalizador que conecta al precio internacional del gas con la inflación en España y Europa, algo más se podría haber hecho. Al menos, la puesta en escena del pasado viernes hace sugerir que tendremos medidas de inmediato, lo que notaremos en nuestra factura y, esperemos, en algunos puntos de inflación.