Desde que el Imperio británico derrotó al Imperio español, y se impuso al francés, Occidente ha sido sustentado por la cultura anglosajona. Cuando el primero entró en decadencia, su heredero natural y biológico, el Imperio norteamericano, tomó el relevo. Entre los dos han venido marcando el paso del imaginario colectivo dominante occidental y de su práctica diaria. Este modelo se apoyaba intelectualmente en el liberalismo político y económico creado por Adam Smith y Stuart Mill y los padres de la primera democracia del mundo. La receta no pintaba mal: progreso económico, libre competencia, derechos humanos, pluralismo político…
El problema es que bajo esa realidad aparente siempre ha sobrevivido otra realidad implicada (cfr. el físico David Bohm) que ocultaba la base esencial del modelo y que ha pasado desapercibida…, hasta ahora: un fuerte nacionalismo y la defensa de los intereses nacionales por encima de cualquier otro principio, bajo el lema: "no es nada personal, son solo negocios". Esa doble moral ha sufrido altibajos a lo largo de la historia, desde la doctrina Monroe (o Cromwell) de América para los americanos a la política más soft del presidente Obama o la defensa de las libertades frente a otros adversarios mucho peores (nazismo y comunismo).
¿Qué está pasando ahora? Nada nuevo bajo el sol, sólo se han perdido las formas y se han quitado las caretas, como cuando la supuesta exquisita educación británica muestra su realidad cuando llegan a Magaluf, Benidorm o cualquier campo de fútbol. Si Trump quiere comprar Groenlandia no pasa nada, sus predecesores han comprado territorios antes a Estados soberanos (Rusia y España), aunque solo fuera tras haberlos debilitado. Si cierra las fronteras, no pasa nada, otros presidentes han tomado antes medidas proteccionistas, lo del libre mercado era solo si les beneficiaba a ellos. Si Johnson cierra el parlamento no pasa nada, realmente lo de las formas y usos parlamentarios británicos eran solo pura fachada, para eso tienen una Constitución no escrita con la que se puede hacer "cualquier" cosa.
El Reino Unido nos ha enseñado que un primer ministro puede mandar al Parlamento de vacaciones cuando le venga en gana
Cabría preguntar ahora al profesor J. Fontana dónde ve ahora la supuesta pérdida para Cataluña en términos democráticos de que la guerra de sucesión de 1714 no la ganaran los ingleses. Resulta que lo del debate alocado y con pelucas del control del gobierno, lo de la libertad de voto de cada parlamentario…, era pura filfa. El Reino Unido nos ha enseñado que un primer ministro puede mandar al Parlamento de vacaciones cuando le venga en gana. Tal vez, después de todo, los catalanes sí han aprendido la verdadera lección del parlamentarismo inglés, tal como funciona hoy el parlamento catalán. Y hemos visto en directo cómo funciona una monarquía "de verdad útil" y con apoyo popular.
Modos de matón de mafia
En la política las formas son casi (o más) importante que el fondo y Johnson & Trump desconocen su valor. El uno se cree un nuevo Churchill con flequillo, y anda tratando de convencer a los británicos que la UE es el nuevo nazismo. No cuela. El flequillo lo tiene él; sólo le falta el bigotillo. Trump puede llevar razón en parte de sus política nacionales e internacionales (evidentemente China lleva pasándose varios pueblos sin que nadie se atreviera a pararle hasta ahora los pies) pero le pierden sus modos de matón de mafia americana. Probablemente ha leído poco, pero sin duda ha visto muchas películas del oeste y sobre todo 'El Padrino' y, lo que es peor, se las ha creído. Es un hijo de la nueva cultura de la imagen y las redes que atrapan.
Si en política la vanidad personal suele encontrarse metros por encima del sentido común, ahora que el show forma parte esencial de la misma, las tentaciones se multiplican: a los dirigentes les gusta ser influencers, actuar a golpe de Twitter, tener millones de seguidores y ser famosos. Todos son carne de prisión y de divorcio por esta sociedad tan transparente, así que viven obsesionados con "aprovechar el momento" o "sus cinco minutos de poder" y pasar a la historia en tiempo real. Esto les lleva a pecar de imprudentes, airear sus vergüenzas y enseñar sus cartas demasiado y demasiadas veces.
Por eso, aunque la política ha sido en realidad siempre un juego de intereses nacionales, nunca como hoy se muestra sin pudor este hecho. Un espectáculo propio de la televisión basura que se logra trasladar a pueblos enteros pues la mayoría prefiere vivir vidas virtuales a la real, si eso les ofrece algo de felicidad y les eleva la autoestima. Ya hemos explicado en otro sitio las principales razones que se ocultan tras el brexit, sin despreciar otras, que se cifran en no querer asumir que hace tiempo que dejaron de ser un Imperio que hacía la guerra por su cuenta para convertirse en un Estado más que necesita a otros para sobrevivir.
El arte de la propaganda
En todo caso, lo que está demostrando este proceso también es que la supuesta superioridad del modelo anglosajón a lo mejor solo era un bluf sostenido fundamentalmente por el hábil manejo del arte de la propaganda, y que ahora, gracias a dos sujetos fanfarrones, lo que antes era un rumor silencioso se está convirtiendo en noticia. No tenemos espacio para profundizar en esta cuestión, pero bastan dos ejemplos. Los paraísos fiscales son de origen anglosajón, sustituyendo a la piratería internacional (la primera patente que inventaron los ingleses fue la de corso) de la que fueron asimismo origen y maestros. Los últimos cien años han visto tres grandes crisis económicas: la de 1929, la del petróleo, y la de 2007. En las tres ha participado como agente causante primordial EEUU. Especialmente, la primera y la tercera han sido debidas, primordialmente, a errores de bulto del gobierno o del sistema americano (bursátil o financiero). Y a pesar de ello, en ningún caso esos errores han puesto en cuestión la validez, eficacia y honestidad del modelo anglosajón, y los EEUU han salido de ellas más fortalecidos que Europa.
Por eso, tal vez si Occidente quiere sobrevivir haría bien en buscar un modelo alternativo pues el anglosajón no parece que vaya a sobrevivir a esta nueva pareja de cómicos, cual Laurel & Hardy contemporáneos, esta vez convertidos en maestros del humor negro, la astracanada y el esperpento. ¿Qué tal si superamos nuestros complejos sempiternos y aprovechamos la ocasión para revitalizar el mundo hispano? Como demostró Humboldt fue un caso de éxito en América del sur hasta la guerra de la independencia… ¿Por qué será?