Opinión

La economía de las fake news

Vuelven a darnos la turra con algo distinto, el actual gobierno de coalición es un gobierno manirroto. Y nos repetirán ese mantra de que el gobierno debe comportarse como una familia.

  • Billetes de euro -

Un medio de información económico publicaba estas semanas una pieza donde se detallaba, a partir de los datos del pasivo de hogares y sociedades no financieras, que mientras la deuda privada descendía, la deuda pública ascendía. El mensaje subyacente era que mientras el sector privado se ajustaba a unas condiciones de financiación más duras, debido al repunte de los tipos de interés oficiales, el sector público, manirroto donde los haya, seguía endeudándose. Este tipo de análisis empieza a ser muy preocupante. Sin duda el desconocimiento de las balanzas sectoriales de Wynne Godley, una identidad contable que todo economista debería conocer, se puede perdonar a un periodista, pero es incomprensible desde la posición de un economista. Denota, sinceramente, una ignorancia difícil de entender.

En cualquier economía, el desapalancamiento o ahorro del sector privado tiene como contrapartida un mayor endeudamiento público, y/o un desahorro adicional del resto del mundo. En nuestra querida España, el ahorro del sector privado siempre va a acompañado con un repunte del endeudamiento público, y, viceversa, el apalancamiento del sector privado patrio, véase la infame burbuja inmobiliaria cebada por los gobiernos de Aznar, y continuada por el primer gobierno de Zapatero, conllevó una reducción importante de los déficits públicos, como ocurrió bajo la batuta de Aznar, o, incluso, superávits fiscales como sucedió en el primer gobierno de ZP.

No digan ustedes que no les avisé. Los mismos chamanes que no dieron una sobre cómo se desenvolvería la economía española en 2022, pelillos a la mar, inasequibles al desaliento, y espoleados por unos medios de comunicación donde publicar fake news está a la orden del día, vuelven a darnos la turra con algo distinto, el actual gobierno de coalición es un gobierno manirroto. Y nos repetirán ese mantra de que el gobierno debe comportarse como una familia.

Cuando el BCE financia a los Tesoros europeos en los mercados secundarios, jamás hay y nunca habrá problemas de financiación

Vamos, de nuevo, por enésima vez, a tratar de ser didácticos en la explicación. Vamos a armarnos de paciencia y enseñarles, una y otra vez, los balances financieros sectoriales de Wynne Godley a toda esta tropa para explicarles que el Estado no se comporta ni actúa como una familia. Demostrarles por activa y por pasiva que cuando el BCE financia a los Tesoros europeos en los mercados secundarios, jamás hay y nunca habrá problemas de financiación. Por enésima vez, explicarles despacio y con buena letra, que cuando el Estado tiene superávits presupuestarios en nuestro país, no es síntoma de un buen hacer de política económica sino el resultado de un ciclo de endeudamiento privado descomunal que nos llevará a una Gran Recesión, o Gran Depresión. Manos a la obra, vayamos con todo ello.

Un principio fundamental de la contabilidad establece que por cada activo financiero existe un pasivo financiero que lo compensa. Así, por ejemplo, el patrimonio financiero neto de un hogar es igual a la suma de todos sus activos financieros menos la suma de sus pasivos financieros. Si es mayor que cero, tendrá un patrimonio financiero neto positivo. Para que, por ejemplo, el sector privado acumule patrimonio financiero neto, este tiene que tener forma de derechos financieros sobre otro sector, bien sea el sector público o el sector resto del mundo. Ello, aunque suene a algo elemental, parece que no lo ha sido para muchos economistas que aún a fecha de hoy no entienden que el proceso de desapalancamiento del sector privado patrio tras el estallido de la burbuja inmobiliaria requería por definición déficits públicos. Aunque nuestro sector exterior ha tenido y tiene un comportamiento formidable desde 1994 no era suficiente para absorber la reducción de deuda privada. Y ese proceso aún continúa.

Dividamos la economía en tres sectores: sector privado nacional, formado por hogares y empresas (financieras y no financieras); sector público nacional que incluye todos los niveles gubernamentales (estado central, comunidades autónomas, ayuntamientos, y seguridad social); y resto del mundo (empresas, hogares y sectores públicos extranjeros). Hay un principio contable que se cumple siempre: si se suman los déficits en los que incurren uno o más sectores el resultado debe de ser igual a los superávits en los que incurren otro sector o sectores. Siguiendo a Wynne Godley obtenemos la siguiente ecuación:

Balance Privado Doméstico + Balance Público Doméstico + Balance Exterior = 0

Si un sector tiene superávit presupuestario por lo menos uno de los sectores tiene que incurrir en déficit presupuestario. En términos de variables stock para que un sector acumule patrimonio financiero neto al menos uno de los sectores tiene que aumentar su endeudamiento en la misma proporción. Es imposible que todos los sectores acumulen patrimonio financiero neto incurriendo en superávits financieros.

Los déficits crean patrimonio financiero. Ello supone también que a la causalidad va desde la deuda al patrimonio financiero

Sin embargo, no basta con decir que a nivel agregado el balance privado más el balance público más el balance exterior es igual a cero. Hay que abordar las relaciones de causalidad. A pesar de que la economía es una ciencia social (interdependencias, histéresis, libre albedrío…), sí que podemos establecer conexiones causales entre flujos y stocks. Veámoslas.

El gasto a nivel individual viene determinado en su mayor parte por los ingresos, de manera que la relación causal va desde los ingresos a gastos. Además, podemos inferir la dirección causal en la acumulación de patrimonio financiero individual: es la decisión de gastar incurriendo en déficit lo que representa la causa inicial de la creación de patrimonio financiero neto. Por lo tanto, los déficits crean patrimonio financiero. Ello supone también que a la causalidad va desde la deuda al patrimonio financiero. Pero como por otro lado la acumulación de un stock de patrimonio financiero neto es el resultado de un superávit presupuestario (flujo de ahorro) la causalidad tiende a ir desde el gasto vía déficit al ahorro.

A nivel agregado, sin embargo, ocurre lo contrario: el gasto agregado crea ingresos agregados. El gasto no se va haber constreñido por los ingresos ya que hogares, empresas o estados pueden gastar más de lo que ingresan: cualquiera de los tres sectores puede incurrir en déficits ya que por lo menos uno de los otros sectores tendrá superávit. Sin embargo, no es posible a nivel agregado que el gasto sea diferente a los ingresos ya que la suma de los balances sectoriales tiene que ser igual a cero. A nivel agregado, por lo tanto, la causalidad entre ingresos y gastos se produce a la inversa que a nivel individual.

Los déficits presupuestarios del sector público fueron en gran medida no discrecionales, es decir, no son atribuibles a los diferentes paquetes de estímulo fiscal

Los déficits de un sector generan los superávits de otro de manera que cuando un sector incurra en déficit por lo menos uno de los otros tiene que tener superávit. Dado que la causa inicial del déficit presupuestario es el deseo de gastar más de lo que se ingresa, la causalidad va desde los déficits hacia los superávits y desde la deuda al patrimonio financiero neto. A partir de todas estas ideas se puede explicar qué ocurrió en la crisis sistémica de 2007, o en plena pandemia: los déficits presupuestarios del sector público fueron en gran medida no discrecionales, es decir, no son atribuibles a los diferentes paquetes de estímulo fiscal sino a los estabilizadores automáticos.

Como corolario, el balance de los tres sectores de la economía (privado nacional, público nacional, resto del mundo) tiene que sumar cero, de manera que es imposible cambiar uno de los balances sin modificar por lo menos el de uno de los otros dos. A nivel agregado, el gasto determina los ingresos. Si nos fijamos en el sector público, aunque pueda decidir gastar más o menos (gasto discrecional) el resultado presupuestario no es discrecional. Algo parecido ocurre con el sector exterior. Si bien la economía doméstica puede influir en la intensidad de las exportaciones, el impacto de las políticas económicas sobre las exportaciones no está tan claro. Las importaciones son en gran medida procíclicas. Por lo tanto, lo único que nos queda que sí es discrecional es el gasto doméstico hecho por empresas, hogares y sector público. Por eso la mejor política doméstica es promover un gasto que haga uso de la práctica totalidad de los recursos domésticos y que permita alcanzar el pleno empleo y no alcanzar déficit o techos de deuda arbitrarios. Pero, da igual, inasequibles al desaliento, imbuidos por una ideología rota, seguirán sin comprenderlo, o, peor aún, mentirán y mirarán para otro lado.

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