Opinión

La llamada

Los nacionalistas catalanes quieren independizarse, pero, siempre que puedan seguir parasitando al Estado español

  • Carles Puigdemont a su llegada al Arco de Triunfo en Barcelona -

Bastó una llamada para que quedara expedito el camino de Puigdemont hasta Barcelona desde su palacete de fugitivo de oro en Francia. Ya en la ciudad, esa llamada hizo posible que el prófugo, rodeado de policías, diera un mitin jaleado por sus seguidores más ferviente sin ser arrestado, como había dispuesto un juez. Pero qué digo arrestado, soltó su arenga antiespañola amparado y protegido por la policía tribal, regional y patriota. No digo que la llamada haya sido entre Sánchez y Puigdemont. No era necesario. Ambos, pero sobre todo Sánchez, disponen de un ejército de lameculos que se encargan de estas cosas. 

Una llamada, digo, a manera de figura retórica. Pero. Una figura retórica cargada de evidencia. ¿En serio alguien puede creer de buena fe, o sin ser idiota, que el prófugo Puigdemont consiguió entrar, participar en un mitin político en medio de Barcelona, y volver a salir del país tranquilamente sin la connivencia y descarada complicidad del Gobierno de España? Toda la cháchara de Illa sobre los mossos, todas las monsergas de los mandos de los mossos, no es más que parte de la maniobra de encubrimiento oficial perpetrada por el sanchismo y su prensa oficial y lameculal.

¿Han visto ustedes o conocen de algún independentista catalán dispuesto a alzarse en armas en Collserola, para liberarse al fin de la opresora y roñosa España? No. Ni lo verán.

La nacionalista policía regional y tribal, los llamados mossos, no podía impedir que la policía española detuviera al delincuente Puigdemont en cuanto cruzó la frontera, o incluso en pleno centro de Barcelona, lo mismo que no pudieron impedir, a pesar de su actitud miserable y traidora durante la revuelta separatista de 2017, que la policía nacional impidiera a la fuerza la celebración del ilegal referéndum independentista. Hubiera bastado un reducido grupo de guardia civiles y, tal vez, algunos palos, para arrestar al delincuente. ¿Y el CNI? Ah. La super agencia de espías española estaba muy ocupada con lo del Pajaporte; lo primero es lo primero. 

Nunca hay que olvidar, cuando se trata este tema, que los nacionalistas catalanes quieren independizarse, pero, siempre que puedan seguir parasitando al Estado español. ¿Han visto ustedes o conocen de algún independentista catalán dispuesto a alzarse en armas en Collserola, para liberarse al fin de la opresora y roñosa España? No. Ni lo verán. Viven demasiado bien. Les pesan demasiado las posaderas. Independencia, sí, pero siempre financiada por los españoles. Ni uno sólo de estos aguerridos patriotas sacará su perfumado culo de los palacios que habitan gracias a España, en nombre de la sagrada causa de la Amada Patria Catalana.

Chupar del Estado español y parasitar a los españoles hasta la victoria final. Esa es la consigna. Ese es el plan. Nunca han tenido otro.   

¿Hacen falta más pruebas que el éxito de la triunfante incursión de Puigdemont para llegar a la conclusión de que España ha dejado de ser una democracia; o, seamos generosos, de que es una democracia fallida?

Un juez, como he dicho, había cursado orden de detención contra el patriota catalán Puigdemont. ¡Detenedlo en cuanto pise suelo español! Pero. En España los jueces ya no son lo que eran. Hoy en España los jueces, los que todavía no se han vendido, podrido, o cagado de miedo, son el enemigo a batir del Gobierno de España y sus cómplices tribal–comunistas. ¿Alguien cree a estas alturas que España sigue siendo una democracia? Bueno. Analicemos eso. ¿Hacen falta más pruebas que el éxito de la triunfante incursión de Puigdemont para llegar a la conclusión de que España ha dejado de ser una democracia; o, seamos generosos, es una democracia fallida? Una democracia es, básicamente, el Imperio de la Ley para todos por igual. Sin eso no hay democracia. ¿Cómo iba a seguir siendo España una democracia si los jueces, contrapeso indispensable del poder político, son considerados enemigos del Gobierno?

España es una partitocracia corrupta hasta niveles que lo desdibujan todo, la realidad, la verdad, la justica, el sentido del honor, la decencia y la administración de la Justicia. Una partitocracia corrupta embarcada en la oprobiosa tarea de convertir España en la primera dictadura castro–chavista europea. Una vez el dictadorzuelo marichulo instalado en el Poder; ahora sólo queda ir desmantelando y corrompiendo lo que queda de la antigua democracia española. Con la ayuda, naturalmente, del nacionalismo chupóptero catalán y vasco y de los comunistas instalados en el Gobierno. ¿Y que es un comunista con poder en una democracia sino un destructor de las bases que sustentan, que hacen posible esa democracia?

La “maduración” final del régimen sanchista sólo necesita neutralizar a los pocos jueces que se atreven a hacerle frente, y organizar un pequeño fraude en las próximas elecciones generales

Cómo iba a ser España una democracia, repito, si una región española no cumple con las leyes del país y prohíbe el idioma del país. Una región cuya policía no sólo desobedece las órdenes de los jueces sino que colabora en la fuga de un delincuente que accede ilegalmente al país. Cómo va a ser una democracia España si los jueces o los fiscales aún no vendidos económica o ideológicamente al sanchismo o progresismo, son incapaces de castigar esa longaniza interminable de evidentes traiciones contrarias a España y a los intereses de los ciudadanos españoles.   

Seamos realistas, la “maduración” final del régimen sanchista sólo necesita neutralizar a los pocos jueces que se atreven a hacerle frente, y organizar un pequeño fraude en las próximas elecciones generales. Por lo que hemos visto de Sánchez y su pandilla corrupta y antiespañola, ¿alguien cree que no lo hará? ¿En serio?

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