Opinión

La secta de la Moncloa

A Pedro lo protegen, lo aúpan, lo arropan, lo adoran. Unos por lo que tienen para ganar y otros por lo que tienen para perder

  • La militancia socialista, rendida ante Sánchez -

Sánchez monta una fiesta socialista y el asunto es: ¿Qué hacemos con un partido que en realidad se muestra eufórico con su líder en el peor momento de su desastroso gobierno?

No vale de nada marcarle las mentiras, las trapisondas, las maldades, las medias verdades, la desinformación, el descaro, la infamia, la ignominia. No vale de nada seguir marcándole esos puntos al señor Sánchez, porque no es más que entrar en su juego.

Así las cosas y mientras tanto, no hay quien diga lo que el español medio quiere escuchar. Una de las razones por las que creo que no hay quien diga lo que hay que decir ni pueblo que haga lo que hay que hacer, es porque no ha llegado el momento. Todavía no ha llegado el momento. ¿Saben por qué eligieron los argentinos a Milei? No porque tuvieran un dedo en el trasero, sino porque ya no les entraban dedos.

Los españoles todavía no llegaron a ese punto. ¿Qué pueden hacer con un tipo así? Todavía lo toman, en cierto modo, con admiración, ¿no? Porque a él no se lo come nadie. En el Congreso hace unos días apenas, se cruzaron él y Feijóo. El vídeo que hicieron circular sin duda los del PSOE, es cortísimo. Allí se ve cómo le habla (en su peor momento) Sánchez, a Feijóo.

Este punto es crucial en política: a veces, la repetición de críticas sobre un mismo tema refuerza la narrativa del criticado, especialmente si domina el escenario mediático

El azul quiere mostrarse firme y dice cosas ciertas. Claro que tiene razón. Toda la razón. Pero si vieras todo sin habilitar el audio, verías que hay un tipo seguro de sí mismo, que habla con entrenada convicción gestual, que sabe articular gestos con palabras. Y verías a otro que titubea, que mira el papel, que no está muy seguro de cómo rematar.

Evidenciar las falencias, contradicciones o desinformaciones de Pedro Sánchez no parece surtir efecto alguno porque se convierte en un juego dentro de su terreno. Este punto es crucial en política: a veces, la repetición de críticas sobre un mismo tema refuerza la narrativa del criticado, especialmente si domina el escenario mediático.

Para muestra un botón. La hemeroteca de Sánchez no vale nada, aunque haya dicho todo lo contrario de lo que hace hoy. Pero de nada vale, de nada vale que te lo haya repetido mil veces. Igual que Chávez antes de asumir el poder total. Pieles de cordero que al fin caen.

Sánchez aparece blindado por dos razones: a) Una narrativa consolidada y un manejo mediático que lo posiciona como un líder seguro, a pesar de las acusaciones y el escándalo cotidiano que ocurre todo a su alrededor. b) La falta de una oposición eficaz que ofrezca líderes y alternativas claras y contundentes, más allá de señalar errores que, en mi opinión, no resuenan en la ciudadanía.

Su mujer está imputada, otro líder la escondería. Sánchez la muestra mucho más desde que está investigada por un juez. Antes no la mostraba tanto. O sea, que a él le viene bien, se victimiza, es atacado, y sus acólitos juran dar la vida por él

Es inútil decir que es mentiroso. Es inútil decir que es corrupto. Es inútil reconocer que es un excelente actor, porque todos lo sabemos. Y ni hablar de su audacia, de ese doblar todas las apuestas con pilas de fichas, que son de todos los españoles, como si fueran propias.

Su mujer está imputada, otro líder la escondería. Sánchez la muestra mucho más desde que está investigada por un juez. Antes no la mostraba tanto. O sea, que a él le viene bien, se victimiza, es atacado, y sus acólitos juran dar la vida por él. La “mise en scene” del congreso partidario estuvo fenomenal. El relato es sensual, contiene al amor, y unos cuantos españoles aplauden fanatizados por su líder, por su cargo y por su paga, claro está. Según su relato épico, este ataque de la ultraderecha incluso ha transformado a Begoña en heroína.

Entonces se unen los fanáticos, los ultras, los círculos concéntricos más cercanos se cierran en banda alrededor del líder. Alzan sus escudos, abren las maletas antibalas, aunque no haya quien sepa disparar, a Pedro lo protegen, lo aúpan, lo arropan, lo adoran. Unos por lo que tienen para ganar y otros por lo que tienen para perder, incluida su propia libertad.

Pedro es un autócrata cada vez más radical. Apuesta a lo sectario y lo sectario es ciego. No está ocupado en ninguna otra cosa

Las sectas políticas se tornan peligrosas porque, más tarde o más temprano, hasta el propio líder pierde el control de las bandas que él mismo ha creado y alimentado. Pedro es un autócrata cada vez más radical. El apuesta a lo sectario y lo sectario es ciego. No está ocupado en ninguna otra cosa. Lo que está fallando es la política, que hoy que no encuentra caminos efectivos para ofrecer a la ciudadanía un modo de detener el deterioro del sistema del que se ocupa la banda de Sánchez.

En política, el blindaje de un líder como Sánchez no se desmantela con denuncias repetitivas ni indignación al por mayor. Hace falta un liderazgo que inspire, que tome el pulso al ciudadano común y le ofrezca una salida tangible al desencanto. Mientras tanto, seguimos jugando en su terreno.

Y aquí entre nos: hoy, cuando el árbitro es el líder, el balón es la narrativa y el campo es la opinión pública, la oposición lleva chanclas en vez de tacos. Así no hay partido que se gane.

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