El Presidente de la Junta de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, advirtió que todas y cada una de las medidas legislativas, judiciales, policiales y sociales que están al servicio de la protección de la mujer frente a las amenazas y agresiones de sus parejas o exparejas están contribuyendo a salvar muchas vidas y la integridad física de muchas mujeres. “No se equivoquen” añadió el presidente castellano manchego queriendo salir al paso de parte de la ciudadanía que, ante la avalancha de asesinatos por violencia de género, sospechan que todas esas medidas son inútiles a la hora de detener la agresión o el asesinato.
Lleva razón García Page. Y de su discurso se deduce que, si no fuera por tanta gente dedicada a la protección de las mujeres, serían muchísimos más los crímenes que en 2022, como en años anteriores, siempre llegan o pasan la fatídica cifra de cincuenta. De igual manera tenemos que suponer que si, a pesar de la legislación se sigue asesinando a mujeres, será porque no es suficiente todo lo que se hace –y se hace mucho- para evitar el fracaso de una sociedad que no ha sido capaz de generar individuos que se comporten como seres humanos y no como animales.
Un tiro en el pecho o en la cabeza o un salto desde un sexto piso, como la pobre mujer que murió en esas circunstancias, y se acabó
Las leyes no amedrentan al imbécil que decide matar a su pareja o expareja y luego intentar o conseguir suicidarse. Quienes no consiguen morir después de matar es porque su cobardía no solo le lleva a asesinar sino a mancharse los pantalones en su parte trasera evitando el final. Si no se mata es porque le dio miedo; él mismo vio lo sencillo que resulta morir. Un tiro en el pecho o en la cabeza o un salto desde un sexto piso, como la pobre mujer que murió en esas circunstancias, y se acabó.
Las leyes no enseñan lo que cualquier ser humano debería saber: la mujer no pertenece a nadie. Lo debería entender cualquiera por muy necio que se sea. Desgraciadamente siguen existiendo cretinos que no lo han entendido. Seguramente la única razón que anima al asesino despechado es aquello que decía una antigua copla: “la maté porque era mía y si volviera a nacer, la volvería a matar”. Nadie les ha educado para que se metan en su cerebro la idea de que nadie pertenece a nadie y nadie tiene derecho a interrumpir la vida de nadie por un asqueroso sentido de propiedad.
Las leyes reprimen y sancionan, pero no educan. Por contra, los centros escolares serían un magnífico recipiente donde los escolares podrían entrenarse para entender el concepto de igualdad de género y el repudio a la violencia machista. No para que se estudien como una asignatura más, sino para que los propios escolares, dos días por curso escolar, se adueñen de los centros para organizar foros multidisciplinares sobre esos dos asuntos tan relevantes para una educación en igualdad de género. Un día lectivo, en el primer cuatrimestre, y otro día en el segundo, los alumnos se olvidarían de las asignaturas básicas para organizar con ayuda de profesores y AMPAS conferencias, obras de teatro, cortometrajes, ensayos, mesas redondas, conferencias, etc., en la que participen Jueces, Fiscales, Psicólogos, mujeres maltratadas, hijos de mujeres asesinadas, periodistas, Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado, parlamentarios, etc., con el objetivo de que los alumnos, en todos los niveles de la educación, incluidos los universitarios, se mentalicen y conciencien sobre lo repugnante de quienes utilizan su fuerza y su cobardía para matar a mujeres indefensas o para maltratarlas sin apenas reproche social a excepción de los consabidos minutos de silencio guardados algo más de cincuenta veces por año.
Laboratorios contra la maldad
Estoy convencido de que un aprendizaje de ese tipo arrojaría a la sociedad a un tipo de alumnado que podrían con toda razón adoptar el sagrado nombre de ciudadanos.
Es una experiencia que nunca se ha ensayado. Que apenas significaría incremento económico para los gastos de los centros educativos y universitarios y que reforzaría la educación que los padres tienen la obligación de proporcionar a sus hijos, y los centro de amplificarla. En definitiva, de igual manera que en los centros existen laboratorios de física, de química, de ciencias naturales, debería ser obligatorio que existieran laboratorios para la igualdad de género, gestionados y desarrollados por los propios alumnos. No costaría nada probar como experiencia contra la maldad de los hombres que se sienten dueños de las mujeres.
Jorge P
Menuda excrecencia intelectual.
Yorick
Laboratorios escolares contra el socialismo. Obligatoria la entrada con mascarilla.
Yomismo
¿Has oído hablar alguna vez del moro Mussa? Pues este, el musta, es su primo hermano.
Kubrik
El problema, sr. Ibarra, es que uds. los socialistas confunden enseñanza con adoctrinamiento. Si tenemos que confiar en el éxito de su propuesta, basándonos en el que está teniendo su política educativa en los logros y nivel académicos conseguidos, ya me dan sudores fríos.
Harry
Sr. Rodríguez, suelo leer sus artículos de opinión, en alguno entiendo y comparto lo que plantea y en otros, como es el caso del artículo de hoy, no lo comparto lo más mínimo. El problema que se describe en el artículo, bajo mi punto de vista, no se soluciona convirtiendo los centros escolares en "laboratorios" para combatir la violencia sexual hacia las mujeres. Que se deban promover actividades variadas para concienciar, sí, y ya se hace. Entre las diferentes razones por las que considero que los centros no deben ser "laboratorios", hay una que se puede interpretar como inicial, ya que partimos de que un alumno está sometido, por lo menos a dos discursos normativos; el de la familia y el de la escuela, y si los progenitores están separados, es posible que hasta tres discursos diferentes. Si estos discursos normativos no son congruentes se genera en el pensamiento y el proceder del alumno una discrepancia, que en la mayoría de los casos termina imponiéndose en el alumno el discurso de la familia, primer agente socializador. Convertir los centros educativos en espacios donde se pretenda corregir las deficiencias de la sociedad adulta es cuanto menos un desprósito. La solución no pasa por trasladar a los colegios o institutos toda la responsabilidad de quienes son unos irresponsables. Los centros escolares son lugares donde se enseñan áreas con base científica, con la salvedad de la religión... Si seguimos por estos derroteros en los colegios o institutos las áreas con base científica pasarán a un segundo lugar. Espigando en el artículo, encuentro curioso que afirme que "las leyes reprimen y sancionan, pero que no enseñan", en base a esto, me pregunto si usted cuando fue presidente de Extremadura, fue un represor y sancionador. La más humilde opinión de alguien que lleva unos años al servicio de la sociedad como docente.
vallecas
No me cabe el la cabeza como se puede estar tan equivocado D. Juan Carlos, quizá porque le tengo una estima equivocada. Nos van a dar cursos a los pacíficos por lo que hacen los violentos. Yo creo que se han vuelto locos, criminalizan a los hombres. ¿Dar cursos en los colegios de que no se debe matar?? Es un artículo aberrante y poco acertado. Así no se soluciona nada. Menos mal que usted no es Doctor en Medicina, porque viendo como diagnostica todos sus pacientes acabarían muertos.
NormaDin
Vamos, vamos, Sr. Rodríguez Ibarra, Ud. se pone estupendo, teniendo en origen su parte alícuota de responsabilidad por alumbrar el actual circo del género y la génera. Un dispositivo que no protege a las féminas, su objetivo es otro: culpabilizar a los varones por serlo. Ingeniería social totalitaria.