Opinión

Liberté, Égalité y Fraternité, también para Didier

No tiene sentido que Francia, el país de la “libertad, igualdad y fraternidad”, diga que unos niños siendo felices constituyen una amenaza para ciertas mujeres o que son inapropiados

  • Un niño español con síndrome de Down durante los primeros meses de la pandemia, en mayo de 2020. -

Cuando conocí a Didier, él solo tenía cuatro años. Era un niño cariñoso que sonreía a todo el mundo, aunque apenas sabía hablar. Sus padres lo adoptaron y lo trajeron de un orfanato de Guinea.

Una de las primeras palabras que aprendió a pronunciar fue “yogur”. No había comido ninguno hasta que vino a España y le volvían loco. Era muy divertido ver cómo descubría cosas nuevas, siempre con una sonrisa que ofrecer.

Al principio Didier jugaba con niños de su edad, pero según pasaban los años y los niños crecían, Didier se iba encontrando solo. No se enfadó ni se puso triste: aprendió a hacer nuevos amiguitos. Cuando los niños alcanzan esa edad en la que ya no quieren jugar a cosas de niños, Didier sigue jugando a esas cosas de niños, pero con los más pequeños. Es increíble cómo lo ha aceptado de un modo tan natural. Pero lo más sorprendente es que todos los chavales le quieren, aunque ya no jueguen con él a cosas de niños. Se hace querer.

A Didier le gusta mucho bailar, cantar y actuar. Va a clases de baile, canto e interpretación. En las fiestas del pueblo es el primero que comienza a bailar, que viene muy bien eso de que salga alguien a romper el hielo y anime a los demás a levantarse de la silla. Y baila solo o con cualquiera que le quiera acompañar, siempre sonriendo.

Yo no he tratado nunca con otro niño como Didier, así que no sé si los demás que son como él, son realmente como él: cariñosos, divertidos, sonrientes, extrovertidos, educados…

Quince personas con trisomía 21, en diferentes idiomas, hablaban con una mujer embarazada de un niño con esta misma circunstancia, para tranquilizarla sobre su futuro: pese a tener síndrome de Down podían ser felices

Llevo una semana pensando mucho en él. Me ha sorprendido la censura que ha avalado ahora el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por la que no pueden emitirse en Francia anuncios contra el aborto en los que aparezcan niños, como Didier, siendo felices. Disculpadme si no uso la palabra adecuada, no estoy familiarizada con cómo es correcto llamar a las personas con síndrome de Down, yo es que las llamo por su nombre.

Toda esta historia se remonta a marzo de 2014, por un vídeo titulado “Querida mamá”, en el que quince personas con trisomía 21, en diferentes idiomas, hablaban con una mujer embarazada de un niño con esta misma circunstancia, para tranquilizarla sobre su futuro: pese a tener síndrome de Down podían ser felices. El Consejo Superior Audiovisual prohibió la difusión del vídeo en un contexto publicitario. Lo consideró inapropiado, argumentando que esa felicidad “probablemente perturbaría la conciencia de las mujeres que habían tomado diferentes opciones legítimas de su vida personal”. Ahora Estrasburgo ha avalado esta censura.

No es lógico que una sea lo suficientemente libre, madura y segura para decidir abortar y lidiar con ello, pero no para lidiar con la felicidad de un niño en un anuncio

Más allá de las leyes y los derechos, yo necesito que las cosas tengan coherencia para poder entenderlas. Y a todo esto yo no le encuentro ninguna lógica.

No tiene sentido que Francia, el país de la “libertad, igualdad y fraternidad”, diga que unos niños siendo felices constituyen una amenaza para ciertas mujeres o que son inapropiados. Tiene aún menos sentido que Europa, que tanta murga nos da con la diversidad, la igualdad y la integración, considere que es correcto esconder que unos niños con una discapacidad concreta pueden ser felices. Me pregunto si también habría que esconder su felicidad si en lugar de ser niños como Didier fueran niños sordos, ciegos o cojos… o qué sé yo.

Pero aún me deja más perpleja la mayor incoherencia de todas: afirmar que es inapropiado porque puede hacer que se sientan mal mujeres que se han sometido a un aborto, al saber que en su vientre tenían un bebé con síndrome de Down. Si esto se hace por proteger a las mujeres, debería prohibirse entonces la publicidad en la que cualquier niño aparezca feliz, incluso niños sanos y sin discapacidades. No vaya a ser que perturbemos a una mujer que decidió abortar solamente por estar embarazada. No es lógico que una sea lo suficientemente libre, madura y segura para decidir abortar y lidiar con ello, pero no para lidiar con la felicidad de un niño en un anuncio.

Yo creo que esta medida no protege a nadie. Es más, creo que es muy dañina porque oculta una verdad: estos niños son felices y hacen felices a quienes les rodean. Pero es que ya solo nos faltaba que el Estado quiera proteger también nuestras conciencias. No sé vosotros, pero yo estoy cansada de que me infantilicen constantemente y tampoco me agrada la idea de vivir en una sociedad donde hay que proteger a las mujeres de sus propias decisiones.

He estado pensando mucho en Didier estos días. Pensando en que siempre le veo feliz y contento. Únicamente le he visto una vez triste. Fue la tarde que vino con su padre a darnos el pésame, a mi madre y a mí, al enterarse de que mi padre había fallecido 10 meses atrás. Fue bastante traumático porque no sabían que mi hermano Félix nos había dejado hacía apenas dos meses y se lo dijo mi madre después de recibir las primeras condolencias.

No se me olvida la cara de Didier. No se me olvidan sus palabras, que le salían del corazón, ni el abrazo que me dio:

- Ay, Rosa, lo siento mucho. Yo quería mucho a José María y a Félix.

- No llores, Didier, ya lo sé, cariño, yo también los quería mucho.

-Yo no quiero que se muera nadie. No quiero que se muera mi papá.

- Tu papá está bien, Didier, y te quiere mucho.

Supongo que no quieren mostrarlos felices, pero esta tristeza tampoco la admitirían, porque es casi más reveladora que cien de sus sonrisas.

Didier, tú sigue cantando, bailando y actuando, porque es lo que te hace feliz y es maravilloso verte feliz. Y a lo mejor algún día te veo en una película en el cine y me río a carcajadas de la “Liberté, Égalité, Fraternité” y de la diversidad, la inclusión y la madre que parió a toda esa panda de hipócritas.

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