El parlamento catalán ha prohibido que en sus máquinas de vending se expendan los Conguitos que hicieron las delicias de generaciones de españoles. “Es racista” dicen los puristas que no ven problema en arrancar la lengua materna de un niño mientras que, en cambio, los Conguitos les parece peligrosísimo para la chavalería. Por si usted ha vivido en Venus, el conguito es un cacahuete saladito envuelto en un delicioso chocolate. Todos cantábamos su jingle – estaba entre los diez productos más vendidos de España – y decíamos “Somos los conguitos y estamos requetebién, vestidos de chocolate con cuerpo de cacahué, somos redonditos y siempre vamos a cien”.
Los que se la cogen con papel de fumar prohibieron el spot en las teles y ahora también que se vendan en el parlamento catalán. Eso, por no hablar de la cancelación que sufrimos con la canción del Cola Cao, que decía “Yo soy aquel negrito del África Tropical que cultivando cantaba la canción del Cola Cao”. Racializar personas, dicen, en estos casos unos cacahuetes y un cartoon recolector de cacao que, por mucho que se empeñen los woke, jamás será oriundo de un fiordo noruego. Existe una censura terrible y, lo que es peor, estúpida que nos deja en un limbo extrañísimo. Porque, si Soberano ya no es cosa de hombres ¿será cosa de mujeres? No nos lo dicen. ¿Será cosa de mujeros, mujeris o demás géneros? Es muy confuso y la ideología woke, que solo sabe enmierdar las cosas y crear falsas polémicas es incapaz, empero, de aportar claridad sobre las sombras que proyecta. Y esperen, que se acercan navidades y reyes y con ellos los anuncios de juguetes. Imagine que tiene usted una niña que se reclama de sexo masculino binario y le pide a los Reyes una pistola de rayos. Porque quiere conquistar planetas repletos de alienígenas heteropatriarcales. ¿Sería bueno que la tuviera para reafirmar su opción sexual o mejor declinar por el no a la guerra?¿Qué hacer si un hijo, hija o hije se declara asexual y pide las obras completas de Pedro de Répide? Que esa es otra, a ver que libros hay que pedirles a Papa Noel. ¿Lo de los camellos y los renos no es explotación animal? ¿El Monopoly no es una incitación al capitalismo de carácter fachoso?¿A los Reyes, en lugar de la copita de anís o de la coñá, no sería más ecológico dejarles un vasito de kombutcha? ¿Hay que sustituir el asado navideño por tofu? ¿No sería mejor en lugar de los villancicos cantar canciones de Ismael Serrano?
Muchas preguntas. Si acaso, les sugiero que vayan preparando un surtido de DVD y desdeñen las programaciones políticamente correctas: “Qué bello es vivir”, “La jungla de cristal I” – peli navideña diga lo que diga Bruce Willis -, “El prisionero de Zenda”, con Stewart Granger y James Mason interpretando al villano Rupert de Hentzau que al final te cae bien, el Cuento de Navidad de Michael Caine, un festival Mickey Mouse y Pato Donald, “El sueño eterno”, “Los violentos de Kelly”, “Rio Bravo”, “La vuelta a mundo en ochenta días” con David Niven y Cantinflas, sin olvidar a Shirley MacLaine, y esa maravilla que es “Un cadáver a los postres”. Buen cine, buenas historias, acción, emoción, aventura, romance
Y, claro está, una bandeja enorme de Conguitos, polvorones, nevaditos, hojaldrinas, almendras garrapiñadas, yemas, turrones y barquillos. Dejemos que los progres atacados por la neurastenia se las apañen solos evitando que nos contagien su neurastenia. ¡Vivan los Conguitos y viva España, carajo!