Un buen guionista de ficción lo es en tanto consigue que el espectador se olvide de la realidad y esté dispuesto a admitir lo que el argumento le propone. En este sentido, los que hacen el guión desde Moncloa para ser distribuido luego por los medios de comunicación amigos son unos hachas. Bien, y algunos voceros/voceras de dichos medio, también. Porque en ocasiones superan el guión recibido, dando versiones corregidas y aumentadas que serían el pasmo de aquellos narradores orientales de los que habla Gerard de Nerval, hábiles en el arte de la ficción, que se refugiaban en el zoco para contar historias de pérfidos hechiceros y princesas candorosas – cuando no de hechiceras malignamente seductoras y príncipes modelo de castidad – haciendo las delicias del pueblo. En la fantasía de quien esto escribe me imagino a Bolaños con turbante y túnica, escribiendo en un zaquizamí monclovita lo que debe decirse en cada momento para desviar la atención de la ciudadanía de lo sustancial. Porque el truco siempre es el mismo: que no se hable de lo que puede hacerle daño a Sánchez. Con la corrupción que le rodea han intentado de todo y más. Pero con la DANA se han superado. El mantra que los cuarenta principales del sanchismo, a saber, RTVE, SER, lopaís et altri se han lanzado a propalar cual caballería británica en Balaclava es de vergüenza ajena.
Ahora resulta que, según oráculos como Silvia Intxaurrondo, el estallido de rabia contra Sánchez que todo el mundo pudo ver retransmitido en directo era, en realidad, contra el Rey. Bien, y contra Mazón, añadiendo que además quienes gritaban eran grupúsculos de extrema derecha, ya saben, ese fascismo rampante que tiene en Pedro el más sólido valladar de todo el occidente defensor de la Agenda 2030. Era difícil encontrar un embuste – propaganda negra, se llama en términos técnicos – que pudiese contrarrestar la imagen de un presidente de gobierno cobarde, sin saber qué hacer, abandonando al jefe del estado a su suerte, llevándose la mayor parte de la escolta con él y fingiendo que le habían destrozado el coche cuando en realidad no era el vehículo en el que iba. Pero el ingenio es hábil, a qué negarlo. Añadiendo que “habían pegado a Pedro”, consigna que el coro de plañideras ha entonado a la vez cuando nadie pegó a Pedro y lo único que sucedió es que alguien arrojó un palo o una pala a la espalda de un escolta. Pero como la verdad, aunque revolucionaria, no se acomoda a los intereses del sátrapa y su corte de mantenidos y mantenidas, lo mejor es desviar la atención, hacerse las víctimas y aquí no ha pasado nada. Pero pasó. España y el mundo entero han visto lo que es Sánchez, un dirigente que se rila a la primera de cambio, que no tiene lo que hay que tener para aguantar cuando vienen mal dadas y al cual, seamos sinceros, no es que le venga grande el cargo, es que le vienen grandes los pantalones. Era bochornoso ver la rueda de prensa en la que Sus Majestades y Mazón llevaban los zapatos y las perneras de los pantalones manchados de barro mientras Sánchez los lucía impolutos.
Ahora el Rey piensa visitar Chiva, otra de las grandes damnificadas. Sería un ejercicio sociológico curioso ver, si acude solo, con la reina o con la princesa Leonor, cuánta gente le increpa, chilla o llama “asesino”. Porque se lo decía la gente a Doña Letizia “no va por ustedes, no va por ustedes”. Venga, Pedro, deja que vaya el Rey solo que a ti, al fin y al cabo, te importa un huevo de avestruz lo que le pase a la gente mientras ti sigas en el cargo. Y luego acude tú solo. A qué no hay pelendengues, campeón.