Opinión

MAR y la fragilidad del cristal periodístico

Fíjense vuesas mercedes si han sido condiscípulos de Ayuso en el parvulario, en la EGB, si han vivido a menos de un kilómetro de ella, si se la han cruzado por la calle, si le han vendido cuarto y mitad de pechuga de pollo o si la han sa

  • Miguel Ángel Rodríguez

Fíjense vuesas mercedes si han sido condiscípulos de Ayuso en el parvulario, en la EGB, si han vivido a menos de un kilómetro de ella, si se la han cruzado por la calle, si le han vendido cuarto y mitad de pechuga de pollo o si la han saludado. Por menos de esto la zurdería montada del Canadá te exige la dimisión. Vamos, que van a por la muchacha. Con tal de no hablar de Koldo, Tito Berni, las mascarillas de Illa y ya no digamos de Begoña, andan los medios – algunos, no todos – con los dedos que se les vuelven huéspedes con tal de perjudicar a la líder más popular de todos los populares, valga la redundancia. Ahora le ha tocado a Miguel Ángel Rodríguez, jefe de gabinete de la presidenta, al que acusan de “presionar” a una periodista de elDiario.es. “Os vamos a triturar, vais a tener que cerrar”, vocean los de ese diario que se declara de centro izquierda, lo que ya es tener valor. Que Dios les conserve la oreja, porque la vista la tienen irremediablemente perdida. Los Escolar’s Boys andan con el tole tole y no pasa día sin que acusen a Ayuso y su entorno de todo menos del asesinato de Kennedy.

Vamos a ver, Miguel Ángel ha reconocido que sí, que esos mensajes que le puso a la periodista son suyos, pero que se conocen desde hace más años que el hilo negro y que a ver si uno no puede cabrearse con una amistad de tantos años sin que eso suponga pegarle a un padre con un calcetín sudao. Si hay confianza, como es el caso, uno se puede decir lo que quiera, que luego lo arreglas con unas cañas y punto pelota. Ah, pero el periodismo de izquierda, perdón, de centro izquierda, es frágil cual cristal de Bohemia, cual flor de cerezo, cual sutilísimo cabello de la Magdalena, y el bueno de Escolar, esteta de la profesión, le ha echado los perros a MAR. Estas cosas pasan en los medios instrumentalizados por los poderosos.

¿Qué MAR ha dicho cuatro cosas a una periodista? Bueno. ¿Qué a un amigo se le pueden decir? Pues claro

En mi Cataluña natal era normalísimo que cierto director de un diario, por entonces bastante importante y que ahora solo sirve para ponerlo en el suelo cuando han fregado, amenazase a sus redactores cuando escribían algo que fuera en contra del omnipotente y ahora parece que amnistiado Jordi Pujol. “Me ha llamado el president y yo no tengo por qué aguantar que me llame la atención por tu culpa”. Ah, Pujol gran hombre que se hacía el mismo las entrevistas y las enviaba, como recoge Lluís Foix, ex director de la Vanguardia, en su libro de memorias Aquella porta giratoria donde describe lo que era sufrir la bota del que manda. Nunca ví ni leí ni escuché al Colegio de Periodistas catalán ni a ningún medio nacional protestar. Y mucho menos a los sindicatos o a los partidos de izquierda. A comer y a callar.

¿Qué MAR ha dicho cuatro cosas a una periodista? Bueno. ¿Qué a un amigo se le pueden decir? Pues claro. ¿Qué no creemos que el diario de Escolar dependa de eso? Seguro. Pero lo que antes se llamaba castellano recio o carácter fuerte ahora esas flores de pitiminí del periodismo sanchista lo denominan lenguaje poco apropiado, heteropatriarcal y filofascista y a tener carácter ser machista, homofóbico, hidrofóbico y metabólico. En serio, ¿tan desesperados están que han de exigir la dimisión de Miguel Ángel por esa chorrada entre amigos? ¿O es que cuando ellos hablan con los comisarios monclovitas, que hablan y mucho, lo hacen en alejandrino? ¿Habla con educación versallesca Patxi López a los periodistas que no son de su cuerda en el Congreso?  Lo digo porque si nos ponemos exquisitos o empleamos el manual del buen cortesano del Duque de Saint Simon en las conversaciones entre políticos y gacetilleros o dejamos que cada uno se cisque en el fielato de quien considere más oportuno empleando con liberalidad el uso de palabras gruesas, finas o talla cadete.

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