Unos dicen que es cobardía. Otros, que soberbia. Son más los primeros. Fernando Grande-Marlaska no se caracteriza por su gallardía y es muy mentada su perversidad. Pasaba por ser un juez de probada rectitud y hasta de no innoble trayectoria. Ahora anda sumido en el fangal del descrédito, allá adonde incluso los que caen muy bajo no llegan. Su rectitud quedó más doblada que la curva de don Simón y su honor se oxida entre la quincalla del chatarrero.
Ha asumido con espantable docilidad su condenado papel de ejecutor de los planes del presidente, algunos de ellos de notable crueldad. Tan crucial tarea acumula jalones hediondos, momentos que mueven a la repulsión. El espanto se amontona. El último de ellos, el del cese del coronel Diego Pérez de los Cobos, héroe contra el golpismo catalán, le ha costado un severo reproche en los tribunales. Tanto, que la sentencia califica de 'ilegal' el comportamiento del ministro. Decapitó profesionalmente al alto oficial de la Guardia Civil porque investigaba, a instancias judiciales, las múltiples marrullerías de Illa, don Simón y el exdelegado Franco, en los albores de la pandemia y, muy en especial, porque los separatistas sediciosos reclamaban su cabeza, con el tricornio reluciente sobre la bandeja de la humillación.
El pacto con Bildu obliga a estas penalidades. El azorado ministro impulsa este trasiego de criminales. Ya van 160. El 80 por ciento de los etarras cumple ya prisión allá donde reclama
Restallaba la bofetada de la Audiencia sobre la bien cuidada mejilla del ministro cuando se conocía el último episodio de los viernes de la vergüenza, los traslados de terroristas sanguinarios rumbo a prisiones cerca de su casa y de su amachu. Quien las tuviere. Debido a la Semana Santa, las procesiones de los viernes se trasladaron al miércoles para no hacer esperar a Francisco Xabier García, alias 'Txapote', asesino de Miguel Ángel Blanco , Ordóñez, Buesa y Múgica, inquieto en su celda de Huelva donde cumplía quinientos años de condena. El pacto con Bildu obliga a estas penalidades. El azorado ministro impulsa este infame trasiego de criminales. Ya van 160. El 80 por ciento de los etarras cumple ya prisión allá donde reclama. El titular de Interior asume la vileza y calla cuando le preguntan.
No es el lechero
La semana de pasión se completaba con el ejercicio de la patada en la puerta, otra curiosa artimaña de Marlaska, juez latente, que ni Corcuera ni Fernández Díaz fueron capaces de llevar a efecto. Ahora cuando a las cuatro de la madrugada golpean una puerta, no es el lechero. Son los agentes de Marlaska en busca de disidentes del decreto de alarma. Más cerca de Venezuela que del Reino Unido, más próximos al despotismo que a una democracia occidental.
¿Cobardía o arrogancia? Quizás ambas cosas. ¿Qué importa? "Todo lo golpea, pues todo lo teme", advertía Tucídides sobre los espíritus poco valerosos. No todos pueden ser Ayax. Marlaska, desde luego, dista mucho de ello. Está entregado a los designios de Sánchez, a quien nada le niega, poco le discute y jamás contradice. Es el perfecto 'sí señor', el ferviente cumplidor de tantas consignas degradantes, el distinguido palanganero de una línea política que, según avanzan las semanas, parece conducir al desolladero.
Lo que no lograba Casado ni por asomo lo ha conseguido Iván en un plisplás. Con la ayuda, eso sí, del entregado Marlaska y sus movimientos represivos. El PP ya ha ocupado el centro
Iván Redondo, a quien tanto le debemos, ha sanado a Sánchez de los males del insomnio. Iglesias ya no está allí. Sin embargo en Moncloa apenas se descansa con placidez. La gran operación política de 'rumbo al centro', adiós a Podemos y bienvenida sea la moderación, ha fracasado antes incluso de arrancar. Es el PP quien se merienda a Ciudadanos, luego de la pifia murciana. Lo que no lograba Casado ni por asomo lo ha conseguido Iván en un plis-plás. Con la ayuda, eso sí, del entregado Marlaska y sus movimientos represivos. El PP ya ha ocupado el centro. Tres de cada cuatro votos naranjas se pasan a Díaz Ayuso, según los demóscopos. Sánchez tendrá ahora que pulverizar a Iglesias si pretende salir vivo de la batalla de Madrid.
No cesará a Marlaska. En los cuarteles del sanchismo a estos turbios malvadillos jamás se les degrada. El ministro de 'chapote', muy poco hábil en el regate y demasiado torpe en la táctica, ha producido un tremendo cimbronazo en la nave nodriza del Ejecutivo, en plena campaña de unas elecciones decisivas. Un cúmulo de despropósitos en cadena. Traidor a las víctimas, él que fue la espada flamígera contra el Faisán. Desprecio por la verdad, una hora dedicó a verter mentiras en el Congreso para justificar el sacrifico del coronel y un documento interno le dejó con las falsedades al aire. Tentación totalitaria, convertido en abanderado del patadón chavista, de la violación del domicilio al estilo putinesco. Tres oprobios que pasarán factura. Alguien ya empieza a ver que también lo indestructible perece.