Opinión

La mayor inmoralidad de toda la democracia

Hoy, jueves 30 de mayo, es uno de esos tres días del año que brillan más que el Sol, eso asegura la tradición. Quiere la casualidad que mientras la fiesta del Corpus Christi se celebra en España entre aromas de tomillo, azahar y pétal

Hoy, jueves 30 de mayo, es uno de esos tres días del año que brillan más que el Sol, eso asegura la tradición. Quiere la casualidad que mientras la fiesta del Corpus Christi se celebra en España entre aromas de tomillo, azahar y pétalos de rosa, en el Congreso de los Diputados, un grupo de diputados socialistas, bajo los lisérgicos efectos del tufo que generan el fango, el cieno y el marjal, y liderados por un mentiroso compulsivo, cierran para la historia uno de los actos más inmorales, para muchos el más inmoral, desde que tenemos memoria democrática. La aprobación de una ley de amnistía redactada a la medida de un prófugo de la justicia que declaró la republica catalana después de intentar romper la unidad de España y su ordenamiento jurídico.

Los que éramos jovencitos en la Transición y hoy pasamos de los sesenta y peinamos canas, hemos visto actos repugnantes, verdaderamente execrables cuando no incomprensibles. Este es el más grave.  

Vivimos un golpe de estado, el de Tejero y Armada, pero supimos defendernos con la Constitución en la mano. Los golpistas fueron encausado, juzgados y encarcelados. Cuando salieron de la cárcel todos sin excepción fueron despreciados por la opinión pública hasta el final de sus días. Así pasó con Armada, Milans del Bosch y Tejero, este último, y a pesar de lo que suelen afirmar desde el Psoe, jamás fue indultado porque, aunque el Supremo emitió un informe favorable, el Gobierno de Felipe González se opuso a la concesión al considerar que “el reo no había declarado de forma explícita acatar el orden constitucional”. ¡Ay, la memoria, pero qué justa y cruel resulta cuando se le invoca!  Hay alguien capaz de imaginar la escena: Sánchez ofreciendo la amnistía después de que Puigdemont acatara explícitamente la Constitución. Se explica que en este Psoe detesten tanto a Felipe González.

Si inmoral fue aquello, inmoral resultó el terrorismo. Todos los terrorismos sin excepción, pero especialmente el de ETA, resultan difícilmente clasificables desde el principio de la moralidad política. Todos esos asesinos fueron vencidos y encarcelados después de ser juzgados. Como pasó con los golpistas del 23F, cuando los asesinos etarras salieron de la cárcel, fueron despreciados por los españoles, que seguimos considerando que hay actos que la memoria no puede olvidar y la voluntad perdonar. Cierto, algunos, cuando cumplen condena y vuelven a sus pueblos en el País Vasco, son jaleados por partidos políticos que hoy se asocian con el partido de Sánchez. Mejor no seguir por ahí.

La ley se ha aprobado por un interés político que roza el personal: dame tus siete votos, hazme presidente y te daré lápiz y papel para que redactes tu propia amnistía

Es muy probable que, a esta hora, la ley de amnistía ya esté aprobada, después de que la mayoría que ha conformado el sanchismo con los enemigos de la nación española apoyara semejante acto. No hay mayor inmoralidad política que haber aprobado una ley que fractura la igualdad entre los españoles y los declara indefensos y ridículos fuera de España. Es aún mayor la infamia porque la ley se ha aprobado por un interés político que roza el personal: dame tus siete votos, hazme presidente y te daré lápiz y papel para que redactes la ley de amnistía que declare que el Estado fuel verdadero culpable de aquellos sucesos del 1 de octubre de 2017.

Muchos españoles vivimos hoy escandalizados, víctimas de una anomia constitucional que nos impide entender cómo hemos llegado a este punto. Cómo un Gobierno, tan legítimo como inmoral, ha podido retorcer las leyes para colocar en el poder a un arribista que es, además, el peor presidente de la democracia; para que un mentiroso compulsivo y sin escrúpulos acompañado de una esposa investigada por posible corrupción y tráfico de influencias, y apoyados ambos por un partido irreconocible que ha perdido memoria y principios, hayan amnistiado a Puigdemont. Ese perdón, negado por Sánchez antes de las últimas generales, es el último gran fraude electoral de este país. Si los que votaron a Sánchez están hoy tranquilos es que pasan dos cosas: o no se enteran, o simplemente les parece bien que su voto haya terminado en semejante vergüenza política.  Desde ese punto de vista, y ante el acontecimiento más inmoral de nuestra democracia, Pedro Sánchez no está sólo. En su marjal habitan millones de criaturas que aún están dispuestas a seguir apoyándolo. No sé dónde el tufo resulta más insoportable, si en el feliz y enamorado matrimonio o en las papeletas que los mantienen. No tengo ninguna esperanza en el 9-J. En cualquier caso, hay que estar ciego para no ver que si su esposa no hubiera firmado las cartas de recomendación a determinadas empresas el fango no existiría. Y no hubiera indultado y amnistiado a prófugos y delincuentes, tampoco. Hombre, Sánchez, hombre, ¿y tú preguntas qué es y dónde está el lodo?

La cuestión penal de Begoña Gómez

En todo caso, harán bien en recordar las razones por las que Rajoy fue expulsado de la Moncloa. Por cierto, aquel juez que provocó la moción de censura se llamaba, y se llama, José Ricardo de Prada. El que investiga a Begoña Gómez por corrupción y recibe hoy cartas amenazantes es Juan Carlos Peinado. Si aquello fue fango y formaba parte de la maquinaría que lo genera es algo que desconocemos todos menos, quizá, el actual presidente.

Y un interrogante, si el caso de la esposa del presidente deriva en cuestión penal, ¿qué hará Sánchez? Recordará aquella tarde en la que Rajoy, en un lastimoso final, se fue a tomar unos wiskis a una tasca mientras le echaban del gobierno. Sí, amigo lector, el de hoy es un día triste hasta para recordar.           

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