Uno de los temas favoritos de Donald Trump son los aranceles. Durante su primer mandato fue una de sus medidas estrella. No es extraño. EEUU es un país federal en el que buena parte del poder legislativo y ejecutivo reside en los Estados federados. La otra está en Washington, pero la comparten el presidente y las dos cámaras del Congreso que se contrapesan mutuamente. Esto tiene como consecuencia que no son demasiadas las competencias del presidente. Una de ellas es la defensa. El presidente dirige las fuerzas armadas. Eso incluye la capacidad de desplegar tropas, aunque la declaración de guerra formalmente debe venir del Congreso. Otra son los tratados internacionales. Puede negociar y firmar tratados con otros países, pero estos deben ser ratificados por dos tercios del Senado para que tengan efecto vinculante.
Algo similar sucede con los aranceles. El Presidente no tiene poder para imponer aranceles de manera unilateral sin la aprobación del Congreso, pero puede influir en la política arancelaria de varias maneras. Puede negociar acuerdos comerciales con disposiciones arancelarias, pero estos tratados necesitan ser aprobados por el Congreso, que también los puede enmendar. Cuando el Congreso otorga al presidente la denominada Autoridad de Promoción Comercial puede negociar acuerdos comerciales que luego se votan en el Congreso sin posibilidad de enmiendas. Otra prerrogativa que tiene son las órdenes ejecutivas. El presidente puede valerse de ellas para imponer aranceles en situaciones muy tasadas como, por ejemplo, la seguridad nacional. Esto no necesita ser aprobado por el Congreso, pero si puede revisarlos y anularlos. Otra posibilidad que le queda es la de imponer aranceles temporales para proteger a las industrias nacionales de un daño seguro proveniente del exterior, pero esto también está sujeto a la revisión del Congreso.
Como vemos, es en el exterior donde los presidentes tiene mayor radio de acción y capacidad de decisión, por eso todos se centran en cuestiones exteriores y comerciales ya que ahí tienen menos obstáculos para actuar. Pues bien, tanto en 2016 como este año uno de los temas centrales de la campaña fue el de los aranceles. A Trump no le gusta eso del libre comercio internacional ya que entiende que EEUU importa mucho y exporta poco, y eso supone un coste para los productores locales, sueña con cierto tipo autarquía atenuada en la que su país se autoabastezca de casi todo.
China ya no es la principal fuente de importaciones de Estados Unidos. México ha ocupado su lugar. Esto comenzó en 2018 cuando Trump decretó una serie de aranceles a muchos productos chinos importados
Hace unos días prometió que tan pronto como asuma el cargo impondrá fuertes aranceles a México y Canadá, dos de los países más cercanos de Estados Unidos, (también lo hará con China, pero eso era previsible). En una publicación en su plataforma Truth Social, dijo que el primer día de su presidencia firmará una orden ejecutiva que gravará todas las importaciones provenientes de México y Canadá con un arancel del 25%. Todos los productos: desde una caja de manzanas hasta un cargamento de neumáticos. En una publicación separada adelantó que impondría un arancel adicional del 10% a todos los bienes que ingresen a Estados Unidos desde China, aunque no especificó si ese gravamen se aplicaría en su primer día en el cargo. Dicho arancel se sumaría a los aranceles existentes que Estados Unidos ya ha impuesto a los productos chinos, que han sido unos cuantos desde el año 2017.
Con México y Canadá el comercio es muy intenso por razones fáciles de imaginar. EEUU hace frontera terrestre sólo con esos dos países y las relaciones con ambos son muy fluidas. De hecho, desde el año pasado China ya no es la principal fuente de importaciones de Estados Unidos. México ha ocupado su lugar. Esto comenzó en 2018 cuando Trump decretó una serie de aranceles a muchos productos chinos importados desatando de paso una guerra comercial que aún se deja sentir.
Los aranceles no frenaron la demanda estadounidense de productos provenientes del extranjero. Muchos artículos simplemente encuentran otras formas de entrar en el país. En 2023 las importaciones estadounidenses fueron de 3,1 billones de dólares frente a los 2,3 billones de dólares de 2017. Lo que hicieron muchas empresas que importaban desde China fue trasladar la producción a México, Vietnam o Malasia. El año pasado, los productos procedentes de China representaron el 14% de todos los bienes importados, el porcentaje más bajo en las dos últimas décadas. Pero muchos de los productos que llegan de fábricas de México y Vietnam incluyen componentes originarios de China. Es decir, que en México o Vietnam se limitan a ensamblar y exportar a EEUU con la etiqueta de Made in Vietnam o Hecho en México.
Trump y su equipo saben esto a la perfección, así que se han escudado en que esos aranceles seguirán vigentes mientras sigan entrando en EEUU inmigrantes y fentanilo procedente de México y China. Dijo textualmente que esos aranceles estarán ahí mientras se mantenga esta “invasión” de inmigrantes y fentanilo. Es curioso, pero tanto los unos como los otros no entran por las malas, sino por las buenas. La economía estadounidense depende de mano de obra inmigrante y los estadounidenses demandan muchas drogas. Trump quiere por enésima vez poner puertas al mar y por enésima vez fracasará.
En el caso de México hay un problema añadido que se llama T-MEC, es decir, el Tratado de México, EEUU y Canadá en vigor desde 2020. En este tratado los firmantes se reservan imponer aranceles de forma unilateral por causas de fuerza mayor. El presidente puede imponer aranceles sin autorización del Congreso, pero necesita una justificación económica, comercial o de seguridad nacional. No ha quedado claro cuál de ellas piensa invocar. Seguramente sea la de seguridad nacional.
Pero eso, aparte de agriar las relaciones con sus dos vecinos fronterizos, tendrá consecuencias. El gobierno canadiense recordó que importa más de EEUU que de China, Japón, Francia y el Reino Unido juntos, y que exporta a EEUU en torno al 60% de todo el petróleo que traen de fuera. En México han dicho que tomarán represalias, aunque ahí lo tienen difícil. En 2022 México exportó bienes y servicios a EEUU por valor de 420.000 millones de dólares, pero sus importaciones no llegaron ni a 300.000 millones. Ese año el 77% de las exportaciones mexicanas fueron a EEUU. Con Canadá pasa algo similar. En 2022 importaron de EEUU por valor de 300.000 millones de dólares, pero exportaron por valor de 450.000 millones de dólares. Ambos países tienen un gran superávit comercial con EEUU y un considerable déficit con China. En Canadá hay elecciones dentro de once meses y los liberales de Justin Trudeau lo tienen complicado para volver a ganar. En México hubo elecciones este año, en octubre juró el cargo Claudia Sheinbaum que será quien tenga que gestionar el segundo mandato de Trump. Es de prever que no se ponga tan brava con él como se puso hace un par de meses con el rey de España quien, por cierto, no le ha hecho nada, mientras que Trump siempre que puede sacude a los mexicanos porque los desprecia profundamente.
Decidieron tirar hacia el norte
Si Sheinbaum decide ponerse dura puede presionar a Trump con la inmigración… y con la droga. Lo de la inmigración es más fácil, menos problemático y se lo dan hecho desde Centroamérica. El miércoles pasado una caravana de unos 1.600 emigrantes, la mayoría de ellos provenientes de Venezuela, Honduras y Guatemala salió de la ciudad de Tapachula, en Chiapas, justo al lado de la frontera de México con Guatemala. Los emigrantes van con destino a Estados Unidos y decidieron tirar hacia el norte y llegar a la frontera antes de que Trump jure el cargo en enero.
Esta es la sexta caravana que ha salido del sur de México desde principios del octubre, es decir, desde que Sheinbaum llegó al poder. Algo similar sucedió hace unos años coincidiendo con el primer mandato de Trump, pero las autoridades mexicanas disolvieron todas las caravanas antes de que llegasen al centro de México. Sheinbaum puede poner eso a jugar a su favor, pero aún no sabemos si lo hará.
Desde México entran todo tipo de drogas, pero la que más preocupa en EEUU es un opioide muy potente llamado fentanilo que está haciendo estragos en el país. En China se producen los productos químicos necesarios para fabricar la droga
Con el tema de la droga es más difícil ya que muchos empatizan con esa pobre gente que cruza México para llegar hasta la frontera y es víctima en el camino de todo tipo de abusos, pero, como es lógico, nadie empatiza con los narcotraficantes. Desde México entran todo tipo de drogas, pero la que más preocupa en EEUU es un opioide muy potente llamado fentanilo que está haciendo estragos en el país. En China se producen los productos químicos necesarios para fabricar la droga. Esos productos químicos, conocidos como precursores, se envían a los cárteles mexicanos que luego pasan el fentanilo de contrabando por la frontera. El Gobierno de Estados Unidos lleva años acusando a China por no hacer lo suficiente para impedir esas exportaciones y a México por por no poner coto a los cárteles.
La partida es, como vemos, a tres bandas, faltaría una cuarta que es la Unión Europea, que también disfruta de un generoso superávit comercial con EEUU. De esos aún no ha dicho nada, pero todos dan por seguro que elevará los aranceles transatlánticos, algo que ha puesto de los nervios a los alemanes, que en 2022 exportaron bienes a EEUU por valor de 155.000 millones de dólares y sólo importaron por valor de 70.000 millones. En Europa ya se están poniendo la venda antes de que les arrojen la pedrada. Ahí no puede decir nada de inmigrantes ni de drogas, bastará entonces con decir que de Europa se importa mucho y se les exporta poco. En el fondo la cosa va de eso aunque no lo quiera reconocer abiertamente.