Friedrich Merz se impuso de forma clara e inequívoca las elecciones federales alemanas. Pero según ha quedado el mapa parlamentario eso no es decir mucho. La pregunta ahora para el líder de la Unión Cristiano Demócrata es con quién podrá formar Gobierno y cuánto tiempo le llevará hacerlo. Habría una pregunta más que hacerse, la de si Estados Unidos intentará influir en el proceso. Por de pronto lo que tenemos son resultados preliminares y extraordinariamente ajustados de cara a futuras coaliciones. Las encuestas, como suele suceder siempre en Alemania, clavan los resultados. Se preveía que la CDU iba a quedarse algo por debajo del 30% de los votos y ha obtenido casi el 29%, a AfD le adjudicaban más o menos el 20% y ha conseguido el 20,5%. Lo mismo sucede con socialdemócratas, verdes, liberales, comunistas y esa peculiar lista encabezada por Sarah Wagenknecht, antigua candidata de Die Linke que se separó de su partido porque le parecía demasiado “woke”.
Los resultados no han sorprendido a nadie. Tanto en la CDU como en AfD lo tenían todo listo para la celebración. No es para menos. Desde 2021 ambos partidos han crecido y lo han hecho de forma apreciable. Pero ganar las elecciones en la Alemania de nuestro tiempo no significa gobernar inmediatamente. Desde hace ya mucho tiempo los dos partidos principales (CDU y SPD) quedan muy lejos de las mayorías absolutas, lo que les obliga a buscar aliados con los que investir al canciller y formar Gobierno. Eso mismo es lo que tratará de hacer Merz desde hoy mismo.
El camino no va a ser fácil ya que los números son justísimos. Desde esta legislatura el Bundestag ha quedado reducido a 630 escaños (hasta ahora tenía 736), lo que coloca la mayoría absoluta en 316. Se puede gobernar sin mayoría absoluta, pero no es recomendable ya que Alemania como república parlamentaria que es, delega en el Bundestag casi toda la actividad legislativa. Un canciller que no controle el Bundestag es un canciller que no puede gobernar. Hay también un Senado, Bundesrat se llama, pero es una Cámara territorial con las competencias muy restringidas. Sus miembros, de hecho, no son elegidos por sufragio universal, sino por los Gobiernos de los Estados federados, lo que le quita legitimidad e importancia. Por encima está el presidente, pero en Alemania es un florero meramente protocolario con unas pocas funciones bien pautadas en la Constitución. Al presidente también se le elige de forma indirecta cada cinco años por una asamblea especial conformada por el Bundestag y un consejo nombrado por los parlamentos regionales. Esta es la razón por la que el canciller acumula tanto poder una vez es investido. Si controla bien el Bundestag en Berlín nadie le tose.
El país atraviesa una recesión y su economía está estancada en términos reales desde hace seis años. Los alemanes, en definitiva, ganan lo mismo que en 2019, pero todo les sale más caro, empezando por la alimentación y terminando por la energía. Esto último les hace la vida imposible todos los meses".
El problema que tiene Merz ahora es que no sabe muy bien cómo y con quién va a cerrar un acuerdo. En su programa parece tener claras las prioridades. La primera es la emergencia económica. El país atraviesa una recesión y su economía está estancada en términos reales desde hace seis años. Los alemanes, en definitiva, ganan lo mismo que en 2019, pero todo les sale más caro, empezando por la alimentación y terminando por la energía. Esto último les hace la vida imposible todos los meses. El cierre de las nucleares (algo que decidió Angela Merkel allá por 2011 tras el accidente de la central de Fukushima), y la guerra de Ucrania ha puesto el kilovatio por las nubes. El plan de Merkel era sustituir en el mix el aporte de los reactores nucleares con centrales de ciclo combinado alimentadas con gas natural ruso barato que llegaba mediante una serie de gasoductos, algunos construidos al efecto como los dos Nord Stream. Esos gasoductos dejaron de fluir hace tres años obligando a los alemanes a importar gas por mar (para lo que tuvieron que construir precipitadamente una planta regasificadora en la costa), y electricidad de sus vecinos, especialmente de Francia que genera mayoritariamente con centrales nucleares.
El tiro en el pie energético ha encarecido todo en Alemania y, de paso, ha dinamitado la competitividad de muchas de sus empresas. A eso hay que sumar el mar de fondo de una competencia china implacable que inunda Europa no sólo de baratijas, sino también de bienes mucho más sofisticados, de alta calidad y a mucho mejor precio. El modelo alemán basado en las exportaciones de productos de gama alta hace aguas por los cuatro costados y en eso ha insistido mucho Merz durante la campaña. Ese es su primer desafío, evitar que la crisis se cronifique y tratar de que la economía se reinvente. Sobre el papel parece fácil, la realidad será mucho más complicada. El país está envejecido, los costes laborales son tan elevados como los impuestos y la regulación, ya de por sí muy abundante, es absurdamente enrevesada.
Los Verdes no participarán en Gobierno alguno que no se alinee sin fisuras con los ambiciosos (y fantasiosos) planes de descarbonización exprés que Alemania adoptó en tiempos de Merkel. Si los liberales consiguen entrar en el Bundestag podría entenderse fácilmente con ellos, pero es difícil que lo consigan".
Merz pretende abaratar la energía, rebajar la carga fiscal, aligerar regulaciones y racionalizar el gasto, pero no ha explicado cómo va a financiar todo eso, especialmente lo del gasto. Para colmo de males no podrá gobernar en solitario, tendrá que hacerlo con uno o con más socios que pondrán sus condiciones. Los socialdemócratas podrían dejarse querer a pesar de su estrepitoso fracaso, pero no verán con buenos ojos las bajadas de impuestos ni los recortes sociales. Los Verdes no participarán en Gobierno alguno que no se alinee sin fisuras con los ambiciosos (y fantasiosos) planes de descarbonización exprés que Alemania adoptó en tiempos de Merkel. Si los liberales consiguen entrar en el Bundestag podría entenderse fácilmente con ellos, pero es difícil que lo consigan ya que buena parte del voto liberal en 2021 se ha ido a la CDU.
En Alemania todo partido que no consiga el 5% a escala nacional se queda fuera del parlamento. Este fue un seguro que crearon los padres de la Bundesrepublik a finales de los años 40 para evitar que partidos pequeños pero con presencia en una sola región y ganas de aventura se colasen en el Bundestag. Con ese 5% en todo el país creyeron que bastaría, pero no ha sido así. Desde los años 80 no hacen más que aparecer partidos de nuevo cuño. Primero fueron Los Verdes, luego llegaron los comunistas de la antigua RDA y más tarde Alternativa por Alemania, un partido identitario de derechas que nació en 2013 durante la última crisis económica como formación euroescéptica al estilo británico.
De ese AfD original ya queda poco. Los ribetes liberales que caracterizaron sus inicios los perdió hace tiempo. Hoy es un partido no muy diferente a la Agrupación Nacional francesa de Marine Le Pen con un solo punto en la agenda: la inmigración. Alemania es un país de inmigrantes desde el milagro de posguerra. La prosperidad hizo llegar primero a italianos, españoles y portugueses, luego a turcos y posteriormente a gentes de todas partes, especialmente de oriente medio que buscan labrarse un futuro para ellos y para sus hijos.
El grueso de estos refugiados se integraron de mejor o peor manera, pero otros no lo hicieron, se fanatizaron y desde entonces la crónica negra de Alemania se confunde con la de apuñalamientos y atropellos perpetrados por refugiados radicalizados".
Siempre se puso a Alemania como modelo de integración frente a Francia, donde abundaban los altercados periódicos en los banlieus suburbanos. En Alemania la abundancia de empleo y las buenas remuneraciones facilitaba las cosas. Todo eso cambió a raíz de la crisis migratoria de 2015 cuando un millón de sirios entró en el país provenientes de Turquía. Merkel forzó un acuerdo de la Unión Europea con Erdogan y se quedó la mayor parte de refugiados. Demasiada gente en demasiado poco tiempo en un momento en el que la economía no marchaba precisamente a toda máquina. De aquellos polvos, estos lodos. El grueso de estos refugiados se integraron de mejor o peor manera, pero otros no lo hicieron, se fanatizaron y desde entonces la crónica negra de Alemania se confunde con la de apuñalamientos y atropellos perpetrados por refugiados radicalizados en espera de asilo o con el asilo ya concedido, pero que no fueron debidamente vigilados por la policía.
En ese caladero de miedo e insatisfacción es donde ha pescado Alternativa por Alemania. Lo ha hecho además en un momento en el que el identitarismo de derechas se ha puesto de moda en toda Europa. No hay país en todo el continente que tenga un partido de este tipo al que, conforme pasa el tiempo, mejor le van las cosas. Eso Merz lo sabe. La inmigración no es una prioridad inmediata para él, pero no puede desentenderse del problema. Durante la campaña ha hecho algún tímido intento de arrebatar esa bandera a AfD, pero sin mucho éxito. El único consuelo que le queda es que, con todo a favor, el viento de cola que les llega de Estados Unidos y dos atentados en los últimos diez días, se han quedado en el 20% de los votos.
El semáforo de Scholz
A partir de aquí tendrá que hilar finísimo. Puede incluso romper la baraja y proponerles un pacto, pero eso tiene riesgos evidentes. En Italia los conservadores de Forza Italia empezaron entendiéndose con Giorgia Meloni y terminaron arrollados por ella en las urnas. En Alemania existe un precedente histórico. En 1933 Hitler se convirtió en canciller gracias a la maniobra de los conservadores de la época para neutralizar al partido nazi. Franz von Papen convenció a Paul von Hindenburg para que nombrase primer ministro a Hitler con la esperanza de que, una vez dentro del Gobierno, podrían controlarle. Sucedió todo lo contrario. Esa es la raíz del “cordón sanitario” que recae sobre AfD desde hace años. Merz podría ser el primero en romperlo, pero no lo hará antes de haber tanteado a los socialdemócratas a quienes puede sacar mucho más tras el batacazo electoral que se acaban de dar. Eso sí, una reedición de la gran coalición que ensayó Merkel entre 2017 y 2021 podría esta vez envenenarse mucho antes. Es previsible que tarden mucho en negociar todos los detalles y tiempo es lo que no tiene Alemania ahora. Pero, lo que es peor aún, esa alianza puede acabar siendo tan conflictiva e ineficaz como el “semáforo” de Scholz que se vino abajo con estrépito hace ahora dos meses.
¿Quieres participar en la conversación?
fede_merino
24/02/2025 09:20
"...centrales de ciclo combinado alimentadas con gas natural ruso barato que llegaba mediante una serie de gasoductos, algunos construidos al efecto como los dos Nord Stream." Esos gasoductos dejaron de fluir hace tres años obligando a los alemanes a importar gas por mar. jajajaja...eso es como escribir en una crónica sobre Nueva York diciendo que en su día hubo dos torres gemelas (pero ya no están). Qué desfachatez la de estos liberalios a la violeta. Son la desinformación en estado puro.
Talleyrand
24/02/2025 12:21
Muy curiosa la similitud entre el sistema Cameral aleman y el español. Se diria creado por las mismas manos y un traductor de google casi casi....Bueno el Präsident en España se llama Rey, pero lo demas calcado. Alemania ha entrado en un problema existencial. En realidad la dialectica izquierda - derecha ya no vale. las marcas qeu funcionaron en el paso son agua pasada. Seamos claros: aqui todos son socialdemocratas, incluyendo a AFD. Nadie cuestinoa ni los impuestos, ni el tamaño del Estado, ni las instituciones politicas, ni el modelo de libre empresa ni por supuesto el estado del bienestar. La discusion de fondo y que los legacy media intentan ocultar es si se esta a favor de agendas como la 2030, liquidaciond e calderas de gas y coches de combustion, tratamiento antibiotico para perros, impuestos para mascotas, inmigracion salvaje, medios subvencionados para la causa....etc etc. Ese es el tablero de la politica actual y hay gente interesada en ocultarlo. El problema esta como dijo Vance, dentro de Europa, no fuera. Alemania ha empezado a mostrar la disidencia aunque la teorica union de los demas en contra del primer partido en votos (separando la CDU de la CSU) y su envio extramuros ha quedado disfrazado del mensaje woke de "parar al fascismo", algo familiar en España tambien.
fausto
24/02/2025 16:01
Me ha parecido un texto muy bien redactado, estructurado, y explicativo. Lo agradezco como lector. Yo creo q la dialéctica izquierda y derecha no sólo sigue estando vigente, sino q incluso lo está más q nunca. Otra cosa es q se quiera desplazar el campo de batalla política fuera del hasta ahora imperante marco liberal.