Opinión

Pánico en Moncloa

La victoria del PP en Andalucía ha dejado a Sánchez más tembloroso que un pavo escuchando una pandereta. Normal

  • El presidente del PP-A, Juanma Moreno, junto al presidente del PP, Alberto Núñez Feijoó. -

En el momento de escribir esta crónica todo indica que Moreno Bonilla ha obtenido unos resultados históricos para el PP. Y también parece que incluso puede obtener la mayoría absoluta, con lo que no precisaría de ayudas externas. Es el peor de los escenarios para Sánchez y esa cofradía miserable que suele achacar siempre a la ultra derecha todo lo que de malo y execrable tiene España, cosas que por lo general suelen ser responsabilidad de la zafiedad malvada de rogelios y adláteres. Sánchez deseaba que Bonilla precisara de Vox para decir que los fascistas gobernaban a despecho del heroísmo republicano. Que vivamos en democracia y gobierne quien tiene más votos les da igual a estos aprendices de Conducator.

Sánchez deseaba que Bonilla precisara de Vox para decir que los fascistas gobernaban a despecho del heroísmo republicano. Que vivamos en democracia y gobierne quien tiene más votos les da igual a estos aprendices de Conducator

Pero Bonilla, bien con mayoría, bien sin ella, ha demostrado que con su política moderada y sin estridencias puede gobernar de manera cómoda más allá de precisar a éste o a aquel. Y con decencia, no como Sánchez, que nos lleva aherrojados a la dictadura de la obscenidad ideológica sin mayoría parlamentaria propia. Bonilla debe ser, en este momento, el ser humano que Sánchez más debe odiar. Sin discursos incendiarios, ha hecho suyo el estilo Feijóo que, guste más o menos, está demostrando ser de una eficacia terrible. En los pocos meses que lleva al frente del PP, y recordemos en que condiciones lo asumió, ha pacificado al partido, ha establecido líneas sólidas, ha ganado un congreso y ahora, sin tutelas ni tutías, citando a don Manuel Fraga, ha auspiciado al candidato popular andaluz a unas cotas que ni los más viejos del lugar recordaban. El Feijoo’s Style parece haber llegado para no irse y, más interesante todavía, para obtener éxitos. Posee un impermeabilidad ante el ataque grosero que lo hace sólido en la dialéctica política, aunque no presente grandes propuestas. Porque cuando Feijoo le dice a Sánchez “lo siento, a insultar me va a ganar usted siempre” está desarmando el eje de la política española en los últimos años. Lo mismo que Juanma. Ni una palabra más alta que otra, proponer lo que sea razonable, dejar la luna para otros y mantener la calma cuando otros la pierden entre aspavientos.

Será interesante ver qué repercusión tiene esto en la política española. Si el nuestro fuera un país serio, Ciudadanos debería o disolverse o refundarse, porque es impotable que Arrimadas pueda seguir esperando que el gobierno de turno precise de sus dos o tres escaños para gobernar, que es a lo único que aspira; los comunistas que consideran que a Oltra la persigue la extrema derecha deberían pensar, aunque reconozco que es pedir demasiado, en abandonar su odio, su rabia envidiosa, sus execrables consignas y esa miseria moral en la que viven instalados gracias a un sistema democrático que están empeñados en cargarse; en Vox harían bien en repasar sus estrategias, porque no por mucho hablar en voz alta se tiene más razón o convences a más gente. El partido de Abascal -y el de Feijóo, ya que estamos- deberían entenderse y acordar que tienen un adversario común, Sánchez. También al PP hay que hacerle una recomendación: Ayuso y Bonilla son dos grandes activos, pero ni España son solo dos comunidades ni el PP es igual en todos los sitios. Recuerden, por vía de ejemplo, Cataluña. Porque, si para ganar las generales son imprescindibles Andalucía y Madrid, no lo es menos que también lo es mi tierra. Y aquí, ¡ay!, la estrategia de Feijóo deja mucho que desear. Al menos, hasta el momento presente. Sea como sea, hay pánico en Moncloa y alegría en Andalucía. Lo que no es grano de anís.

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