“Qué sentido de Estado ni qué leches”, rezongaba este lunes uno de los miembros del Comité Federal del PSOE que el domingo pasaron la mañana tomando cañas de ricino en la sede de Ferraz, tras leer el enésimo editorial del diario El País (“El PSOE desbloquea: con su decisión los socialistas muestran su gran sentido de Estado”) sobre la crisis socialista.
“Es verdad que ha habido ocasiones en que el partido ha hecho uso de ese sentido de Estado o de algo parecido, pero lo de ayer fue una cuestión de pura supervivencia, porque todos sabemos que ir a terceras generales hubiera sido un desastre para el partido. A partir de ahora, línea dura, oposición brutal a todo lo que proceda del Gobierno Rajoy, con una doble intención: recuperar el liderazgo de la izquierda y unir al partido. Es lo que nos espera”.
Lo ocurrido el domingo en la sede socialista no fue, en puridad, un debate ideológico, sino algo parecido a una declaración individualizada de intenciones donde solo faltó el orden alfabético, el imprescindible paripé que precede al veredicto de una votación que sus muñidores conocían con días de antelación, pero que no dejó de sorprender de puertas afuera por el tamaño de la fisura, la magnitud de la división. Lo que está sucediendo en el PSOE es una guerra civil en toda regla, y es sabido que las guerras civiles no suelen terminar nunca en pacto o acuerdo que valga. Las contiendas civiles acaban con vencedores y vencidos. Y con muertos. Porque las espadas siguen en alto.
Pedro Sánchez dejó un mensaje en forma de tuit que heló la sangre del astur Fernández y puso los pelos de punta a la casta Susana
No se había disipado aún el humo de la cohetería disparada en Ferraz desde las trincheras del no y de la abstención, cuando a primera hora de la tarde Pedro Sánchez dejó un mensaje en forma de tuit que heló la sangre del astur Fernández y puso los pelos de punta a la casta Susana: “Pronto llegará el momento en que la militancia recupere y reconstruya su PSOE. Un PSOE autónomo, alejado del PP, donde la base decida. Fuerza”.
Remedando la lapidaria sentencia (“Salí de Bataan, y volveré”) que MacArthur pronunció en Terowie, Australia, en marzo de 1942, tras salir por pies de Filipinas, también el general bonito del “no es no” está dispuesto a volver. Más parecido en el físico a Patton que al vencedor de la batalla del Pacífico, el bello Pedro prepara su desembarco en el campo de batalla, la reconquista de Madrid, tras haber cargado pilas en Hollywood. ¡Volveré! Tan seguros están de ello en las filas de la abstención, que el pánico se ha hecho carne en Ferraz a cuenta de lo que el galán pueda decir y hacer durante la sesión de investidura de Mariano el Templao Rajoy. Asustados. Porque el sonoro “no” de Pedro Nono escenificaría ante un país atónico la ruptura del PSOE en dos bandos irreconciliables.
Que la herida es grave quedó en evidencia el mismo domingo cuando, a la salida de los reunidos en Ferraz, los partidarios del no se explayaron a conciencia sobre las razones de su voto, sin amagar siquiera una justificación, incluso caritativa, para quienes por mayoría habían votado lo contrario. Sin piedad. “Es lo que le hubiera gustado a Javier Fernández: haber llegado a algún tipo de acuerdo para vender fuera una imagen de cierta unidad, aunque fuera ficticia, una vez terminada la votación, pero no hubo ocasión ni de plantearlo. Las posiciones del no eran irreductibles”.
Soldar las piezas del jarrón que ha saltado hecho añicos va a resultar tarea de cíclopes y no parece que la nómina socialista ande muy sobrada de ese tipo de gigantes testarudos, con liderazgo bastante para reflotar con su sola fuerza la obra muerta de un partido, el PSOE, que, como su vecino de en frente, el PP, ha llegado cadáver a las riberas del siglo XXI, como la propia Transición, tras convertirse en un fin en sí mismo más que en un medio para mejorar la vida de los ciudadanos, una especie de gran empresa ocupada por una jerarquía que ha hecho del ejercicio del poder, en el Gobierno o en la oposición, su medio de vida.
Mariano flotando en medio de la tormenta
En contra de quienes, en este mismo diario, no le conceden la menor oportunidad porque le consideran “muerto”, Pedro Patton Sánchez ha perdido una batalla pero todavía no la guerra, y bien podría ocurrir que tratara de unir fuerzas con otro general que conoce sus éxitos por derrotas, un José Borrell que, espabilado tras el banquete de Abengoa, parece muy activo estos días como uno de los líderes del “no”, tal como hoy cuenta aquí Federico Castaño. García Ferreras le entrevistó este lunes cumplidamente en La Sexta, después de que su compañera, Ana Pastor, se lo dejara poco hecho, vuelta y vuelta, el domingo por la noche en la misma cadena. Ferreras y Roures, Cebrián y Rubalcaba, dirigen desde las trincheras la guerra, full of sound and fury, socialista. Y mientras los tiros resuenan en la calle Ferraz, en el vecino recinto de la Moncloa reina una paz impostada, silencio se rueda, decidido Mariano el Grande a seguir al pie de la letra la frase que algunos atribuyen a Napoleón en Austerlitz: “nunca interrumpas a tu enemigo cuando está cometiendo un error”. Mariano es el gladiador aburrido que, pasmado en el centro de la arena, contempla cómo los leones se despedazan sin misericordia en su derredor cuando debería ser él el objeto del interés de las fieras. Inenarrable el historial de este hombre capaz de resistir flotando, cual corcho, los embates de cualquier temporal como si la tormenta no fuera con él.
La noche del domingo compartió con su fiel Viri una copita de champán.
De buena mañana y en un hotel madrileño, el ya casi presidente juzgó “muy razonable, en mi opinión” la decisión socialista de abstenerse. La noche del domingo compartió con su fiel Viri una copita de champán. Su gran miedo, que no era otro que el de no repetir mandato pasando directamente de la mayoría absoluta a la puñetera calle, convirtiéndose así en el presidente más breve de la democracia (Calvo-Sotelo al margen), había desaparecido de golpe y porrazo. Sus adversarios, muchos pero muy divididos, no han sido capaces de impedir ese su primer gran objetivo vital de los últimos 300 días: resistir, durar, perseverar.
La formación del nuevo Gobierno se nos viene encima como un alud de montaña. Su configuración. Y una guerra a muerte entre las distintas facciones del PP por copar poder. ¿Ración doble de sorayismo? Todo indica que vamos a vivir tiempos apasionantes. “He leído la resolución aprobada [por el PSOE] y hay cosas que son buenas, de las que se puede hablar, y si hay voluntad política podemos tener un gran futuro por delante”, dijo este lunes Mariano desde el atril del “muy razonable”. Cualquier tipo sensible juzgaría indispensable establecer algún tipo de acuerdo de legislatura con Ciudadanos y PNV, por activa o pasiva, para hacer viable la gobernación, pero en Moncloa no parecen tener prisa. “Vamos a votar no a la investidura, pero estamos dispuestos a ayudar en la gobernabilidad”, contaba ayer un peneuvista de carril, “lo que ocurre es que nadie ha hablado con nosotros…”. ¡Éste es mi Mariano!