Opinión

A la portavoz del PSOE la están esperando en Teruel, Cuenca y Soria

Ya ven que todos los sanchistas se parecen en lo mismo: no saben lo que es el sentido del ridículo, es decir, no conocen la vergüenza

  • La portavoz del PSOE, Esther Peña, este lunes durante la rueda de prensa -

El Madrid de las remontadas, ese bendito equipo que nunca se cree que va a perder y que, en ocasiones excepcionales y en contra de todos los pronósticos, gana in extremis al Bayern, al PSG o al City de Pep Guardiola. Con estas gestas, el madridismo atribuyó al entrenador catalán una reflexión de esas que se non é vero é ben trovato. Los blancos acababan de eliminar al Manchester City y, cuentan, que alguien le pidió a Guardiola que diera un consejo a los próximos rivales del Madrid:

-Les recomendaría que no empiecen marcando. Cuanto antes sienta le herida, antes se despierta el monstruo. Es una trampa.

Del fútbol a la política. Aunque me duela la comparación, tengo para mí que Pedro Sánchez es la reencarnación del Real Madrid, pero en lo suyo. Sí, claro, hay atributos sanchistas que no caben en mi equipo, porque los goles no son inventados, las promesas se cumplen, la gente se divierte y, aunque los socios no votamos porque ni queremos ni lo necesitamos, vivimos en un ambiente donde las cosas que se dicen terminan haciéndose.

Y desde luego, nadie en el club siente miedo a discrepar o, si fuera menester, a pitar al palco cuando las cosas no van bien.

Sánchez, cuanto peor, mejor (para él)

El presidente es como el Madrid en Champions. Cuanto más cerca está de la final, más se revoluciona y reinventa. Pierde los miedos, no siente vértigo y sale de dentro ese animal que arrasa con todo a pesar de que lo daban por muerto. Cuanto más rodeado está más fuerte se siente. Es como si los casos de su mujer, hermano y cuñada japonesa le dieran vida para enfrentarse a los elementos. Así como el Madrid no siente vergüenza en reconocer que es peor que su rival, y por eso se encierra en su área como si fuera un vulgar equipo, Sánchez tampoco la tiene cuando a la mentira la califica de cambio de opinión o se contradice. El Psoe es una anécdota, un apósito de quita y pon según las necesidades del puto amo.

No hay más que ver a la pobre portavoz del partido el lunes pasado afirmando que lo del concierto catalán es una singularidad que ya disfrutan Canarias y Baleares, Teruel, Soria y Cuenca. Ya ven que todos los sanchistas se parecen en lo mismo: no saben lo que es el sentido del ridículo, es decir, no conocen la vergüenza. Es decir, la verdad.

Esther Peña, entre la mentira y la ignorancia

Por qué no va la señora Peña Camarero a Cuenca para que, desde las escalerillas de la catedral de Santa María y San Julián, megáfono en mano, explique a los conquenses que ellos, en lo tocante a los dineros que reciben, son lo mismo que los catalanes. Vaya luego a la plaza del Torico de Teruel, y haga lo mismo, dígales que han de confiar en este Psoe que les ha igualado con los catalanes. Y, por favor, no deje de visitar Soria. Colóquese a la entrada de la iglesia de Santo Domingo y detálleles a los sorianos que, desde hace años, han gozado de una singularidad que no han tenido nunca los catalanes. Peor que la mentira es la falta de vergüenza. El sanchismo lo tiene claro, sorianos, turolenses y conquenses son pobres y, además, gilipollas. Y allí, además, hay pocos votos. ¡Viva el partido de la igualdad!

Pedro Sánchez, como el Real Madrid, es el dueño del relato, pero también del dato. Suelen ser falsos cuando los da, pero lo hace con tal convicción que hay incautos que se lo creen. Si es dueño del relato, si maneja sin escrúpulos los medios públicos y los privados oportunamente subvencionados, si controla la agenda, si no tiene que dar explicaciones en su partido porque el Psoe es él, si tampoco las da en el Congreso, si desprecia a la prensa a la que con cuentagotas concede una, dos ruedas de prensa con trampas y limitaciones. Sí, finalmente es el dueño del secreto. Pero ¿de qué secreto? Fácil: Hoy los medios comerán amnistía, mañana un poco de mi señora, pero poco, también algo de hermano y cuñada; después la inmigración, ahora un poquito de Puigdemont, luego el concierto -¡que no e un consierto! Vale Montero. Y, para terminar, pues adelanto un congreso para alinear al partido con mi mismidad. ¿Es poco? Pues nada, que salga la pobre portavoz del partido y, sin que se le mueva un pelo del flequillo, diga eso de que de Soria, Teruel y Cuenca ya tienen financiación diferenciada. Con un par.

Conviene recordar que la experiencia aconseja que, en lo tocante a la discrepancia, se está o no se está; se es o no se es, y que no valen términos medios

No es la mentira lo peor, que a eso nos podemos acostumbrar. Estamos acostumbrados, de hecho. Es más, ya creemos que la política es exactamente eso, la exaltación de la mentira que siempre tiene margen para la comprensión y la disculpa. A muchos, y sé que me repito, nos da vergüenza pensar que esto que tenemos es una democracia ni Cristo que lo fundó.

Las encuestas que hemos conocido recientemente sólo sirven para que el PP crea que, con el terreno lleno de trampas y dificultades, tiene alguna posibilidad de gobernar. Sánchez, que respira aún mejor cuando los sondeos le anuncian que, hoy por hoy, Feijóo le sacaría más de 35 escaños, sabe que una cosa es la última encuesta y otra la de la noche electoral cuando se cierran los colegios. Y si no, recuerden el “somos más” de las últimas elecciones y la cara de bobo que se le quedó al líder del PP.

Ahora toca alinear al Psoe en un Congreso. No hacía falta, pero por si acaso. Que Lambán, Page, Lobato, Gallardo y Tudanca vayan preparándose. Con varios de los que cito he hablado, y les aseguro que, incluso en una situación límite y esta lo es, son absolutamente incapaces de decir en público lo que algunos hemos escuchado en privado. Los cinco son mayorcitos para que alguien les dé consejos. Pero por si les vale, conviene recordar que la experiencia aconseja que, en lo tocante a la discrepancia, se está o no se está; se es o no se es, y que no valen términos medios. Uno, quizá un ingenuo de libro, quiere creer que aún hay margen para que alguien rompa la baraja y diga lo que le está pidiendo el cuerpo y la razón: que, si éste no es el partido de la igualdad, la solidaridad y tampoco aquel de los 100 años de honradez (y 40 de vacaciones) hasta aquí hemos llegado. ¿Lo veremos?

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