La prima de riesgo es un concepto que entró con fuerza en la vida de todos los españoles en 2010, llegando a su cénit en 2012 y que, poco a poco, ha ido desapareciendo de las crónicas, incluso de las financieras. A mucha gente nunca le quedó muy claro por qué era tan importante… pero lo era, tanto por lo que suponía en mayor coste para nuestras emisiones de deuda como por lo que significaba en términos de desconfianza hacia la economía española. En teoría la prima de riesgo es el sobreprecio que un emisor de deuda paga en comparación a otro, en este caso referido a países. En Sudamérica por ejemplo suele referirse al diferencial de la deuda soberana en comparación a la norteamericana. En Europa la referencia es el Bund, el bono a diez años alemán. En 2012, tras la intervención de Bankia, el bono español hubo días que llegó a negociarse más de 600 puntos básicos por encima de como se negociaba el alemán (7% contra 1%), algo que sólo se había visto cuando aún existían la peseta y el marco y los tipos de interés de ambos países eran diferentes. Con el euro, la prima de riesgo llegó a ser cercana a cero durante algún tiempo –comienzos del actual siglo- en el que España era calificada como Triple A, su economía crecía más que la alemana y la deuda soberana de emisores de la Eurozona ni siquiera era considerada un activo de riesgo en los balances de los bancos.
La historia de cómo toda esa confianza en nuestro país se perdió tras el estallido de la burbuja inmobiliaria primero y con la crisis de deuda pública que inició Grecia después, la conocemos todos; y bastantes desgracias tenemos ahora como para recordar los avatares de la crisis pasada. Sin embargo, puede que a más de uno le extrañe que, a pesar de que este año nuestro PIB caerá más del 10%, el déficit presupuestario probablemente sea también de dos cifras y seamos el país de Europa que, incluso a pesar de los ERTEs, más destrucción de empleo padezca, la prima de riesgo esté tranquila. Aquí podemos ver su evolución, en medias mensuales, de los últimos diez años:
Todos somos conscientes de la delicada situación española tanto sanitaria como económica, y para nada ayuda la inestabilidad política que se da incluso dentro del Gobierno
Cualquiera podría pensar ante este gráfico que la confianza en nuestro país es enorme pero se estaría engañando. El motivo de que, con todo lo que está cayendo, emitamos deuda a menos de 1 punto por encima de como lo hace Alemania tiene su origen en todas las medidas que Draghi (para mí no fue el único héroe ya que sin el beneplácito de Merkel es más que probable que no hubiera podido hacer lo que hizo) inició en el verano de 2012 y que su sucesora en el BCE, Lagarde, ha incluso acelerado con esta nueva crisis; a lo que sumar, más recientemente, el Fondo de Recuperación que aprobó Europa y que tanto nos beneficiará. Las compras continuas de BCE y una UE conjurada en tomar medidas excepcionales para evitar problemas de liquidez de sus miembros más débiles, son una combinación que ha tranquilizado enormemente los mercados de deuda soberana.
Pero todos somos conscientes de la delicada situación española tanto sanitaria como económica (nunca antes habían estado tan relacionadas ambas variables) y para nada ayuda la inestabilidad política que se da incluso dentro del Gobierno (el primero de coalición de nuestra historia moderna, y sin suficiente mayoría parlamentaria por sí mismo). Si todos esos problemas no provocan un alza de la prima de riesgo, sí que están cotizando en el precio en Bolsa de nuestras principales empresas, especialmente de las financieras, incluso tras el 'calentón' vivido por la fusión Bankia/Caixabank.
La evolución del Ibex este año no se explica sólo por la crisis económica global, y no lo digo sólo comparando su evolución con la de Wall Street, también podemos comprobar su pobre comportamiento al visualizar la Bolsa francesa, un país vecino también muy afectado por la covid-19. No voy a entrar a valorar si los equivocados son los 'optimistas' de otros índices o los 'pesimistas' del nuestro (lo mismo lo están ambos) pero sí que veo que la acción del BCE ha quitado sentido a 'apostar' contra la deuda española y ahora los inversores que desconfían de España se ceban en nuestras cotizadas: los mismos que en otras circunstancias estarían vendiendo deuda española, ahora están vendiendo acciones. Esto explicaría por qué Telefónica (la teleco europea que más baja en Bolsa en lo que llevamos de 2020) y BBVA hayan sido expulsadas el pasado mes del Eurostoxx50, es dudoso que con sus números, si fueran empresas de otro país, hubieran perdido tanta capitalización bursátil.
Lo más curioso es que los máximos de la prima de riesgo en 2012, con todo lo graves que fueron, al final hicieron menos daño directo a las familias españolas que la debacle bursátil de este año de los citados valores, o de otros tan populares como Santander o Repsol. A veces pensamos que la Bolsa es algo minoritario pero millones de personas, bien directamente bien a través de sus fondos de inversión, han visto reducidas algunas de sus inversiones a la mitad en unos meses, y probablemente aún pierdan más puesto que la tendencia bajista de algunas ya lleva años. No todo es malo en la Bolsa española, como en todo hay excepciones y hay grandes valores que han subido bastante como Cellnex o Iberdrola y aquellos que han diversificado geográficamente han podido compensar e incluso puede que estén en beneficios. Y siempre está la esperanza de un rally de fin de año, claro.
Nadie sabe por qué el Ibex lo está haciendo peor que otros índices, hay muchas teorías (¿quizás por la alta exposición de algunas de sus cotizadas en países emergentes con muchos problemas?) y como suele ocurrir, puede que no sea sólo uno el motivo. El caso es que en los análisis que se hacen sobre compañías de nuestro país y sobre su posible evolución bursátil, ya no basta con los cálculos habituales, habría que tener en cuenta además que el hecho de que ser españolas les otorga… una cierta prima de riesgo.