Opinión

Nos tosen

Cada vez que los ministros, diputados, alcaldes o concejales hablan nos echan paladas de tierra, nos cavan la tumba y hacen fuerza con una ganzúa para reabrir el Palacio de Hielo

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El virus es fascista. El Rey es de Vox. Los jueces tienen la culpa. Los sanitarios no quieren más aplausos. Pedro Sánchez se mira al espejo. Pablo Iglesias  compra una guillotina en Amazon. Los madrileños celebran el acuerdo un día y al siguiente no saben si están o no confinados. Casado no consigue sacar ni una idea escondida bajo su barba postiza, Ignacio Aguado se ve presidiendo su junta de vecinos y la señora Ayuso, que tampoco está para presumir de gestión, lo tiene más difícil ahora que todos quieren apearla de la Comunidad de Madrid, a costa incluso del futuro económico de los ciudadanos. 

La vida pública se ha convertido en la charca de Esopo. Volverá caer el tronco sobre nosotros.  Cada semana, bien agarraditos al escaño, sus señorías se arrojan esputos los unos a los otros. Escupen en todas direcciones y sacuden el edificio para que no quede títere con cabeza, incluida la nuestra. La foto de esta semana es confusa y desalentadora. Una especie de Gitana de Argel a lo bestia en el que todos cantan sobre todos, como un contrapunto de Rossini: un episodio de ruido y confusión que termina por inquietar a quien escucha.

Si el PSOE quiere o no volver a gobernar en Madrid es algo que podría aparcarse. Que esperen un rato. Una vez que nos hayamos muerto todos, que los negocios hayan cerrado y  la poca cordura haya desaparecido, podrá optar el partido de gobierno a descabalgar a la presidenta de la Comunidad. Le piden demasiado a los ciudadanos: que aguanten, que se calmen, que soporten, que arrimen el hombro, que salgan a la calle a disfrutar de la nueva normalidad, ¡no, no esperen!, que vuelvan a meterse en casa. Mientras, en clave nacional, el gobierno de coalición emite contra el Poder Judicial, La Corona y las leyes. 

Deberíamos tenerlo claro ya: sólo la responsabilidad individual nos mantendrá a salvo del virus… y de quienes dicen controlarlo"

Tras seis meses y varias prórrogas del Estado de alarma aún entendemos nada. Tampoco habría que esperar a que alguien nos lo explique, porque deberíamos tenerlo claro ya: sólo la responsabilidad individual nos mantendrá a salvo del virus… y de quienes dicen controlarlo. La sumatoria de esa buena disposición será la verdadera protección. Tiene razón Stefan Zweig cuando dice que en la Historia, como en la vida del hombre, el lamentarse no devuelve una ocasión perdida. Deberíamos tenerlo claro antes de esperar cosas que no llegarán.

Debimos verlo venir y por si aún hay alguien que no lo comprenda, conviene desengañarse de una buena vez: cuando los ministros, diputados, alcaldes o concejales hablan nos tosen, echan paladas de tierra, nos cavan la tumba, clavetean nuestra caja de madera y hacen fuerza con una ganzúa para reabrir el Palacio de Hielo. Ya no es sólo Pablo Iglesias el único con gesto de sepulturero, el aspecto de enterrador se les está quedando a todos en el rostro.

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