Seguramente a pocos les suene el nombre de Enrique Cervera, pero fue portavoz de la Junta de Andalucía bajo la presidencia de Manuel Chaves. Cuando el caudillo andaluz fue llamado a Madrid para desempeñar tareas de mayor envergadura, Cervera dejó el sur de España para acompañarle en su aventura castiza. Hace unos días, ha sido nombrado director gerente de la Agencia EFE. Sin duda, un paso decisivo para lograr la independencia de esta empresa pública.
Porque, al igual que en La escopeta nacional, Sazatornil se definía como "apolítico, de derechas", en los medios públicos parece necesario tener un pasado de izquierdas para ser considerado como neutral.
El Gobierno de Pedro Sánchez tiene estas cosas: a los amigos les garantiza un buen sueldo, aunque sea a costa de degradar 'lo público'. Por contra, a quienes se salen del guion marcado les aplica la fría guillotina. Hace unos meses, Miguel Ángel Oliver -secretario de Estado de Comunicación- citó a Fernando Garea en un Restaurante Rodilla del Paseo de la Castellana. Era sábado por la tarde de febrero y en Moncloa había cierto runrún con la poca permeabilidad de EFE hacia los argumentos del Ejecutivo. El encuentro sirvió para que el periodista dejara de ser presidente de la agencia pública de noticias. Así se las gastan los hombres del presidente.
Reveló hace unos días el portal Yotele que el presidente de facto de RTVE, Enric Hernández -sin experiencia en televisión-, negociaba la incorporación de Jesús Cintora a la corporación, que tiene que contratar periodistas, pues apenas si cuenta con efectivos en plantilla. Tan sólo tiene 1.500. Aunque bueno, también anda escasa de profesores de orquesta, pues dispone únicamente de 85, según los datos difundidos por el sindicato USO.
José Miguel Contreras
El caso es que Cintora no llegaría solo, sino que lo haría de la mano de José Miguel Contreras, que sería el productor del programa, con el que, al parecer, quieren competir con Antonio García Ferreras. Sobra decir que Contreras siempre ha demostrado una especial habilidad para conectar con los gobiernos socialistas y, claro, parece que próximamente comenzará a facturar para RTVE. Al enemigo, ni agua. A los amigos, lo que más les gusta: una buena suma de euros.
Lo más llamativo de todo es que la televisión pública tiene prohibido, por ley, externalizar sus programas informativos. Pero ocurre que Enric Hernández es un tipo listo y parece que buscará la fórmula para disfrazar al muñeco y que nadie caiga en la cuenta de ello. Hace unos años, el ínclito José Antonio Sánchez -presidente entre 2014 y 2018- hizo lo propio con un debate comandado por Ernesto Sáenz de Buruaga, que fue un desastre en audiencia y que duró dos telediarios. Entonces, claro, los otrora combativos Consejos de Informativos se rebelaron contra la decisión, que incluso motivó un encendido debate en el Consejo de Administración.
Con el caso Cintora han mantenido un perfil bajo y en el Consejo el asunto ni siquiera se ha comentado. Esto último ha ocurrido porque este órgano se disolvió hace 26 meses, sin que el Parlamento haya sido capaz de elegir a sus sustitutos. Sobra decir que la voluntad del Gobierno para iniciar las maniobras ha sido escasa. ¿Para qué, si Rosa María y Enric están al frente?
Cuesta dirimir si lo peor de la televisión pública es la absoluta falta de escrúpulos del Ejecutivo para influir en sus decisiones o la total inutilidad que demuestra su actual equipo directivo.
Cuesta dirimir si lo peor de la televisión pública es la absoluta falta de escrúpulos del Ejecutivo para influir en sus decisiones o la total inutilidad que demuestra su actual equipo directivo, desde la propia Rosa María Mateo hasta María Escario y todos esos que velan más por sus intereses personales que por la buena gestión de este medio de comunicación. La impericia de sus gestores es tal que La 1 ha batido este año, en varios meses, su récord negativo de audiencia. El último, septiembre.
Por otra parte, los telediarios están bajo mínimos, el magacín de las mañanas ha sido un fracaso, el debate programado para los sábados por la noche se estrenó con un 5,1% de cuota de pantalla; y las apuestas para aumentar el impacto de TVE en Cataluña han generado resultados irrisorios. Sin ir más lejos, la entrevista que Gemma Nierga realizó a Carles Puigdemont el pasado lunes obtuvo ¡un 0,1% de cuota de pantalla! Que tiemble TV3...
Nadie verá a los actuales gestores de 'la cosa' pagar las consecuencias de su nefasta gestión de un servicio público -ése que dice defender la izquierda, ruidosa otrora, cómplice ahora-, pues quienes trepan gracias a sus conexiones con el poder suelen encontrar siempre un buen acomodo cuando termina su comisariado político.
Iván Redondo
Los rasputines de Moncloa deben estar satisfechos con la actual TVE, pues la tienen totalmente bajo su control y, además, no molesta a las televisiones privadas, pues su audiencia es tan lamentable que ya ni siquiera se le puede considerar como un competidor. Su coste es de 1.000 millones de euros anuales, de los que las cadenas de la TDT y las 'telecos' cada vez aportan menos. El resto, corre a cargo del Estado, que asume su déficit, mantiene una plantilla absolutamente desmedida y, de paso, es cómplice del reparto que se hace entre las productoras amigas, que se lo llevan crudo por su cercanía al Gobierno de turno.
Hablarán los Enric Juliana de turno en sus mesas de debate sobre la necesidad de regenerar la democracia española. Desde luego, la labor debería empezar en ese enorme foco de compadreo, tráfico de influencias y dispendio en el que se ha convertido RTVE, que, si en el futuro sigue rigiéndose por estas normas, debería cerrarse a cal y canto. Hubo un día en el que, por menos, se convocaban manifestaciones los viernes en las que los trabajadores se vestían de negro. ¿Por qué no ahora? Que más de uno se lo haga mirar.