El próximo domingo se celebran elecciones en Cataluña y a diario puede verse, en los diarios y televisiones, a los políticos mintiendo descaradamente, y redescubriendo los problemas de los ciudadanos como si acabaran de apearse de una nave intergaláctica. Como si la situación de Cataluña no fuese responsabilidad suya. Vi el debate de los candidatos y al final los susodichos se saludaban risueños, segundos después de apuñalarse por delante y por detrás. Los comentaristas, cuando esto sucede, no pierden tiempo en señalar que se trata de una gran muestra de civilidad. Y tienen razón. En países más atrasados, más incivilizados, los candidatos se insultan o se dan de tortas, en los casos más extremos. Algo indeseable, ciertamente.
Pero. A mí la camaradería de los políticos cuando acaban de destriparse, me produce la desagradable sensación de que obedece a que se reconocen como miembros de la misma banda. La banda del cofre del tesoro de los contribuyentes. Todos son hermanos de sangre (de la sangre de los ciudadanos que los engordan y privilegian). Me quedo con la impresión de que se trata de un sainete, de un estrambote necesario para embobecer aún más a los ilusos o aborregados votantes. En fin, cosas mías.
Vivo en Cataluña desde hace más de veinte años y he podido apreciar la decadencia de Barcelona, que es lo mejor de Cataluña. El resto es campiña y cosa geográfica y mentalmente rural. Cuando llegué, Barcelona era una ciudad amable, mayormente educada, plácida, segura, ordenada. Yo venía de Miami y me impactó muy agradablemente el ritmo despacioso y sus aires de provincias. Se echaba, y se echa, de menos un gran museo; pero para eso está Madrid. Y me atrevería a decir, sin ninguna precisión empírica, lo confieso, que incluso la cantidad de gente que vivía en la ciudad de Gaudí era la adecuada (ni mucha, ni muy poca); una cantidad tolerable. Ciudad de Gaudí, me da un gran placer decirlo. A veces pienso que si Gaudí nunca hubiera existido tal vez se identificaría a Barcelona con Tapies, y entonces un escalofrío, como dicen los literatos, me recorre el espinazo. Imagínenlo, en vez de la gloriosa, carnal y juguetona imaginación de Gaudí, los trampantojos de Tapies. El horror.
Siempre me ha parecido muy significativo que, entre todas las infinitas posibilidades de diseño de una bandera, se haya optado por copiar la bandera cubana. Enseña, desde hace más de medio siglo, de una dictadura militar caudillista
Les hablo de años en que los gases tóxicos del nacionalismo apenas se notaban (la banda de los Pujol, la pandilla de La Vanguardia, TV3 y semejantes, dedicaban más tiempo al negocio de la Patria, que a la invención e imposición de la sagrada Patria) y ver banderas cubano–catalanas independentistas resultaba raro. Siempre me ha parecido muy significativo que, entre todas las infinitas posibilidades de diseño de una bandera, se haya optado por copiar la bandera cubana. Enseña, desde hace más de medio siglo, de una dictadura militar caudillista. Dice mucho, lo dice todo posiblemente, del nacionalismo catalán.
La ciudad me deslumbró y me sentí en ella feliz, sobre todo por las espléndidas librerías y por regresar a un estilo de vida urbano que permitía sobrevivir sin necesidad de poseer un automóvil, cosa que en Miami es impensable. Nunca olvidaré las interminables caminatas para descubrir una Barcelona repleta de deliciosos, y hasta suculentos, recovecos de todo tipo. Fueron años pletóricos.
Pero. Poco a poco, la ciudad comenzó a cambiar. Todo se hizo más sucio, más ruidoso, más grosero, más pobre, más violento, más tercermundista. Los gases tóxicos del nacionalismo se fueron haciendo omnipresentes. Se multiplicaron las banderas cubano–catalanas en los balcones y en los espacios públicos, eclosionaron políticos aún más pequeños y tribales que Jordi Pujol, y el ambiente se hizo, en los momentos de mayor agitación patriotera catalanista, nauseabundo. Ya por entonces vivía en las afueras y observaba la evolución de la decadencia barcelonesa como quien estudia un animal enfermo. Un animal enfermo al que se conoce, desgraciadamente. Después de mi experiencia infantil y juvenil en la Cuba castrista, el ascenso siempre moralmente mugroso de la infección nacionalista, no me era extraño. La ciudad se dividió en dos mitades, más o menos, pero una de ellas, la nacionalista, tenía el poder, el dinero y los medios de comunicación a sueldo, e imponía sus fanáticas y xenófobas monsergas y sus fantasías identitarias, a la otra mitad. También controlaba la educación, con lo que todo se hizo (incluida la formación de sus hijos) cuesta arriba para los antinacionalistas. Luego vinieron la desobediencia de las leyes y las impúdicas campañas contra lo español y en especial contra el idioma español. Y una larga cadena de delirios no por provincianos, menos siniestros.
Con la ayuda del PSOE
Y en eso estamos, a pocos días de las elecciones. Se realizan acampadas a favor de los terroristas de Hamás (Palestina) en las universidades y reina y gobierna en la ciudad la estupidez, el pensamiento grupal, la bobería, la ignorancia, la grosería y la estulticia. Y el próximo domingo, todo indica que ese estado de purulencia social, volverá a triunfar. Con la ayuda del PSOE. Y gracias a la sempiterna pusilanimidad y oportunismo del PP, que ni siquiera se atreve a decir lo obvio, que Cataluña no es una nación.
No voten por ningún candidato que no diga públicamente que Cataluña no es una nación. Si el candidato al que vote no lo dice, usted seguirá contribuyendo a la gran maquinaria de ficción que ha levantado y puesto en marcha el nacionalismo catalán con el objetivo de discriminar, parasitar y saquear al resto de los españoles. El objetivo no es la independencia, al fin lo comprendo, es el privilegio parasitario.
Qué triste todo.
Antipopulista
¿ Pide usted que los catalanes no voten al PP? No sabía que VOX estaba tan desesperado. Claro van a pasar de tener más escaños y votos que C'S y el PP a quedar muy por detrás del PP. VOX llegó al parlamento catalán diciendo que " ahora sí se iba a hacer oposición real al independentismo y se iban a hacer políticas para desmantelar a los Puigdemont. ¿ El resultado 4 años después? El independentismo está más vivo que nunca y VOX no ha hecho ni dicho nada en el parlamento catalán que no hayan echo o dicho ya PP o CS. Por eso mucha gente dejará de votar a ese partido que se presenta como el partido que todo lo sabe y todo lo arregla pero ni todo lo sabe ni nada lo arregla. Ajo y agua.
secreboiras
Potente producto de limpieza contra la mancha nacionalista. Esta claridad sobre la mugre es indispensable para que desaparezca
Playero
Sr. Abreu, para ser cubano no se ha dado cuenta que la bandera independentista se parece más a la bandera de Puerto Rico (triángulo azul) que a la cubana (triángulo rojo).
Playero
La política de lo que va es de vivir, y bien, de los contribuyentes.
Azahar
Don Juan, siempre nos quedará Madrid!!!
ArchieEnVozpopuli
Absolutamente esclarecedor, amigo Abreu... ¡y valiente! Estos sueñan con la utopía puchimon(región)/sanchinflas(estado). Pero les saldrá mal: no llegan a fin de año porque es tal el cúmulo de inmoralidades que suman entre los dos que se ahogarán en su propio y repugnante hedor.
Urente
El ser de luz progresista éste que firma como nebraskabcn se está mostrando aquí como un auténtico gi-li-po-llas sin complejos.
LaDamadeSol
El análisis que hace el articulista de la decadencia que ha percibido en sus más de veinte años en Barcelona es impecable. Incluso habría que recordar con nostalgia esa ciudad abierta y optimista posterior a los Juegos Olímpicos. O retroceder a los inicios de los setenta, cuando Barcelona era la capital cultural de España. Alejada de la influencia del poder político de la capital, era donde escritores, periodistas o profesores de universidad querían estar. Ya no queda nada. Se puede vivir dentro de la M30, hablar en español y añorar el Mediterráneo. Y volver a Cataluña, reencontrarte con los tuyos y hablar en catalán. Tiene guasa que cada vez que regreso a mi tierra, casi desde el primer momento me preguntan por Ayuso, de una forma que demuestra una secreta e inconfesable admiración. ¡ Cómo si yo la conociera! Ojalá más catalanes viviéramos en Madrid y más madrileños en Cataluña. Todos saldríamos ganando. Porque, en contra de la opinión de la generación del 98 o de lo que muchos puedan pensar en la actualidad, el alma de España no se encuentra ni en Valladolid, ni en Burgos, ni siquiera en Madrid. El mejor reflejo del espíritu español actual se puede encontrar en la periferia, cerca del mar: Málaga, Alicante, Valencia, Santander, La Coruña... El equilibrio que aporta Cataluña es necesario, no hay que resignarse a que sea irrecuperable. Porque, como estamos viendo, toda realidad que se ignora se acaba vengando.
syloxozi
Tenemos el país que nos merecemos. El páis que tenemos es fruto de la clase política a la que votamos. En España, tras el advenimiento de la democracia la gente iba a votar como el que va a una romería, eso si, europea. Íal son de la música del anuncio de la Coca-cola y votábamos al primer imbécil que nos comía la oreja porque así nos sentíamos europeos. Esos imbéciles han llegado a erigirse en casta, han colonizado los medios de comunicación, las instituciones y ahora no hay forma de librarse de ellos. el ejemplo mas actual y palmario es el Alvarone. que dice que pa chulo él y a ver quien tiene huevos de cesarle. Hemos criado monstruos que ahora nos sacan los ojos. La próxima que vayais a votar, pensar bien lo que haceis. Os jugais mucho más de lo que parece.
Renglan
Un recuerdo de admiración
jorge.q
Así es, oceánicamente triste esta verdad clara que pintas
Rekaldeberri
Sí, todo es puro teatro. Solo buscan privilegios. En el País Vasco es igual. Ahora, todo se les ha permitido gracias al PP y al PSOE que los necesitaban para pillar sillón y presupuesto y una Constitución que lo ha amparado. Hacen falta cambios profundos en defensa de la nación española y la igualdad entre españoles. Lo dice un vasco harto del nacionalismo vasco.
Nebraskabcn
Conocí Madrid en los primeros ochenta, cuando iba a menudo por mi trabajo. Qué maravilla de ciudad, abierta a todo el mundo vinieras de donde vinieras, a todos los acentos de España, a todas las maneras de pensar. Una vida cultural transgresora y altamente creativa. He vuelto hace poca y se me ha caído el mundo a los pies. Qué bazofia urbanística -no hay por dónde cogerla-, qué deriva neoliberal, una ciudad invivible que perdió toda su esencia. Una pena.
Talleyrand
Hubo un tiempo en que me autodefinía como barcelones, si es que tenia que definirme. Ahora soy un exiliado mas, un exiliado interior que ni siquiera vive en la ciudad donde naci y vivió mi familia. Barcelona era una amalgama creativa sin control de ningún poder. Podéis revivirla en las novelas de Marse, algún ensayo de Juan goytisolo, las recreaciones de E. Mendoza, la poesia de gil de Biedma o G. Ferrater, o incluso en las novelas de Zafon. Barcelona era la sombra del viento, donde los saltataulells podían ligarse a las Teresas de encima de la Diagonal y construir un mundo donde los ricos querían ser revolucionarios y los proletarios estudiar carreras universitarias para cambiar de estatus.. Esa era mi Barcelona que ya no existe, como no existe aquel ensanche que no era de Airbnb, las Ramblas con La Taberna Bohemia que ya agonizaba entonces, los locales nocturnos de cabaret, pequeños parecidos al Berlin de los 40, y sobre todo una ciudad prospera donde todo el mundo se reconocía. Trabajadora y canalla a la vez. Ahora es pura melancolía, pero prometo que fue así y la perdimos como perdimos Bocaccio con Guillermina y Serrat tomando cubatas. Un tiempo donde las elites abrevaban con los de abajo sin complejo alguno ni derechos de admisión. Solo los que vivieron aquello se reconocerán en estas líneas y también aceptaran que la democracia nos sentó fatal. Dejamos pasar al Volkgeist y no solo nos robo el dinero publico (el nuestro), también nos robo la libertad, la iniciativa y esa ingenuidad que teniamos cuando nos creíamos que eramos el centro del universo, la Alejandria de Durrell. Barcelona es ya un sitio donde no podemos retornar porque solo forma parte de nuestros recuerdos. De lo que fuimos y perdimos.
vallecas
Hace 20 años yo iba a Barcelona muy a menudo por motivos de trabajo. El centro de Barcelona, maravilloso, los barrios periféricos, una bazofia. En los "barrios" de Madrid por el contrario se estaban desarrollando a toda velocidad invirtiendo ingentes cantidades de dinero, como sino. Vallecas, Vicálvaro, Carabanchel, pasaron de ser un lugar "preocupante" a ser barrios residenciales con todos los servicios. Nótese que en Madrid no hay "independentismo" ni izquierda gobernando, lo hace el PP desde hace 30 años. Si ya se, Manuela Carmena (que descanse en paz). Manuela es una "progre-pija" de la Gran Vía que a lo único que atendía era al Centro. A Manuela la debemos (en mi barrio) una prórroga de 10 años de una incineradora que ya es casi "urbana". La Izquierda se ha vuelto "loca" en Europa, en España, en Madrid. Están destruyendo los pilares que nos sujetan a todos, también a ellos pero les da igual. Cuando el odio es tu alimento, estás perdido, ya no eres un ser humano.
Norne Gaest
Conocí Barcelona en los años 70, estrenando primera profesión, cuando estaba en la vanguardia cultural de España y era su ciudad mas abierta y europea. Todavía no había empezado a operar públicamente la carcoma pujolista y el afán diferenciador solo se manifestaba callejeramente en las sosas sardanas. Pero el nazionalismo imprime su esencia siniestra allá donde prospera. Algunos pensarán que escribir nazionalismo con z es exagerado, pero no: el nazionalismo alemán nació tras la postración de una guerra perdida y las humillantes condiciones impuestas, y de desarrolló tras la crisis económica de 10 años después. En cambio, el nazionalismo catalanista o vasquista es racismo y egoísmo de privilegiados, como siempre han sido dichas regiones en la historia de España, y como lo siguen siendo. Totalitarios como los nazis, con terrorismo incluido, y provocadores de odio, división y exilio. Solo les ha faltado los campos de exterminio, pero recordemos que estos los crearon los nazis alemanas en pleno conflicto bélico. Por lo demás, sobre si los nazis catalanistas quieren la independencia o no, yo creo que sí que la quieren, pero también seguir parasitando del resto de España como colonia, con relaciones "especiales" donde ellos puedan colocar sus productos como hasta ahora lo han venido haciendo, y continuando su zapa en Baleares y Valencia para incorporarlas a su imperio, esos países catalanes de sus mapas del tiempo. En cuanto a lo que se puede votar o no, en España y en Cataluña, también estoy de acuerdo con Abreu. Aunque no te gusten al 100%, en mi opinión solo son dignos de votarse aquellos partidos que actúen como españoles sin complejos y hagan frente a los nazis sin remilgos, no a un PP que solo descarta a Bildu y que cuando gobierna, como en Galicia, practica nacionalismo a baja escala, relegando al español frente al gallego.
Gala
Buenos días, Columna extraordinaria, se debería repartir entre los profesores y padres que todavía conservan un poco de cerebro. Otra vez enhorabuena.
Silvania
Lo ha clavado usted. No quieren la independencia. Luchan por mantener el privilegio del parásito.
Nebraskabcn
¿De dónde habéis sacado a este tonto?