Desde que Iker Jiménez tiene un programa de debate le cae la del pulpo día sí, día también. Los ataques provienen de esa izquierda dada a sermonear con sus culos firmemente aposentados en fortunas millonarias. Los que deben dinero a Hacienda o tienen una empresita en Panamá. El otro día un tal Monzón, conocido en los ambientes como Wyoming, lanzó una filípica contra Iker. Cuatro minutos para poner a parir al periodista conocido por sus programas tanto en la radio como en la televisión que tratan del misterio, de lo inexplicable, de lo que no somos capaces de comprender, que han tenido y tienen -son ya veinte años- una acogida extraordinaria entre la audiencia.
Hasta hoy podía haber cachondeito conque si el de los ovnis, los fantasmas, las apariciones, que es lo que dicen los bobochorras que ignoran la frase que escribió Shakespeare acerca de que hay más cosas en este mundo de las que puedes imaginar en tu filosofía. Quienes nos sentimos deudores de Pawels y Bergier, Gérard de Sede, Antonio Ribera, Jiménez del Oso y tantos otros, respetamos ese periodismo serio y sin concesiones a la charlatanería que han hecho tanto Iker Jiménez como Carmen Porter de manera entregada y con más paciencia que un santo.
Pero llegó la pandemia e Iker y Carmen -o Carmen e Iker, que tanto monta, monta tanto- pusieron en pie un formato que no tenía nada que ver con 'Cuarto Milenio' creado para intentar arrojar luz sobre lo que estaba sucediendo mediante el concurso de especialistas serios, reputados, con conocimiento de causa. Un programa anti bulos, si se me permite decirlo, que buscaba la verdad mientras Sánchez invocaba -eso sí es paranormal- comités de expertos que no existían sin explicar cuántos fallecidos había en España ni nada que fuese mínimamente verídico. Echándole las culpas a Ayuso y a la derecha, claro.
El éxito fue también enorme por la impronta de veracidad que tiene todo lo que Iker y Carmen hacen
El éxito fue también enorme por la impronta de veracidad que tiene todo lo que Iker y Carmen hacen. Acabose la pandemia pero la perentoria urgencia de tener en televisión un debate en el que no se escuchasen siempre las mismas voces laudatorias al gobierno aconsejaba mantener un formato libre. Así fue, y se amplió a temas políticos y sociales. Excuso decirles que a pesar de lo tarde y los bloques de publicidad que los espectadores soportan con resignación si no cristiana, si al menos milenaria, 'Horizonte' va como un tiro.
Esto ha puesto nerviosos a los que creían que lanzar consignas proporcionadas por Moncloa no podía tener enfrente a personas que negasen la mayor. Habituadas a la interrupción, a gritar, al “y tú más” y a esa grosera manera de caricaturizar al tertuliano serio y demócrata, han visto en 'Horizonte' un enemigo. Van a por el programa y a por Iker. Por eso empezamos a ver en tal o cual programita alusiones tipo “A ver si vuelve a los ovnis”, llegando la campaña hasta la parrafada del multi propietario de inmuebles Monzón, AKA Wyoming. Dice que quiere que se acaben los bulos. Una buena medida sería que chapase su programa al que, por cierto, Broncano ha hundido. Oh témpora, o mores. Devorado por uno de los suyos. A esto los sabios lo llamaban Némesis. Lo de Iker, en cambio, se asemeja a Diógenes que, linterna en mano, buscaba un hombre metafísicamente honesto. Porque Iker busca la verdad, antes que nada.
Ah, y sí, he tenido el honor de ser invitado en alguno de sus programas. Siempre he dicho lo que pienso sin la menor traba y en total libertad. Les aseguro que no puedo decir lo mismo de otros sitios de los que me he ido o me han echado. ¿Ladran? Luego cabalgamos. (Por cierto, Monzón, ¿Cuándo vais tú, Broncano y toda la chupipandi progre a ayudar a Valencia y mancharos de barro? ¿O hacer una donación ni que sea a escote como la de Don Amancio Ortega?)