La cita del Pleno del Congreso de los Diputados es para hoy miércoles a las 9 de la mañana. El orden del día registra una comparecencia del presidente Pedro Sanchez para dar cuenta de los acuerdos adoptados en los dos últimos Consejos Europeos donde se ha tratado de la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, de los primeros tanteos para alcanzar la paz, llevados a cabo en Yeda (Arabia Saudí) bajo la convocatoria del presidente estadounidense. Nueva ocasión pues en la que Donald Trump ha tenido la delicadeza de ignorar a la Unión Europea, la cual se habría fundado, según el reincidente inquilino de la Casa Blanca, para joder (sic) a los Estados Unidos.
Los modales de matón que ha exhibido Trump deshonran a su país pero, sobre todo, nos obligan desde ahora mismo a procurarnos la defensa por cuenta propia, sin incurrir en la ingenuidad de adquirir armas made in USA de las que ya no podemos fiarnos. Sabemos ya que a Sánchez en Bruselas no le ha gustado la palabra rearme y que pretende maquillar las cuentas para anotar en el capítulo de defensa gastos de cualquier otra naturaleza en los que pueda detectarse cualquier punto de tangencia para proceder al cambio de denominación aplicando el maquillaje que sea necesario, ya sean gastos de la UME, la limpieza de parques y jardines o los objetivos 2030. Eso si, de vuelta a casa Sánchez se encuentra otra rebelión en la granja, Sumar en el Gobierno y en la discrepancia, Podemos restando votos en el Congreso y los indepes preparados para chantajear en cuanto vean la menor oportunidad.
Era evidente que la mala relación de la izquierda con la Defensa y las Fuerzas Armadas estaba reclamando fuertes dosis de pedagogía que nadie ha suministrado y este descuido ahora pasa factura. Hubiera podido empezarse explotando uno de los momentos estelares del Quijote: el discurso de las armas y las letras, que figura en el capítulo 38 de la primera parte. Allí nuestro hidalgo sostenía la imposibilidad de establecer una radical separación entre el oficio, la dedicación, el esfuerzo del soldado, y del hombre de letras. Cervantes lo dice con la vivencia muy firme, muy a flor de piel y muy emocionante, de un viejo soldado que ya nos ha contado que estuvo en lo que él llamaba la mayor ocasión que vieron los siglos pasados ni esperan ver los venideros, es decir, en Lepanto.
De vuelta a casa Sánchez se encuentra otra rebelión en la granja, Sumar en el Gobierno y en la discrepancia, Podemos restando votos en el Congreso y los indepes preparados para chantajear en cuanto vean la menor oportunidad
Para don Quijote en esta empresa de las armas, los trabajos del espíritu exceden a los del cuerpo y rebate a quienes dijeren que las armas sólo con el cuerpo se ejercitan, como si fuese su ejercicio oficio de ganapanes “o como si en esto que llamamos armas, los que las profesamos, no se encerrasen los actos de la fortaleza, los cuales piden para ser ejecutados mucho entendimiento o como si no trabajase el ánimo del guerrero, que tiene a su cargo un ejército o la defensa de una ciudad sitiada, así con el espíritu como con el cuerpo. Inquiere luego si es con las fuerzas corporales como se alcanza “a saber y conjeturar el intento del enemigo, los designios, las estratagemas, las dificultades, el prevenir los daños que se temen; que todas estas cosas son acciones del entendimiento, en quien no tiene parte alguna el cuerpo”. O sea que las armas requieren espíritu como las letras.
Decía en una ocasión Ortega, que el grado de civismo de una sociedad, se puede medir por la preparación y por la disciplina de sus ejércitos y recordaba Rafael Sánchez Ferlosio cuando en la batalla de Salamina, cómo los persas mandaron espías para ver cómo se preparaban los atenienses a la defensa y, al regresar, cuando les preguntaron qué habían visto, respondieron: “vimos que los hoplitas (que eran los soldados atenienses) se están peinando”. De ahí, los persas concluyeron: “entonces es que van a batirse hasta morir”.
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