Volvemos de nuevo a las andadas. Resulta sorprendente que tras la Gran Recesión, después de la pandemia y un repunte de la inflación consecuencia de la financiarización de nuestras economías, retrocedamos a la casilla de salida. Mientras Europa estudia la imposición de nuevas reglas fiscales, Reino Unido presenta una política fiscal ultra-restrictiva en plena recesión. ¡Es que no aprendemos! El razonamiento subyacente en dichas propuestas no deja de ser un ejemplo más, el enésimo, de un dogma de fe y un catálogo de mentiras. Se llenan la boca hablando de "sostenibilidad fiscal", pero sin decirnos aún, y miren que han pasado décadas de ello, en qué consiste dicha sostenibilidad, al margen de reducir los ratios de deuda pública mediante la austeridad.
Este tipo de estrategia, como se demostró durante la Gran Recesión, es insostenible dado el daño que inflige a la economía. Si la economía europea y británica se dirigen hacia la recesión, entonces la austeridad es contraproducente; es un ejemplo de política procíclica mal concebida. El problema es que dicho marco, con pequeñas matizaciones, es asumido por las principales fuerzas políticas europeas, tanto conservadores, liberales o socialdemócratas. Es una declaración de la política global moderna que realmente da a las voces progresistas muy pocas esperanzas de que las lecciones fiscales de la Gran Recesión, la pandemia y más hayan sido aprendidas por alguien que no supiera de ello antes de esos eventos.
Las reglas fiscales en vigor, son, en el mejor de los casos, destructivas
Todas las Oficinas de Responsabilidad Presupuestaria, incluida nuestra Airef, abiertas en los últimos años, no dejan de ser uno de esos organismos que la era neoliberal ha engendrado. Se trata de organizaciones imbuidas de macroeconomía neokeynesiana que no está cualificada para tratar con el mundo real, bajo la creencia de que los modelos DSGE –equilibrio general dinámico estocástico- son la realidad, esparciendo previsiones aterradoras de fenómenos paranormales que los gobiernos utilizan para despolitizar el debate público, y poder infligir así austeridad a la ciudadanía, mientras se aseguran de que los procesos distributivos sigan favoreciendo a los de arriba.
Las reglas fiscales en vigor, son, en el mejor de los casos, destructivas, y demuestran una incapacidad manifiesta para entender el objetivo de la política fiscal, que no es alcanzar una especie de número, sino proporcionar apoyo al gasto para ayudar al sector no gubernamental a alcanzar los resultados de gasto y ahorro deseados, al tiempo que se garantiza que la economía funciona con pleno empleo, entre otras cosas.
El sector privado, familias y empresas, ya está sobre-endeudado y se requiere un apoyo fiscal continuo al crecimiento de sus ingresos
Cualquier intento de devolver la posición fiscal al "equilibrio" sería posible, antes de que la recesión socavara la búsqueda, si el sector privado nacional asumiera posiciones de deuda aún mayores. Pero el sector privado, familias y empresas, ya está sobre-endeudado y se requiere un apoyo fiscal continuo al crecimiento de sus ingresos para proporcionar la capacidad a los hogares y a las empresas de reducir estas peligrosas posiciones de deuda. Calcular las "brechas fiscales" con respecto a un punto de referencia ilegítimo de equilibrio es un ejercicio de tontos.
Dentro de la narrativa de terror se suele detallar que la solvencia del gobierno es más vulnerable a los futuros choques o cambios en el sentimiento del mercado cuanto más tiempo permanezcan los déficits. Y encima se lo creen. Los resultados fiscales no son vulnerables o no, son lo que son. Lo que es vulnerable a los choques externos es el estado de la economía, el empleo, la caída de la productividad, la desigualdad,… y son esas vulnerabilidades las que deberían regir las decisiones fiscales. Aún sigo esperando que nos detallen cómo la posición fiscal puede suponer una amenaza sobre la que actúen los "mercados". Se trata sin más del tipo de miedo que se ha inculcado a los ciudadanos de que, si se salen de la línea, algunos actores globales amorfos enviarán su moneda a la quiebra. Las divisas suben y bajan todo el tiempo y la mayoría de nosotros ignoramos alegremente los cambios.
Los gobiernos de Aznar y Zapatero
Lo realmente preocupante es que la izquierda dominante en Europa, la socialdemocracia y el laborismo británico, parece obsesionada también con discutir sobre cómo se calcula el agujero fiscal, proponiendo nuevas reglas fiscales, en lugar de descartar y rechazar todo el concepto. De esta manera han ratificado el concepto ilegítimo, al afirmar que tendrán en cuenta el agujero fiscal estimado como línea de base para sus políticas, aceptando de facto las reglas fiscales. Se quiere volver de nuevo a una posición de austeridad light, en la que el gobierno se dedica deliberadamente a destruir la riqueza privada. Quienes nunca han vigilado la deuda privada, porque aún no han entendido su papel desestabilizador, se obsesionan con la deuda pública, asignándoles unos males ficticios.
Los adalides de la austeridad fiscal afirman que unas cuentas públicas saneadas es síntoma de fortaleza económica, y buen hacer. Pero, como ya comentamos desde estas mismas líneas, ello es falso. Para ello pusimos ejemplos reales de nuestra querida España. Bajo este criterio, el segundo gobierno de Aznar con déficits públicos ridículos en el período 2001-2004, y el primer gobierno Zapatero, con los únicos superávits fiscales de nuestra historia reciente, 2005-2007, eran unos gobiernos estupendísimos en la gestión de lo público. La realidad era otra, detrás de esos superávits, siguiendo los balances sectoriales, se escondía el drama que luego nos arrasó, el déficit privado escalofriante que se produjo en el período 2000-2007, por obra y gracia de la mayor burbuja inmobiliaria de la historia económica. Exactamente lo opuesto sucede desde el año 2008.
Frente a lo que ocurre por estos lares, en el país del sol naciente, asesorados por uno de los padres de la Teoría Monetarias Moderna, Bill Mitchell, el gobierno acaba de anunciar más estímulos fiscales, el Banco de Japón se niega a subir los tipos de interés oficiales, y continúa con su política de control de la curva de tipos de interés. Mientras la inflación en Japón es relativamente baja -3,6% interanual-, es el único país desarrollado de la OCDE con crecimiento estable. Y encima algunos, desde nuestros mass media, tenían los santos bemoles de criticar la política económica nipona. Ver para creer.
Karl
Cuando una persona gasta más de lo que ingresa, quiebra. Cuando una empresa gasta más de lo que ingresa, quiebra. Cuando un gobierno gasta más de lo que ingresa, te envía la cuenta. «Cuando una persona o empresa gasta más de lo que ingresa, quiebra. Cuando un gobierno gasta más de lo que ingresa, te envía la cuenta.» ~Ronald Reagan
Karl
Endeudar a la Nación no es sino robar a las generaciones futuras. ___ “[T]he principle of spending money to be paid by posterity, under the name of funding, is but swindling futurity on a large scale.” ~Thomas Jefferson, esclavista y redactor y cofirmante de la Declaración de Independencia de EEUU, †1826
Beeblebrox
Como de costumbre, interludio cómico a cargo del payaso que viene a recibir tartazos. La verdad que hoy me pilla desganado, porque ya aburre. Para aquellos que puedan sentirse aturdidos por la palabrería, baste recordarles que Liz Truss acaba de demostrar lo que pasa con un deficit desmadrado cuando no tienes una maquinita de imprimir inflación que te respalde, y nosotros lo vamos a demostrar al cubo en cuanto el BCE deje de comprar nuestros bonos basura. En cuanto al ejemplo de Aznar y ZParo, lo que se vio es lo útil que resulta que los problemas en la economía privada no pillen al sector público con la visa quemada para poder tirar de déficit público (11% anual) sin que haya una crisis de deuda. Otra cosa es que ZParo empleara desastrosamente esa munición en políticas de pleno empleo (Plan E) como las que propone Laborda y se quedara con el dinero gastado pero sin resolver el paro
Wesly
Nos ha quedado claro que Ud. está en contra de la austeridad y a favor de endeudarnos a tope. Pero, está deuda gigantesca habrá que pagarla, no?. Le parece a Ud. justo que exijamos a nuestros hijos, nietos y biznietos que nos paguen las deudas que nosotros hemos generado?. Lo decente, lo responsable, es dejar a nuestros hijos y nietos algunos ahorros que hayamos podido guardar, más que nada por si las cosas les fueran mal en el futuro, por si les podemos ayudar. Por solidaridad voluntaria. Lo indecente, lo irresponsable, lo inmoral es dejarles nuestras deudas por habernos gastado nosotros lo que no teníamos y habernos dedicado a disfrutar de productos y servicios a los que ellos quizás no podrán acceder, pero que sí les obligamos a pagar. Dejarles deuda significa obligarles a pagar a ellos aquello de lo que nosotros hemos disfrutado. Es inmoral. Aunque sólo fuera por solidaridad con las generaciones futuras, debería ser obligatorio el déficit público cercano a cero y terminantemente prohibida la deuda pública a más de 5 años.