Opinión

¿Reglas fiscales? no gracias

Se quiere volver de nuevo a una posición de austeridad light, en la que el gobierno se dedica deliberadamente a destruir la riqueza privada

  • Rajoy, Zapatero, Aznar y González en el 40 aniversario de la Constitución

Volvemos de nuevo a las andadas. Resulta sorprendente que tras la Gran Recesión, después de la pandemia y un repunte de la inflación consecuencia de la financiarización de nuestras economías, retrocedamos a la casilla de salida. Mientras Europa estudia la imposición de nuevas reglas fiscales, Reino Unido presenta una política fiscal ultra-restrictiva en plena recesión. ¡Es que no aprendemos! El razonamiento subyacente en dichas propuestas no deja de ser un ejemplo más, el enésimo, de un dogma de fe y un catálogo de mentiras. Se llenan la boca hablando de "sostenibilidad fiscal", pero sin decirnos aún, y miren que han pasado décadas de ello, en qué consiste dicha sostenibilidad, al margen de reducir los ratios de deuda pública mediante la austeridad.

Este tipo de estrategia, como se demostró durante la Gran Recesión, es insostenible dado el daño que inflige a la economía. Si la economía europea y británica se dirigen hacia la recesión, entonces la austeridad es contraproducente; es un ejemplo de política procíclica mal concebida. El problema es que dicho marco, con pequeñas matizaciones, es asumido por las principales fuerzas políticas europeas, tanto conservadores, liberales o socialdemócratas. Es una declaración de la política global moderna que realmente da a las voces progresistas muy pocas esperanzas de que las lecciones fiscales de la Gran Recesión, la pandemia y más hayan sido aprendidas por alguien que no supiera de ello antes de esos eventos.

Las reglas fiscales en vigor, son, en el mejor de los casos, destructivas

Todas las Oficinas de Responsabilidad Presupuestaria, incluida nuestra Airef, abiertas en los últimos años, no dejan de ser uno de esos organismos que la era neoliberal ha engendrado. Se trata de organizaciones imbuidas de macroeconomía neokeynesiana que no está cualificada para tratar con el mundo real, bajo la creencia de que los modelos DSGE –equilibrio general dinámico estocástico- son la realidad, esparciendo previsiones aterradoras de fenómenos paranormales que los gobiernos utilizan para despolitizar el debate público, y poder infligir así austeridad a la ciudadanía, mientras se aseguran de que los procesos distributivos sigan favoreciendo a los de arriba.

Las reglas fiscales en vigor, son, en el mejor de los casos, destructivas, y demuestran una incapacidad manifiesta para entender el objetivo de la política fiscal, que no es alcanzar una especie de número, sino proporcionar apoyo al gasto para ayudar al sector no gubernamental a alcanzar los resultados de gasto y ahorro deseados, al tiempo que se garantiza que la economía funciona con pleno empleo, entre otras cosas.

El sector privado, familias y empresas, ya está sobre-endeudado y se requiere un apoyo fiscal continuo al crecimiento de sus ingresos

Cualquier intento de devolver la posición fiscal al "equilibrio" sería posible, antes de que la recesión socavara la búsqueda, si el sector privado nacional asumiera posiciones de deuda aún mayores. Pero el sector privado, familias y empresas, ya está sobre-endeudado y se requiere un apoyo fiscal continuo al crecimiento de sus ingresos para proporcionar la capacidad a los hogares y a las empresas de reducir estas peligrosas posiciones de deuda. Calcular las "brechas fiscales" con respecto a un punto de referencia ilegítimo de equilibrio es un ejercicio de tontos.

Dentro de la narrativa de terror se suele detallar que la solvencia del gobierno es más vulnerable a los futuros choques o cambios en el sentimiento del mercado cuanto más tiempo permanezcan los déficits. Y encima se lo creen. Los resultados fiscales no son vulnerables o no, son lo que son. Lo que es vulnerable a los choques externos es el estado de la economía, el empleo, la caída de la productividad, la desigualdad,… y son esas vulnerabilidades las que deberían regir las decisiones fiscales. Aún sigo esperando que nos detallen cómo la posición fiscal puede suponer una amenaza sobre la que actúen los "mercados". Se trata sin más del tipo de miedo que se ha inculcado a los ciudadanos de que, si se salen de la línea, algunos actores globales amorfos enviarán su moneda a la quiebra. Las divisas suben y bajan todo el tiempo y la mayoría de nosotros ignoramos alegremente los cambios.

Los gobiernos de Aznar y Zapatero

Lo realmente preocupante es que la izquierda dominante en Europa, la socialdemocracia y el laborismo británico, parece obsesionada también con discutir sobre cómo se calcula el agujero fiscal, proponiendo nuevas reglas fiscales, en lugar de descartar y rechazar todo el concepto. De esta manera han ratificado el concepto ilegítimo, al afirmar que tendrán en cuenta el agujero fiscal estimado como línea de base para sus políticas, aceptando de facto las reglas fiscales. Se quiere volver de nuevo a una posición de austeridad light, en la que el gobierno se dedica deliberadamente a destruir la riqueza privada. Quienes nunca han vigilado la deuda privada, porque aún no han entendido su papel desestabilizador, se obsesionan con la deuda pública, asignándoles unos males ficticios.

Los adalides de la austeridad fiscal afirman que unas cuentas públicas saneadas es síntoma de fortaleza económica, y buen hacer. Pero, como ya comentamos desde estas mismas líneas, ello es falso. Para ello pusimos ejemplos reales de nuestra querida España. Bajo este criterio, el segundo gobierno de Aznar con déficits públicos ridículos en el período 2001-2004, y el primer gobierno Zapatero, con los únicos superávits fiscales de nuestra historia reciente, 2005-2007, eran unos gobiernos estupendísimos en la gestión de lo público. La realidad era otra, detrás de esos superávits, siguiendo los balances sectoriales, se escondía el drama que luego nos arrasó, el déficit privado escalofriante que se produjo en el período 2000-2007, por obra y gracia de la mayor burbuja inmobiliaria de la historia económica. Exactamente lo opuesto sucede desde el año 2008.

Frente a lo que ocurre por estos lares, en el país del sol naciente, asesorados por uno de los padres de la Teoría Monetarias Moderna, Bill Mitchell, el gobierno acaba de anunciar más estímulos fiscales, el Banco de Japón se niega a subir los tipos de interés oficiales, y continúa con su política de control de la curva de tipos de interés. Mientras la inflación en Japón es relativamente baja -3,6% interanual-, es el único país desarrollado de la OCDE con crecimiento estable. Y encima algunos, desde nuestros mass media, tenían los santos bemoles de criticar la política económica nipona. Ver para creer.

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