Dice el consenso en este arranque del 2025 que será un año de crecimiento, lo que siempre transmite ánimo y esperanza. Muchos hipotecados a tipo variable pagarán menores cuotas y… bueno, la verdad es que no tengo claro que haya muchas más noticias positivas. ¿Les irá mejor a los españoles que en 2024 que no fue un año muy brillante? Bueno hay que confiar en que sí pero hay señales muy poco optimistas.
Para empezar, la situación política española, con un Gobierno obsesionado por mantenerse en el poder, genera serios problemas económicos, al margen de los éticos, naturalmente. No sólo por su empeño en usar los Presupuestos para comprar apoyos parlamentarios, sino porque en 2025 existe un riesgo mayor con el llamado 'cupo catalán', que empeorará la capacidad de financiación del país. Igual que la quiebra técnica de la Seguridad Social, que se va ampliando por el empeño en aumentar la cuantía de las pensiones tirando de más y más deuda, ya que con lo que nos quitan (in crescendo) a los trabajadores en activo no hay suficiente. A estas acciones directas negativas hay que sumar otras malas influencias como una mala política exterior, medidas contra el turismo como el largo -e invasivo- proceso de recopilación de datos en los hoteles, la mala gestión de los fondos europeos, las subidas fiscales que alejan la inversión (nacional y extranjera) etc. etc. ¡Y encima en noviembre se cumplirán los 50 años de la muerte de Franco y ya nos podemos imaginar la turra que nos darán con ello!
A los ataques directos a la soberanía de los accionistas (véase por ejemplo el caso Talgo) se suman los impuestos arbitrarios, de dudosa constitucionalidad, a empresas concretas de determinados sectores, rompiendo con ello el principio de igualdad tributaria, desalentando inversiones y aumentando la desconfianza hacia nuestro mercado
Tampoco el panorama político internacional nos es favorable. La debilidad de los gobiernos alemán y francés, dos de nuestros principales socios comerciales, y de su economía, nos va a salpicar ya que la UE es nuestro principal mercado, y tampoco parece que a corto plazo veamos consecuencias positivas del recientemente firmado acuerdo comercial con Mercosur. Sin embargo, es la victoria de Trump lo que más puede impactarnos, tanto a nivel de la Eurozona (la rivalidad comercial puede endurecerse)como en el plano bilateral, tanto por los aranceles como por el aumento del coste del crudo al fortalecerse el dólar.
En el terreno de la geopolítica podría producirse la gran noticia del fin de la guerra de Ucrania. Veremos. Lo que puede ir a peor es la pugna comercial entre Estados Unidos y China, con la vertiente de posiblemes situaciones de enorme tensión con Taiwán. Sobre el avispero de Oriente Próximo no es necesario hacerse grandes ilusiones. Aunque podría darse algún paso en la buena dirección al pararle los pies al peligro Irán, que ya acusa el castigo desde Israel. Estas tensiones, como el reciente caso de Siria, aumentan el riesgo de la emigración descontrolada, algo que el Gobierno español no ha sido capaz de abordar con la sensatez y el rigor que el problema merece.
Amenazas crecientes
La evolución de la política también puede perjudicar a nuestras cotizadas de bolsa y a nuestras emisiones de deuda dada la política intervencionista de nuestro gobierno. A los ataques directos a la soberanía de los accionistas (véase por ejemplo el caso Talgo) se suman los impuestos arbitrarios, de dudosa constitucionalidad, a empresas concretas de determinados sectores, rompiendo con ello el principio de igualdad tributaria, desalentando inversiones y aumentando la desconfianza hacia nuestro mercado. Está también, en forma creciente, el problema de la deuda del Estado, con agujeros en medio mundo a causa de las primas a las renovables que se aprobaron en tiempos de Zapatero y se dejaron de abonar desde tiempos de Rajoy, y que ya han generado varios embargos de bienes.
Nuestra prima de riesgo vivió un excepcional 2024 y seguramente en 2025 veamos subidas de nuestro rating soberano por parte de las agencias calificadoras pero, como vimos en diciembre en Francia cuando la rentabilidad de sus emisiones superó a las de Grecia, todo puede cambiar muy rápido y un empecinamiento en mantenerse en el poder de un Gobierno acuciado por causas penales y sin la suficiente mayoría parlamentaria (algo que ya está pasando), puede cambiar la percepción hacia nuestra solidez financiera. Esperemos que no se materialicen ninguna de las amenazas que penden sobre la economía de las familias españolas y tengamos un buen año todos.