Opinión

¡Si me queréis, irse!

No necesitamos sus muestras falsas ni verdaderas de apoyo, de cariño, de empatía o de comprensión hacia las víctimas

  • Autoridades en el funeral en memoria de las víctimas de las riadas -


Me ha venido a la mente esta famosa frase de la gran Lola Flores, que inmortalizó el día de la boda de su hija Lolita. El enlace se convirtió en el gran acontecimiento de aquel verano de 1983, hasta el punto de que gente de toda España se desplazó hasta Marbella para no perdérselo. A las siete y media de la tarde, una masa de gente había ocupado la iglesia y resultaba imposible llevar a cabo la ceremonia. Y ahí salió la faraona con todo su genio: “mi hija no se puede casar y vosotros tenéis la culpa. Si me queréis aquí... ¡Marcharse! Si me queréis algo... ¡Irse!”

Al ver el funeral organizado por el Arzobispado en homenaje a los fallecidos a causa de la dana, al saber quiénes no fueron, me venía a la mente esa frase de doña Lola: “si me queréis algo... ¡Irse!”.

Los funerales son momentos para despedirse, para saber que tienes que atesorar recuerdos, para mostrar respeto a los que se van y también cariño a los que se quedan. Son ceremonias para compartir dolor, básicamente.

Se nota que está cansado de los insultos por la calle, de que le lancen barro y le saquen a escobazos, así que ha anunciado nada menos que un centenar de actos en 2025 para conmemorar los 50 años de la muerte de Franco

La agenda publicada por Moncloa el domingo pasado reflejaba que no acudiría ningún miembro del Consejo de Ministros. El presidente borró mágicamente su asistencia, aunque finalmente sí envió a tres ministros, supongo que en un burdo intento de acallar las críticas por la ausencia del Gobierno, a un acto que fue presidido por los Reyes.

Seguramente es que tenían todos cosas muy importantes que hacer, no como hace un año por estas fechas, cuando, el 11 de diciembre, 14 ministros despejaron sus agendas para acudir a la presentación del libro Tierra firme, cuya autoría firmó Pedro Sánchez.

Para aplaudir al jefazo se cancelan las agendas que haga falta. Para mostrar respeto por más de doscientos fallecidos, no contamos ni con el presidente, que él es más de ir donde le aplaudan. Quizá por eso ya no le queda otra que acudir a eventos en el extranjero u organizar actos en contra de Franco. Se ve que echaba de menos los aplausos el buen hombre, porque ni pidiéndonos que salgamos a los balcones a las ocho a aplaudirle lo ha conseguido. Se nota que está cansado de los insultos por la calle, de que le lancen barro y le saquen a escobazos, así que ha anunciado nada menos que un centenar de actos en 2025 para conmemorar los 50 años de la muerte de Franco.

Para presidir un acto por las víctimas de una guerra de hace casi cien años, sí podemos contar con nuestro amado líder, que fue el acto al que acudió al día siguiente de la misa funeral. Para mostrar respeto por las víctimas de una catástrofe de hace 40 días, con él no contamos.

Mejor nos sumergimos en el debate de si vivimos en un estado aconfesional y los actos religiosos no son dignos para la asistencia y representación de nuestro Gobierno porque patatas, aunque luego tengamos al Adonis presidencial felicitando el Ramadán.

A mí me van a perdonar, pero yo es que veo a estos pasmarotes en el acto de luto religioso: la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero; el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres y la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, además de la delegada del Gobierno en Valencia, Pilar Bernabé... Y lo que me viene a la cabeza es: “¡Si me queréis, irse!”.

Porque de repente y sin darme cuenta, esta frase cobra un significado nuevo, donde se recalca que si no me respetas ni me quieres bien, márchate de aquí, porque sobras y tu sola presencia molesta, irrita y resulta insultante.

Hay que tener mucha dignidad para no acudir donde no te quieren y mucha conciencia para no ir a dar el pésame por una pérdida a quien te considera culpable de haberlo perdido todo

Y ya sé que me van a decir que me quejo por todo, que si me quejo porque no va y si acude también me quejo. Pues no, no se equivoquen: creo que la no asistencia de Pedro Sánchez al funeral de las víctimas tras la dana, (recalco aquí ese “tras”, elegido concienzudamente en lugar de “por”), es el gesto más digno que he visto en el amado líder desde que consiguió asentar sus posaderas en el sillón de la presidencia.

Porque hay que tener mucha dignidad para no acudir donde no te quieren y mucha conciencia para no ir a dar el pésame por una pérdida a quien te considera culpable de haberlo perdido todo. De esta lección podría aprender un poco el señor Marlaska y así se ahorraría los insultos y desprecios de las viudas a las que finge querer consolar. Pero, lamentablemente, Pedro Sánchez no puede darle ni siquiera esta lección de dignidad, porque no dudo de que, para una vez que se queda en su casa, no lo ha hecho por dignidad, sino por cobardía. Y su ministro de Interior no necesita lecciones sobre cobardía precisamente, si a estas alturas debe de tener ya un doctorado en la materia.

Necesitamos y queremos justicia

Así que no nos lamentemos de no haber visto las fingidas caras compungidas del amado líder, del ministro de Interior y de la ministra de Defensa, entre las auténticas lágrimas y sollozos de quienes han perdido lo que más querían. No necesitamos más teatros. No necesitamos sus muestras falsas ni verdaderas de apoyo, de cariño, de empatía o de comprensión hacia las víctimas. Lo que necesitamos y queremos es justicia, que es todo lo contrario de lo que obtenemos cada vez que les vemos pasear por la calle como si no tuvieran pecados por los que rendir cuentas. Así que, aunque sea por una vez: gracias por no ir donde tenían que ir.

¡Y si me queréis algo o queréis algo a España... Irse! Aunque ya sabemos que solo se quieren a sí mismos.

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