Opinión

Para qué sirve una subida de tipos

Mientras el mercado de trabajo no sobre-reaccione a la inflación, esta última no podrá mantenerse en los actuales niveles por mucho tiempo

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Después de transcurridos estos meses de 2022, junto con los de 2021, lo que observo es que siguen existiendo muchas lagunas en no pocos análisis sobre el actual episodio de inflación, lagunas que se trasladan a imprecisiones sobre cuáles serían las mejores políticas para mitigarlo. Mientras algunos hablan de estanflación e incluso mencionan la hiperinflación, lo que demuestra la ingenuidad de acercarse a conceptos macroeconómicos sin la preparación y conocimientos adecuados, otros anhelan que los bancos centrales suban los tipos de forma abrupta y enérgica como única medida factible para el control de la escalada de precios. Y poco o nada de esto es razonable. Vayamos por partes.

Para empezar, todavía hoy, este episodio de inflación está muy focalizado en ciertos precios. Esta afirmación, sin embargo, no busca negar que son cada vez más los que se apuntan a la subida. En marzo, la inmensa mayoría de las rúbricas de las que se compone el IPC crecía a ritmos interanuales. Esto es lo que da el nombre correcto de inflación a la inflación, es decir, subida generalizada de precios. Sin embargo, y aquí llega el gran “pero” a todo, esta subida sigue siendo en buena parte de los precios moderada y coherente con el fuerte incremento de ciertos costes que son, como he repetido en no pocas ocasiones, los verdaderos causantes y conductores de este episodio de inflación.

Bastante más de la mitad de la subida de los precios en marzo fue debido a pocas rúbricas. Llevo diciéndolo muchos meses y aún es así, simplemente porque al hacer los cálculos sobre ese 9,8 % es lo que se obtiene con pocas multiplicaciones y alguna suma. Del orden de tres-cuatro rúbricas explican el 60% de la subida frente a un número total que supera las dos centenas. Esto implica que nuestra tan odiada inflación aún está causada por muy pocos bienes, por lo que, como expliqué en su día, controlando la subida de estos precios, controlas la inflación. El cómo y el cuánto son otras cuestiones sobre las que ya he entrado y hoy no toca.

Sin embargo, según los convenios registrados hasta marzo, la subida salarial pactada media fue del 2,36 %, superior a la de marzo de 2021, que fue del 1,58 %, aunque de momento muy controlada

Esto me lleva, una vez más, a explicar que aún no estamos en un proceso de estanflación. Si lo estuviéramos, estaríamos observando y apreciando subidas ya no solo generalizadas además de significativas en todos los bienes, sino además, y más importante, de los costes salariales. En el caso en que observáramos en este último “precio” aumentos importantes, entonces sí hablaremos de estanflación. Sin embargo, según los convenios registrados hasta marzo, la subida salarial pactada media fue del 2,36 %, superior a la de marzo de 2021, que fue del 1,58 %, aunque de momento muy controlada y alejada de la subida de los precios.

Pasemos a la segunda parte. Muchos apelan a la política monetaria como instrumento de control de esta subida de precios. Haciendo tal llamamiento, lo que se demuestra es no entender que, si mañana subiéramos los tipos a, por ejemplo, el 5%, no lograríamos solucionar el problema de precios energéticos (estos se forman muy lejos de nuestra economía) mientras infligiríamos un dolor enorme a la actividad económica.

Una vez más, hay que explicar que la política monetaria para el control de la inflación es muy diferente a la de hace cuarenta años. Los instrumentos ya no son el control de la oferta monetaria (la cantidad) sino el tipo de interés (el precio), lo que logra ajustar la cantidad de liquidez en la economía endógenamente en función de las necesidades de esta sin que se generen enormes desequilibrios. El uso del “forward guidance” como herramienta de política monetaria ha sido clave para la moderación de la inflación en estos años desde los ochenta.

Y aquí voy al objetivo de esta columna: ¿hay que subir tipos? La respuesta es que muy probablemente habrá que hacerlo. Ante esta respuesta, lo lógico es que si lee de nuevo estos dos últimos párrafos pensará que me contradigo. Sin embargo, si lee lo que a continuación le explico, verá que no lo hago.

La labor de los bancos centrales en este momento debe ser evitar que cuajen las expectativas de inflación de los agentes y que, con ello, comiencen a trasladar la subida de precios a rentas

Una cosa es que debamos combatir esta inflación con la subida de tipos, y que como he dicho no tiene sentido, ya que el actual episodio no responde al patrón clásico de inflación que deba ser manejada por subidas de los mismos, y otra cosa es que no se deba subir para controlar la futura inflación. Es decir, la labor de los bancos centrales en este momento debe ser evitar que cuajen las expectativas de inflación de los agentes y que, con ello, comiencen a trasladar la subida de precios a rentas. Una vez más hablamos de los tan temidos efectos de segunda ronda. Esto es lo que hay que evitar y la subida de tipos es el instrumento para hacerlo.

Anunciar que subes tipos y hacerlo manda un mensaje muy poderoso a la economía: que no vamos a permitir que la inflación se instale en niveles elevados. Mientras el mercado de trabajo no sobrereaccione a la inflación, esta última no podrá mantenerse en los actuales niveles por mucho tiempo. De hecho, la moderación en los precios de la luz en este mes de abril augura un recorte de la inflación en algunos puntos respecto a marzo, aún sin ninguna actuación del gobierno. Pero si suben salarios a ritmos elevados, por ejemplo del 4-5%, entonces, por mucho que se moderen los precios energéticos en los próximos meses, la inflación no caerá a niveles “objetivos” del banco central, por lo que habría que crear una recesión para lograrlo. Antes de llegar a esta situación, dicha subida de tipos puede ayudar a crear las condiciones necesarias para abortar cualquier espiral inflacionista.

Pero esta subida debe ser coherente con las expectativas a medio y largo plazo de inflación. Una subida excesiva llevaría a las economías a un escenario no deseado y donde el problema no sería solucionado. Esta es la razón de que los bancos deben anunciar acciones y llevarlas a cabo pero coherentes con el momento económico. Desviarse de esto no es una alternativa, los costes serían excesivos y el daño, en buena parte, autoinfligido.

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