Opinión

Sobrearmamento y voluntad de defensa

Veremos si las amenazas trumpianas inducen a los gobiernos de Copenhague y de Otawa a invocar el artículo quinto del Tratado de Washington

  • Mark Rutte y Pedro Sánchez, en su reunión en Moncloa -

Mark Rutte, elegido secretario general de la OTAN el 26 de junio de 2024 tras ser derrotado en las elecciones generales de los Países Bajos, ha seguido una trayectoria que pudo ambicionar su colega español, Pedro Sánchez, al que acaba de visitar el lunes 27 de enero en Moncloa, dentro de una ronda dedicada a recabar de los países aliados que cumplan la exigencia del presidente Donald Trump, de elevar hasta el 2 % del PIB el gasto dedicado a defensa. De Rutte se había perdido el rastro en Moncloa desde que el 30 de marzo de 2022 dictara la Lección Conmemorativa de la Fundación Carlos de Amberes. El título de aquella intervención -“El que decide es nuestro carácter: una respuesta europea a la nueva realidad”- conserva plena validez, igual que el impulso declarado de "construir, a largo plazo, una Unión Europea más fuerte y también una OTAN más poderosa, porque son las organizaciones que nos protegen, que nos hacen más fuertes, y son consideradas esenciales para la libertad y seguridad en Europa", sin olvidar que las organizaciones militares más que el mejoramiento de la seguridad buscan la certeza de la propia perennidad.  

Que el entonces primer ministro neerlandés concluyera su discurso afirmando que «mejorar la asociación entre la Unión Europea y la OTAN es el paso más importante que podemos dar en respuesta a las amenazas que enfrentamos”, debiera habernos levantado la pista de que con dos años por delante anduviera ya preparando su elección como Secretario General de la Alianza Atlántica, como acabó sucediendo el 26 de junio de 2024. Investido de sus nuevas responsabilidades, por lo que sabemos Rutte sostiene invariable que “los aliados europeos deben contribuir más en la OTAN, para fortalecer la Alianza y para demostrar al mundo que, unidos, somos más fuertes que nunca». Pero observemos cómo las amenazas que enfrentamos en estos momentos son de carácter endógeno, no vienen de fuera sino de dentro de la OTAN, en particular de Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, quien ha declarado de modo abierto su propósito de hacerse con el territorio de Groenlandia de soberanía danesa y del de Canadá al que desearía convertir en el Estado 51 de la Unión. Así que pudiera convenirnos atender la leyenda que figura en la viñeta de El Roto aparecida en la edición del diario “El País” del 13 de enero, según la cual “Si tu aliado se convierte en tu enemigo, haz que tu anterior enemigo sea tu aliado”. Pero hay que despojar a la opinión pública europea de sus complejos, de su resignación y de sus egoísmos.

Veremos si las amenazas trumpianas inducen a los gobiernos de Copenhague y de Otawa a invocar el artículo quinto del Tratado de Washington, según el cual “un ataque armado contra una o más de ellas (las naciones firmantes), que tenga lugar en Europa o en América del Norte, se considerará como un ataque dirigido contra todas ellas” de manera que podrán “en ejercicio del derecho de legítima defensa individual o colectiva reconocido por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas”, acudir a la defensa del Estado agredido. Comprobemos en qué medida el espíritu de defensa se ha convertido por sí mismo en una nueva arma y averigüemos la proporción de sobrearmamento de las democracias que deriva de la desconfianza inconsciente de los dirigentes y de los militares respecto de la voluntad de defensa de sus conciudadanos. Sépase que una política de defensa no consiste en acumular armamentos desatendiendo la tarea de afianzar la cohesión nacional y que -como sostienen Jacqueline Grapin y Jean Bernard Pinatel en su libro La guerra civil mundial- sucede “a la inversa de una idea demasiado difundida, que la libertad colectiva, la capacidad que posee un país de ser dueño de su destino, no se adquiere en los supermercados de armamentos”. Continuará.

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli
Contra el buenismo
Cuestión de (des)confianza