Después de sacar pecho diciendo que no iba a trocear el derivado decreto ómnibus, ese cajón de sastre que incluía desde la subida de las pensiones un 2,8%, hasta las ayudas al transporte público, pasando por la devolución del famoso palacete en París que le fue incautado al PNV por los nazis en 1939, resulta que Pedro Sánchez no solo se ha visto obligado por Junts per Catalunya a trocearlo sino que también va a tragar con la tramitación en el Congreso de la proposición no de ley (PNL) de los independentistas pidiéndole que se someta a una cuestión de confianza.
Una iniciativa jurídicamente inocua para él -sí pierde la votacín no estará obligado a abandonar La Moncloa- pero políticamente muy peligrosa porque, le guste o no, constituirá un antes y un después en esta convulsa legislatura; porque, que uno de los socios del autodenominado gobierno de coalición progresista, por más que Junts sea tan o más de derecha que el PP en materia socioeconómica, sea el que vaya a obligar al líder socialista a hacer un nuevo recuento de fuerzas parlamentarias año y medio después de la investidura, y en medio de la negociación de los Presupuestos 2025, revela que más que de confianza hay que empezar a hablar desconfianza de Carles Puigdemont hacia Sánchez. Se nota mucho que le ha tomado la medida y no piensa soltar la presa.
A partir de esa cuestión de (des)confianza, no sé si Junts pasará a la oposición, lo que sí intuyo es que el resto de socios no se van a quedar quietos
A partir de esa cuestiòn de (des)confianza que se votará en febrero, no sé si Junts pasará a la oposición, lo que sí intuyo es que el resto de socios no se van a quedar quietos; y estoy pensando singularmente en ese cada vez más incómodo Podemos, que se va a sentir en la tentación de jugar la misma baza rebelde para enterrar definitivamente a Sumar; o en esa ERC del recién reelegido Oriol Junqueras, a la que Puigdemont acaba de dejar con la jugada de esta semana como un apéndice más del PSOE para gobernar la Generalitat (Salvador Illa) y La Moncloa.
Conclusión: en la versión más optimista para los socialistas, gobernar les saldrá más caro a partir de ahora, si es que no acaban viéndose obligados a cerrar la tienda y adelantar elecciones- para no seguir por el despeñadero en que se le han convertido los sondeos; que, tal y como van las cosas, todo es susceptible de empeorar.
Al final, se 'retrató' el PSOE
El ex presidente de la Generalitat llevaba semanas enseñando la patita a los enviados de Sánchez a Waterloo (Bélgica) para negociar; y estos, que no acababan de creerse que el huido pendiente de ser amnistiado no fuera de farol, asistieron con pánico el miércoles de la semana pasada en el Congreso a un baño de realidad de esos que hacen mella en el ánimo del más optimista. Pero, lo más sorprendente no fue eso -quién no se siente defraudado tantas veces en la vida-, lo más alucinante fue que La Moncloa y Ferraz decidieron que la mejor estrategia era ponerse chulos... ¡¡con el PP!!
Nada de trocear el decreto ómnibus; "ni hablar"; que esperen los pensionistas, los usuarios del transporte público beneficiados de subvención o los afectados por la tragedia de la DANA en Valencia... como lo leen. Que Puigdemont y el PP se "retraten" (sic) ante los españoles en otra votación y luego ya, si eso, hablamos de cobrar. Hasta la vicepresidenta Yolanda Díaz echó el resto el fin de semana secundando a Sánchez en la idea de que "nada" de dar a Junts y el PP el relato hecho. Pues, al final, el que ha quedado bastante retratado, en blanco y negro, me temo, es el Gobierno.
¿Qué pasó este martes en el rocambolesco Consejo de Ministros, ese que se convocó, se suspendió media hora y se volvió a retomar?
¿Qué pasó este martes en el rocambolesco Consejo de Ministros, ese que se convocó, se suspendió media hora y se volvió a retomar? ¿Qué tipo de amenaza no esgrimiría Puigdemont en conversación telefónica desde Waterloo con sus interlocutores para que en cuestión de minutos, además de tener el decreto ómnibus troceado, se anuncie que el PSOE no va a poner pegas en el Parlamento para que se hable de la conveniencia de una cuestión de confianza?... y sobre todo, ¿Aún no han aprendido que estar en minoría obliga a tragarse sapos como éste y mucho más gordos?
Si la cara es el espejo del alma, la del presidente en la rueda de prensa que ha puesto fin al callejón sin salida en el que él solito se había metido era todo un poema. Nada que celebrar pues se trataba de deshacer un desaguisado, uno de esos errores propios tan frecuentes en política que arruinan cualquier relato. Alguien debería haber pensado antes de llegar a esto que lo de culpar al PP y a Alberto Núñez Feijóo de que los pensionistas no tuvieran subida a uno de febrero es solo un argumento de mal pagador; que, en democracia, la responsabilidad última de todo lo que nos pasa es del bien o mal gobierno... de quien nos gobierne; hoy Sánchez, ayer Mariano Rajoy, pasado vete a saber.
La soberbia, el pecado del poder
La soberbia es el pecado del poder, lo ha sido siempre; ya dejó escrito Sófocles hace 25 siglos aquello de que "los dioses ciegan a los que quieren perder"... el presidente del Gobierno dijo este martes que lo ocurrido desde el la semana pasada, cuando el Congreso le tumbó ese decreto ómnibus en el que andaba empeñado nos ha enseñado varías "lecciones". Para él, la lección más importante fue el peligro de la "alianza negacionista" del PP y Vox, pero no tengo yo tan claro que la ciudadanía haya extraído igual conclusión viéndole tan cariacontecido ante lo que acababa de tener que ceder y, por encima de todo, por lo que está por venir. No tiene mayoría y cuanto antes lo asuma, mejor, aunque eso signifique prepararse mentalmente para eso para lo que no está preparado ningún político: abandonar el poder.
Porque, si alguna conclusión cabe sacar de lo ocurrido, de esa rectificación disimulada después de tanto golpe de pecho, es que mucho han de cambiar las cosas para que lo peor no esté por venir. Y Sánchez tiene un deber para con su país, para con el PSOE y, si me apuran, para consigo mismo: dejar el poder cuando sea, pero dejarlo bien, sin sobresaltos. Aguantar hasta 2027 como repite el presidente solo será posible si obra el milagro de que Puigdemont le apoye los presupuestos. Si lo consigue, sin problema; si no, ya puede ir preparando el decreto de convocatoria electoral para publicar en el Boletín Oficial del Estado (BOE).
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gavilan1960
30/01/2025 10:49
La actitud de los ministros y de toda la estructura orgánica del PSOE no debe extrañarnos a estas alturas. Desde hace más de seis años sabemos que es así. Todo el PSOE se ha embarcado en generar y mantener la mentira allí, donde haga falta. Al que no esté de acuerdo lo apartan, de ahí la fidelidad ovejuna. El responsable es el partido. La estructura del PSOE no ha reaccionado y sus militantes le aplauden las atrocidades y barbaridades que están cometiendo los dirigentes del partido que sustenta a Pedro Sánchez. Como decía Bertrand Russell: "Mientras no se enseñe a los seres humanos a abstenerse de emitir juicios en ausencia de evidencia, se dejarán confundir por petulantes profetas, y es probable que consideren como sus líderes a fanáticos ignorantes o a charlatanes deshonestos".