Este puente de mayo de 2018 ha sido una buena oportunidad para reflexionar sobre la economía española, entre otras cosas porque por estas fechas las familias tienen más o menos decidido que harán en verano y, en esta ocasión, ha ocurrido que, por primera vez, desde que reventó la fantasía inmobiliaria, es casi imposible encontrar viviendas en alquiler para las vacaciones, esas que los políticos parásitos tanto odian pues no soportan que los españoles obtengan algún rendimiento de ellas, prefiriendo que tengan que ir a mendigarles ayudas públicas pues se creen los amos del territorio y sus gentes; tan es así que ya han obligado a registrarlas como paso previo a pecharlas más -amiguetes aparte- o incluso prohibir dicha actividad, como si esto fuera Venecia. Súmenle luego que el verano tiene un componente cultural y de disfrute muy español y tendrán de los nervios a estos pirómanos que no soportan nuestra existencia. Pero, más allá de la casta política, con sus delirios, gorrones y sinvergüenzas, dado el buen tono del consumo, ¿cuán "sostenible" es nuestro crecimiento?
‘Sostenibilidad’ del crecimiento
La "sostenibilidad" es un palabro impuesto por esa colusión de burócratas y políticos que, tal vez por mala conciencia de sus corrupciones, imponen valores morales adicionales a la Economía y a los particulares; unos "valores" que normalmente implican regulaciones de distinto tipo, que ya se encargarán sus amigos consultores que pases contratando los servicios de alguna empresa ad hoc. Pero nosotros no trataremos eso hoy, sino que nos limitaremos a la sostenibilidad puramente económica, sistémica, a su duración, y para eso primero observaremos cómo vamos; lo haremos, además, comparándonos con el ciclo estadounidense, país donde las cosas están cambiando de forma importante.
Cuando se vive del cuento o de fantasías políticas es fácil ponerse exquisito y moralista con la "sostenibilidad", pero a los parados lo que les interesa es que haya crecimiento para que aumenten las contrataciones y baje el paro lo suficiente como para que suban los salarios, tema que exploramos en su momento.
La buena noticia es que crecimiento hay y, aunque parece haber cierto enfriamiento (o desaceleración), ya dio una falsa alarma en 2016, que también analizamos, creo que esa señal es tan baja que conviene esperar más trimestres para concluir si la fase actual, la de expansión, ha terminado y ha empezado la de enfriamiento. Pensemos también que trabajamos con datos, como los de 2015, que son calificados por el INE como una "estimación provisional" ("P", en la gráfica anterior), mientras los subsiguientes son una "estimación avance" ("A", en la gráfica); por ello, quienes validan un análisis con el último datito, simplemente no saben lo que hacen. Luego está Estados Unidos, que tiene un buen rebote que no incluye el efecto total de la rebaja fiscal a consumidores; así que, yo diría que igual no hay que preocuparse por el tema del crecimiento hasta fin de año.
Vale, ¿pero es sostenible?
Sí, pues como saben, el actual ciclo se activó por un impresionante aumento de las exportaciones que, junto con derrumbe estrepitoso de la demanda interna por el ajuste de la fantasía inmobiliaria (2008-2013, en la gráfica anterior), puso la balanza de intercambio exterior en positivo, demostrando que el país tenía futuro pues así su crecimiento sí es sostenible. Con ese impulso inicial se empezó a contratar, lo que estimuló el consumo, y se entró en un círculo virtuoso. Además, hay que decir que en el último año las exportaciones (línea verde, siguiente gráfica) se aceleran y se separan de la tendencia secular (línea punteada) consiguiéndose que, incluso con el aumento en el precio de las materias primas industriales, se mantuviera el superávit exterior (línea roja) en términos de PIB; datos recientes que son más fiables que los anteriores, pues vienen de "aduanas", siendo los de 2017 casi 120.000 mayores que los de 2008, todo un logro que enfrentará nuevas incertidumbres.
Cambio del reparto global
Este es un tema que ya señalamos en 2016 cuando publiqué el libro "Macroeconomía bursátil" al analizar el ciclo global, bastante antes de que se pensara que Trump sería presidente, y es eso justamente lo que estamos viendo con el conflicto de Trump con China, tema al que hemos tenido varios artículos. Se está acabando el ciclo largo, no hay muchas aplicaciones para repartir la producción global y, además, EE.UU. ya no puede financiar su déficit de transacciones de bienes y servicios con el exterior sacando dichos desarrollos y aplicaciones industriales a bolsa, así que viene ajuste en el reparto global de la producción y, por tanto de la distribución mundial de la renta.
Por si fuera poco, los EE.UU. van camino de la independencia energética, algo que le da más margen de acción en Medio Oriente (véase caso Iraní), y su interés en preservar un orden global, que para España es vital (no habíamos estado comparativamente mejor desde Roma, tema que también demostramos en "La odisea de Hispania"), es menor, entre otras cosas porque sus exportaciones representan mucho menos sobre el PIB que, por ejemplo, en los países europeos como el nuestro (siguiente gráfica), algo que además les hace menos vulnerables a las crisis externas. Así que, como aquí, o exportamos o apagamos las calefacciones, habrá que seguir con el tema, cosa en la que he insistido desde que empecé a hacer público mi trabajo, allá por 2009; lamentablemente, no se ha actuado en consecuencia, empezando por cambiar el modelo de negocio del sector bancario orientándolo hacia el exterior, sector al que tampoco le queda otra por una simple cuestión demográfica.
Como se ve, hay nubes en el horizonte, sobre todo si pensamos que el nuevo reparto afecta a Alemania y que el caso chino lo han de resolver aunque cueste una recesión global. Por supuesto que, aun siendo muy importante, no todo es reparto, uno que implica que los países receptores tengan ciertas condiciones, sino que también los propios países tienen su impulso, sus virtudes y defectos, y ahí llegamos a lo que, seguramente, todos pensaron antes de empezar el artículo: La Política y su insostenibilidad fiscal, porque lo que realmente no es "sostenible" es la casta que padecemos, pero eso lo dejaremos para otro momento. Lo importante hoy era centrarse en la España productiva, en sus grandes logros y como demuestra, una vez más, que los españoles no tenemos ningún problema para producir lo que necesitamos y cualquier cosa que les digan en contra es falso. No lo olvidemos.