Hace sólo año y poco, a principios de 2022, el panorama económico pintaba sombrío. Eran muchos los problemas derivados de la pandemia, la inflación no daba tregua y, para colmo de males, sólo unos meses antes Rusia había invadido Ucrania

Reconocer que tenemos nuestra parte de culpa en toda la crisis financiera e inmobiliaria es imprescindible para que no vuelva a suceder nada parecido. Pero en vez de eso, preferimos seguir en nuestro mundo de fantasía, en el que todos somos buenas personas y los responsables son siempre los otros, en el que hay que prohibir por Ley los desahucios y garantizar una casa a todo el que la solicite, se la merezca o no.

La Ciudad Valdeluz, uno de los iconos del estallido de la burbuja inmobiliaria en España, ha recibido en los últimos meses casi incesantes visitas de inversores internacionales en busca de negocio. Buscan la oportunidad de adquirir a los bancos paquetes de viviendas, incluso bloques enteros para proceder a su comercialización o a esperar mejores oportunidades para poner precios más elevados. Los visitantes se sorprenden con las calidades pero también con su pésima ubicación: en mitad de la nada.

Los desplomes en la producción y venta de cemento resultan un indicador fiable de la situación de la economía española. Las alarmas se han disparado en el sector, aunque ya no sólo por la preocupante evolución sino porque el escenario parece fuera de control. Los datos de los primeros cinco meses del año apuntan a un desplome del entorno del 30%, muy lejos de las previsiones del sector, que estimaba caídas del 10%. Mientras, los indicadores se sitúan en cifras de hace más de 40 años.

Con más de cuatro millones y medio de visitas en 'Españistán', su primer vídeo, Aleix Saló ha vuelto a los canales mediáticos con la segunda entrega, 'Simiocracia', donde hace un recorrido desde 2008 hasta la actualidad para intentar explicar cómo se ha llegado a la situación actual. Moraleja: "Estamos gobernados por ineptos"...

Con la crisis inmobiliaria los precios siguen cayendo desde 2008 y han aparecido ahora viviendas baratas en Madrid, incluso por menos de 50.000 euros. Unas oportunidades de compra a priori interesantes pero que esconden muchas desventajas.