Un juez ha denegado las medidas cautelares solicitadas por la Fiscalía, estima que restringirían la libertad de expresión del autor de un libro titulado El odio (Anagrama), que trata del asesino José Breton. El juez ha hecho bien. Prohibir libros es, en cualquier circunstancia, un gesto totalitario indigno de una democracia. Como sabemos, José Breton mató a sus dos hijos de seis y dos años. El libro lo ha escrito un periodista Luisgé y ni lo he leído, ni lo pienso leer. Luisgé ha sido escritor de discursos de Pedro Sánchez y ese detalle hace que lo vea con cierto prejuicio. Por las chorradas que dice Sánchez, saco la conclusión de que quien se las redactaba debe ser un prosafloja progre (los preferidos de Anagrama, que según declaraciones de Jorge Herralde, se enorgullece de no publicar autores de derechas). No sé si Herralde estaba ya chocho en el momento de hacer esas declaraciones, pero deseo por su bien, que lo estuviera.
Mi prejuicio hacia Luisgé, claro, enseguida tuvo que enfrentarse a uno de mis yoes (el del fact–cheking, podríamos decir) que protestó, y entonces fui a San Amazon a ver si podía leer algo del libro en cuestión, uno de esos adelantos que publica la plataforma, y así tener un criterio más formado acerca de las capacidades del susodicho Luisgé. No encontré El odio, ni siquiera un fragmento. Pero sí otros libros de Luisgé (que alguien se cambie el nombre de Luis G. a Luisgé, nombre de reguetonero donde los haya, ya me predispone, tengo que confesarlo) y efectivamente encontré una prosa progre típica es decir una prosa palafrenero, según mi escala literaria de valores. Bueno, pensé entonces, al menos la búsqueda me ha servido para corroborar mi intuición lectora: nunca leeré ningún libro de Luisgé.
Llegado a este punto, me parece necesario posicionarme (así se dice ahora) respecto al asesino Bretón. Si de mi dependiera, si llegara algún día a disponer de ese poder (Dios no lo permita), condenaría a muerte al asesino Breton. Pienso como Paglia: “Los asesinos (…) fríos, lógicos y precisos, no están «locos», y merecen ser ejecutados, no como medida disuasoria, sino como acto de justicia para los supervivientes”. Y si no es posible, cadena perpetua. Pero, ay, la cadena perpetua en España es un relajo que beneficia a los criminales. El asesino Breton por no ir más lejos ha sido condenado a 40 años sobre el papel, que en verdad serán 25 (y cumplirá menos, probablemente).
¿Tenemos derecho a poner en peligro la vida de otro u otros inocentes en la balanza para que, como sucede en muchas ocasiones, sea la próxima víctima del asesino fallidamente reformado al que devolvemos a su terreno de caza? Creo que no
He leído lo suficiente sobre el tema como para saber que la culpa es un concepto en vías de extinción, la herencia genética, la ausencia de libre albedrío y otras consideraciones de tipo heredado, son fundamentales a la hora de tomar decisiones, incluso las extremas. ¿El sistema que juzga a los criminales más horribles debe ser piadoso y considerar que siempre un ser humano de este tipo puede reformarse y escapar a su maldición genética? Es una pregunta válida, que nos honra, dicen, como especie. Pero. Creo que hay otra pregunta que tiene mayor relevancia a la hora de enfrentar el problema del castigo y de la responsabilidad de la sociedad al proteger a los ciudadanos: ¿tenemos derecho a poner en peligro la vida de otro u otros inocentes en la balanza para que, como sucede en muchas ocasiones, sea la próxima víctima del asesino fallidamente reformado al que devolvemos a su terreno de caza? Creo que no. Poner a otro inocente en peligro es irresponsable y por qué no decirlo, criminal. A ese tipo de asesino extremo hay que eliminarlo ya sea encerrándolo a perpetuidad o quitándole la vida, tal y como él ha hecho a otros. Estar encerrado no equivale a estar muerto, Breton continúa vivo, sigue respirando, ilusionándose, teniendo sueños y planes, disfrutando de odios, lecturas, comidas, y excitándose sexualmente. Que Bretón esté vivo es una ofensa a los dos niños muertos, así como lo es que los etarras culpables de la muerte de Miguel Ángel Blanco vivan: una ofensa permanente y una traición a su víctima y a los ciudadanos honrados
No son sólo gente que vende libros, son también baluartes de la libertad de opinión y de pensamiento, grandes valores de la especie
Otro rasgo interesante de este asunto de la censura al libro del asesino Breton, es el mujerismo. Algunas librerías declaran que harán un boicot al libro por motivos feministas. En España se confunde con frecuencia el feminismo con el mujerismo ideológico. El feminismo es una lucha racional y justa por la igualdad de las mujeres, el mujerismo ideológico una muestra enfermiza, irracional y antimasculina de corporativismo vúlvico–izquierdista: un partido de la vulva, una secta.
Las librerías son negocios privados y tienen derecho, naturalmente, a censurar los libros por motivos ideológicos o porque crean que alguien que se mete con un ejemplar hembra de la especie, debe ser castigado. Pero. Deberían respetarse más a sí mismas, las librerías y los libreros son guardianes de la cultura, del conocimiento, y de la libertad humana. No son sólo gente que vende libros, son también baluartes de la libertad de opinión y de pensamiento, grandes valores de la especie. Plegarse a la censura deshonra su razón de ser.
Vallecas
27/03/2025 13:06
No hay pena de muerte, vale, pero Bretón no debería tener "derecho a la vida". No debería tener libertad de expresión. La iniciativa es de Bretón, la idea es de Bretón, el libro lo ha escrito Bretón. Esto es un insulto. Es una infamia. Usted y Luisge pueden escribir lo que quieran. Bretón debería estar aislado, enmudecido y olvidado. Este es el asunto importante.
Pontevedresa
27/03/2025 13:22
Creo que el intento de no publicar un libro repugnante donde un asesino cuenta como mató a sus hijos, lleno de morbo tiene su razón de ser. No es censura, es no aumentar el calvario que arrastrará toda la vida la madre de los niños, a la que a todas luces este criminal intenta seguir haciéndola sufrir. No participo de tu opinión de que se le debería quitar la vida, porque no creo en la doctrina del "Ojo por ojo y diente por diente" y lo hago porque, suene un poco teatral " Mi religión me lo impide no podemos ser dueños de la vida de los demás aunque sea la de un criminal perverso y cruel, como es el caso.
luzmasluz
27/03/2025 17:50
"Cadena perpetua", sin más....Si el tipo es útil, "con trabajos forzados".... *** La libertad expresión no debe conocer límites impuestos por las Autoridades... Los particulares, libreros, o no, pueden poner los límites que quieran...
ma
Su lucha contra matar negros y quemarlos para hacerse fotos con ellos.. Su lucha para ir a la ruina por las facturas médicas...
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Su lucha contra matar negros y quemarlos para hacerse fotos con ellos.. Su lucha para ir a la ruina por las facturas médicas...
JaimeRuiz
28/03/2025 04:06
Cuando leo sobre la pena de muerte me acuerdo de Josepine Baker, la cantante que fue idolatrada en Francia en los años treinta porque les servía a los franceses para proclamarse humanistas avanzados y denunciar la segregación estadounidense. Esos mismos civilizados europeos estaban una década después colaborando con los nazis y ciertamente denunciando judíos. Bueno, la pena de muerte es otro ejemplo, no hay español que no aluda con desprecio a los estadounidenses que habrían ejecutado a esa basura llamada Bretón. (Bueno, en honor a la verdad, sí les gusta la pena de muerte cuando los afecta. Recuerdo cuando la masacre de Hipercor a las buenas gentes catalanas clamando por un castigo de esa clase, las mismas buenas gentes que ahora apoyan a los que se toman fotos con Otegui.) El sistema de salud es otro ejemplo, en Europa la atención es gratis. En fin, lo civilizado sería ejecutar a Bretón y a El Chicle, pero para la mayoría lo civilizado es leer su libro, porque el tal Luisgé y la editorial contaban con ventas millonarias, obviamente de gente que desprecian a esos bárbaros yanquis que ejecutan a los criminales monstruosos.