Opinión

A un minuto de Venezuela

Los social comunistas pretenden asaltar la democracia por la judicatura

  • El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, charla con el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, en el Congreso.

No es ninguna novedad. El social comunismo ramplón, de escasa higiene y carente de ortodoncias en condiciones, es más y más virulento cada día. Saben que, más pronto que tarde, la Justicia exigirá a Iglesias que rinda cuentas por sus presuntos contactos con las narco dictaduras y Sánchez intenta sustraerlo de eso porque sabe o intuye que la cosa irá mal para su socio de gobierno. De ahí su interés en renovar al Consejo General del Poder Judicial lo más rápidamente posible. Dos meses se han dado. Y como el PP no ha cedido a las presiones de Moncloa, los gobernantes han decidido prevaricar con una triquiñuela vergonzosa en forma de proposición de ley, que no proyecto, acerca de la elección de los miembros del CGPJ. Se evitan así los controles preceptivos en cualquier estado de derecho que en España serían el Consejo de Estado, el Consejo Fiscal y el propio Consejo General del Poder Judicial. Todo muy en la línea que ha defendido Podemos siempre: los jueces han de ser elegidos por los políticos de acorde con las mayorías parlamentarias, porque eso de la separación de poderes es una convención burguesa.

Controlando el máximo órgano de la judicatura no sabemos si Sánchez dormiría más tranquilo, pero quién roncaría como un tronco sería Iglesias. Con unos jueces ad hoc, podría olvidarse del caso Dinason tres delitos a falta de uno por los que podría ser encausado – o del caso que afecta a la financiación irregular, presunta, de Podemos y los pagos a Neurona. Este Gobierno radical izquierdista y, por tanto, totalitario en su concepción de las cosas, no quiere tener ningún control. Desea hacer su santa voluntad, cargarse el sistema democrático vigente y reemplazarlo con una república presidencialista comunistoide en la que el partido único y sus dirigentes sean los únicos facultados para decir, hacer, opinar y juzgar. Lastra y Echenique, heraldos funestos de esta noticia, lo han dejado meridianamente claro. La sanchista, afirmando que buscarán la mayoría que invistió a Sánchez – recuerden, separatistas, Bilduetarras etc. – para que la ley salga adelante y poder colocar así en el CGPJ a vocales afines. Echenique, asegurando que el actual Consejo es fruto de una mayoría parlamentaria que ya no existe. “Todos los poderes del Estado deben emanar del poder popular”, remataba el podemita por si no había quedado suficientemente explícito. ¿Y quién es el Estado? Pues ellos, así que no hay más que hablar. Ellos son gobierno, estado, partido, ideología, libertad, paz, concordia, cultura, honradez, trabajo y quien diga lo contrario es un fascista peligroso al que hay que tener, al menos por ahora, muy controlado para que no pueda moverse.

Estamos a un minuto de ser Venezuela, de convertirnos en uno de esos regímenes dictatoriales de palmeras, cocos, droga y rebuzno

Cuidado con esto, porque cuando se enfila la proa de la demagogia chavista contra el Poder Judicial la cosa va en serio. Ya tenemos de fiscal general a una ex ministra – ¡y que exministra! – y ahora hay que dar el siguiente paso: controlar a los jueces. Con ellos bajo la influencia gubernamental nada será imposible: los golpistas lazis se verán en la calle e incluso recompensados por sus penurias, no quedará ni un solo etarra encarcelado, okupas, CDR y agresores radicales camparán a sus anchas y conceptos como el imperio de la ley y la propiedad privada dejarán de existir. Por cierto, la libertad de expresión, también, con lo que será fácil declarar ilegal a este o a aquel partido de la oposición, a cualquier medio de comunicación o expropiar la empresa que fuere. Acordémonos de aquel Chávez que en televisión llamaba a un banquero para comprarle el banco, amenazándolo con expropiárselo si no lo hacía. Exprópiese, decía el vocinglero militarote; ¿por qué no te callas?, le espetaba el monarca emérito. Nunca se lo han perdonado.

Estamos a un minuto de ser Venezuela, de convertirnos en uno de esos regímenes dictatoriales de palmeras, cocos, droga y rebuzno. Si no se pone remedio, y aquí han de estar convocados los partidos de la oposición, el rey, los socialistas sensatos, los líderes de opinión, los empresarios, lo periodistas, la gente de la cultura y la ciudadanía, a la que nos descuidemos, estaremos aterrizando en Caracas. Los unos, para ir en olor de multitudes hacia el palacio de Miraflores; los otros, debidamente custodiados por el SEBIN, hasta La Tumba, su checa particular sita en la sede de dicha policía política chavista.

Es lo que hay. No es momento de matices, del sí pero no, del yo con este no me junto. Hay dos trincheras, porque así lo han querido: la de los demócratas y la de los totalitarios. ¿En cuál quiere estar usted? Tiene un minuto para pensárselo, no más.

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