Opinión

El Vía Crucis del PP y sus 15 estaciones

Las primarias en el PP han demostrado tener un poder disolvente tan grande o más que las del PSOE, y muchos dirigentes provinciales y cargos del partido descargan en Rajoy, por ‘no haberse hecho cargo de esto’, gran parte de la culpa

  • Mariano Rajoy, en el XIX Congreso Nacional del PP

Una vez conocido quién presidirá el PP, será buen momento para repasar el agrio sendero que el principal partido de España ha recorrido en las últimas semanas y del que la elección de quien sucede a Mariano Rajoy  puede ser sólo un episodio más. 

  1. La aprobación agónica de los presupuestos

Tras una negociación agotadora e incómoda, particularmente con el PNV, Rajoy logra por fin el 23 de mayo una mayoría suficiente para que el Congreso apruebe su proyecto de presupuestos. Un día dura la alegría. 

2. La sentencia de Gürtel

Veinticuatro horas después cae una bomba nuclear en la sede de Génova en forma de sentencia de la Audiencia Nacional, que condena a 29 acusados a 351 años de cárcel y al propio PP como partícipe a título lucrativo. La sentencia, además, golpea al presidente Rajoy, poniendo en duda abiertamente su testimonio ante el tribunal.

3. La moción de Censura

La pasión de Rajoy continúa y solo ocho días después de ser cuestionado por los jueces, ve cómo Pedro Sánchez logra la que parecía imposible mayoría. Arropado por un ramillete de extrañas complicidades a las que sólo une la inquina al PP, el líder socialista logra su objetivo de arrebatarle el Gobierno. Que el PNV (tu quoque) esté en esa coalición añade sal a la sangrante herida.

4. La pérdida inesperada de todo el poder

El tsunami político arrasa con todo: los planes, las estrategias en marcha contra el entonces peligroso adversario Ciudadanos, las leyes a punto de ser llevadas al Congreso y, por supuesto, la pérdida súbita de toda la red de cargos de confianza populares a lo largo y ancho de las estructuras gubernamentales.

5. La retirada de Rajoy

El episodio del encierro en un bar de la calle de Alcalá, mientras diluviaba en el hemiciclo, ya apuntó a que Rajoy no sería el Braveheart del PP, pero su práctica huida no ha ayudado a que el Congreso de los populares haya sido pacífico. Muchos dirigentes provinciales y cargos del partido pensaron que Mariano debería haberse “hecho cargo de esto” y no irse sin mirar atrás. También se dijo que lo hizo cansado por cómo Soraya y Cospedal gestionaron las últimas horas de la moción de censura.

6. La incomparecencia de Núñez Feijóo

La esperanza de control de daños en el inminente congreso de los populares salta por los aires el 18 de junio, cuando Alberto Núñez Feijóo anuncia que no será candidato. Se dijo que Cospedal había llegado a un acuerdo con el presidente gallego para apoyarle, pero el estímulo real que esperaba el candidato no llegó desde Santa Pola o, si llegó, lo hizo con tan poca vehemencia que no animó a un candidato que se consideraba con derecho a ser elegido por aclamación. La impulsividad de Casado al presentar su candidatura desanimó definitivamente al líder gallego.

7. Las candidaturas forzadas

Descartado Feijóo, a Cospedal no le quedaba otro remedio que lanzarse a una competición ya sin control y era un secreto a voces que si se presentaba una lo haría también Sáenz de Santamaría. Su enemistad era manifiesta y demostrada. Pablo Casado ya había dado el paso -el que pega primero pega dos veces- con una idea clara y con más ambición que el resto: “Yo sí quiero ser presidente”, dijo con entusiasmo quien lleva preparándose para esta oportunidad desde que era presidente de Nuevas Generaciones de Madrid.

Entre los afiliados que no se molestaron en inscribirse el caso de Aznar dolió de forma especial, sobre todo porque tal inacción militante fue acompañada de duras declaraciones de desapego hacia su partido"

8. Las telarañas del censo

Una de las estaciones más humillantes de este Vía Crucis fue la constatación indisimulable de la desmesura que alcanzaba el falseamiento del censo del partido que había presumido de ser uno de los de mayor afiliación de Europa, si no el mayor. Solo un 7,6% de los militantes que decían tener se apuntaron para votar. Aunque los compromisarios sí fueron elegidos en proporción a los falsos 800.000 carnets.

9. El desapego de Aznar

Entre los afiliados que no se molestaron en inscribirse el caso de José María Aznar dolió de forma especial, sobre todo porque tal inacción militante fue acompañada de duras declaraciones de desapego hacia su partido que sentaron como un puñal en la espalda de los organizadores del congreso.

10. El aparato territorial noqueado

Una vez en marcha la batalla muchos barones regionales y provinciales manifestaron su apoyo explícito a Cospedal, convencidos de que el “aparato” del partido contaría con la fuerza suficiente para lograr una victoria holgada. Sin embargo, menos duchos que en otros partidos a los zafarranchos electorales internos, sus llamadas y correos electrónicos no solo no lograron el objetivo de encaminar el voto sino que muchos militantes aprovecharon para “aplicar un correctivo” a sus líderes territoriales. El impacto fue devastador.

11. La orfandad de los Compromisarios y la sombra de Hernández Mancha

Los representantes de los falsos 800.000 afiliados se sabían aparato, pero no en qué consiste ahora eso y, para más confusión, no recibían consigna de sus barones, aún impactados por su propio fracaso y temerosos de equivocarse de nuevo. Mientras tanto, los más viejos se habrán movido por el Congreso evocando íntimamente el desastre que para Alianza Popular significó el congreso en el que fue elegido Hernández Mancha.

Las primarias han demostrado tener un poder disolvente muy grande (solo hay que ver al PSOE) que más tarde es enormemente difícil revertir"

12. La eclosión de las enemistades

Negadas pero bien conocidas, las inquinas internas entre Cospedal y Sáenz de Santamaría, entre otras muchas, tomaron cuerpo en los círculos internos y también en declaraciones nítidas, como las de García Margallo. Para que nada faltase en la fiesta, aparecieron los vídeos de especial crueldad con los adversarios, que todos niegan pero que todos ven.

13. La difícil integración

Las primarias han demostrado tener un poder disolvente muy grande (solo hay que ver al PSOE) que más tarde es enormemente difícil revertir, incluso aunque hubiera voluntad de hacerlo, que tampoco es algo que esté asegurado. Pero el PP tiene encima las elecciones andaluzas, autonómicas, locales y europeas, que no es moco de pavo, y si no quiere ir extinguiéndose deberá coser una brecha considerable en un partido nada acostumbrado a verse con las consecuencias de este tipo de elección.

14. Los restos humeantes

Han sido muchos los territorios donde el partido se ha divido de forma considerable, y no faltan quienes esperan que, quien gane, tome medidas con aquellos que no apoyaron al ganador. Si no esperan venganza, si esperan al menos consecuencias, lo que dibuja un futuro a medio plazo poco alargador y que demuestra que la mayoría de los liderazgos regionales se cerraron también en falso; un “debe” que muchos militantes colocan en la cuenta de Cospedal y que puede explicar sus malos resultados.

15. ¿Estación de resurrección?

En los Vía Crucis suele añadirse la estación de la resurrección, aunque no siempre es así. Es de esperar que la derecha española sí tenga la presencia de ánimo, y la responsabilidad para con el país, de tratar de alcanzar esta decimoquinta estación. Cuanto antes empiece una recuperación generosa con los propios, y también abierta a la diversidad dentro del espacio liberal-conservador, mejor. Algún militante dejó caer estos días en Twitter que para ser de centro-derecha hay que ser de centro también, no vale sólo con ser de derechas.

 

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