“Felipe está muy, pero que muy enfadado”. En el PSOE aseguran que entre el expresidente Felipe González y el actual presidente socialista Pedro Sánchez se ha generado un enfrentamiento profundo. González considera que la coalición con Pablo Iglesias es “inútil” para resolver la crisis del coronavirus, y aboga por un cambio de Gobierno. La Moncloa, por su parte, centra su estrategia en el control de los medios de comunicación de cara a un otoño que será social y económicamente muy caliente. La pieza clave para la táctica de Sánchez es la alianza con Telefónica.
“A Sánchez solo le interesa el poder y los medios. Eso está claro. Todos sus ministros son pésimos, menos Nadia Calviño. El problema es que ahora tiene de su lado a Telefónica”, repiten sectores socialistas conocedores de los movimientos del expresidente y alarmados por las maniobras de la Moncloa.
El gigante español de la comunicación, liderado por José María Álvarez-Pallete, es a todos los efectos la pieza clave para el futuro de Sánchez. Según afirman fuentes del PSOE, González y otros importantes segmentos económicos están llevando a cabo una operación para que Telefónica deje de respaldar a Sánchez, o por lo menos declare su neutralidad. El problema, reconocen, es que de momento Sánchez cuenta con su respaldo. Y esa alianza es esencial para los equilibrios en otro gigante de la comunicación y la información: Prisa.
En el momento actual la confrontación es de alta intensidad. González considera que el futuro de España pasa en buena parte por la dirección de un periódico como El País. Aquí entra en juego el archipiélago de accionistas, con Telefónica como factor esencial para decantar la balanza. Con su 9,4%, Telefónica tiene la llave del futuro de una empresa que Sánchez quiere atraer y conectar como nunca a La Moncloa. Sánchez quiere hacer palanca en el fondo Amber, pero González intenta frenar la operación condicionando otros segmentos de negocio de ese fondo.
Conquista de los medios
Los socialistas recuerdan la buena relación entre Pallete y Sánchez. El directivo de Telefónica acudió, por ejemplo, a la celebración en septiembre de 2018 de los primeros cien días de gobierno del socialista. Durante el confinamiento, Sánchez hizo otro guiño a la red de fibra de España y en general se espera una inversión récord en digitalización gracias a los fondos europeos.
Felipe González, así como personas del mundo empresarial y periodístico, no quieren quedarse con los brazos cruzados. Para el sevillano el pacto de investidura de enero fue una afrenta: “Es el Gobierno de la cal viva”, acusan los suyos. González también se molestó por las amenazas procedentes de Podemos sobre los GAL y sus propiedades, como adelantó Vozpópuli. Alfonso Guerra también puede sumarse a la iniciativa, aunque quiere esperar para bajar al ruedo.
Desde el Grupo Prisa hasta RTVE, donde Sánchez ya ha nombrado a dos nuevos directores, la intención del presidente es poner a personas de máxima confianza al mando de esos medios, y “dar un toque de atención” a los demás. Mencionan diarios como La Razón, ABC y El Mundo. Con respecto a Prisa, las fuentes consultadas hablan de un plan que pasa por la división de Santillana del rotativo y la radio del grupo. En esa división, Santillana incorporaría la deuda.
Entre Zapatero y la UE
En la pugna entre los dos sectores socialistas, se encuentra también José Luis Rodríguez Zapatero. Su influencia sobre Sánchez es indiscutible. El propio Sánchez se encargó de fichar a personas afines a Zapatero a lo largo de sus mandatos para blindar su apoyo. “Cuando Zapatero ataca a González, lo hace en nombre de Sánchez”, resumen en el PSOE, donde aseguran que el expresidente del Ejecutivo estuvo detrás de la llegada de Delcy Rodríguez a Barajas. “Fue para hablar de dinero”, deslizan.
El terreno de juego para González y sus partidarios es doble. Por un lado, el de los medios. Por el otro, las empresas del Ibex 35. El gran capital español experimenta sensaciones confrontadas sobre la figura de Sánchez. Hay una corriente que ve conveniente que un Ejecutivo rojo-morado, con la connivencia de los sindicatos, se haga cargo de la crisis económica. Otros sectores alertan del impacto de medidas como subidas draconianas de impuestos (sobre todo para las empresas).
Las decisiones de la Unión Europea serán esenciales para Sánchez. En Moncloa y en los ministerios saben que llegará un ajuste duro, con subidas de impuestos y reformas estructurales en pensiones y empleo. Ante la llegada de una ola de malestar social, Sánchez quiere lanzar una ofensiva contra los grandes medios de comunicación para llegar a otoño con los apoyos cerrados.
Remodelación del Gobierno
Todas las miradas van de Madrid a Bruselas. Las empresas del Ibex 35 se encuentran en el medio de ese camino. Tanto Sánchez como González ejercen sus presiones para que actúen como palancas de uno u otro modelo de gobierno. González y las personas que actúan a su lado han decidido presionar para impulsar a Sánchez hacia el apoyo de Ciudadanos y la salida de Podemos.
El cálculo que manejan los felipistas es que las restricciones económicas impuestas por Bruselas forzarán la salida de Podemos. En el cuartel morado, sin embargo, no hay señales de una salida controlada del Ejecutivo. Iglesias y los suyos pelean y pelearán para mantenerse en él, incluso en el momento más dramático de la crisis.
Todos ven acercarse una remodelación del Ejecutivo en septiembre u octubre. Pero González quiere que esa remodelación sea la puerta de salida de Podemos. Sánchez de momento se resiste, centrado en la conquista de los medios de comunicación de cara a las curvas que, sin duda, llegarán en otoño. En lo económico, lo político y hasta lo mediático, el mes de septiembre será clave para el futuro del Gobierno.