-Tío, leí el otro día lo que escribiste sobre ¿Quién quiere casarse con mi madre?. Te pasaste un poco.
-Joder, yo creo que me quedé corto.
-Me pareció que era un artículo hiriente para los que vemos estos programas. La frivolidad en la tele tiene una función de entretenimiento.
-Creo que hay entretenimientos más saludables que observar a unas cuantas madres que buscan maromo con sus hijos como consejeros.
-¿Y qué es para ti el entretenimiento?
-Ver programas sobre el aniversario del asesinato de Kennedy me parece entretenido. Ver a esas madres o ver a Belén Esteban me parece una idiotez.
Y así siguió la conversación durante minutos y minutos aunque el acuerdo no era posible. Les cuento esto porque, curiosamente, es la misma cadena, Cuatro, la que en una semana nos ofrece los estrenos del programa burdo y fantasmagórico ya citado y de una superproducción sobre el crimen de Kennedy en Dallas, asesinato del que este sábado se cumplen cincuenta años. Paradójico. Del espacio en que se buscan parejas no merece la pena seguir hablando. En cuanto al magnicidio, la misma cadena emite Matar a Kennedy, dirigida por Ridley Scott y centrada en comparar los vaivenes vitales del presidente asesinado (interpretado por Rob Lowe) y de su supuesto asesino, Lee Harvey Oswald (Will Rothaar). Buena pinta y veremos el resultado.
También dos personajes, en este caso mujeres y con menos relevancia histórica, han protagonizado el momento de la semana en televisión. En Telecinco se produjo el reencuentro más esperado por los adictos al mando a distancia. Observar a Belén Esteban y Ana Rosa Quintana fundidas en un abrazo y conversando sobre Judas Tadeo no tiene precio. O, mejor dicho, tiene el precio que el espectador le ponga a su propia dignidad. La referencia bíblica fue una de las perlas de una entrevista jalonada de sandeces. Impagable diálogo, por momentos tierno y por momentos tenso, entre la reina de la pantalla y la ex de Jesulín, que anda concediendo entrevistas para presentar su libro Ambiciones y reflexiones (Espasa). Algunos compañeros nos han ahorrado sumergirnos en esa obra y han recogido las principales sordideces que regala esta mujer que ya definimos aquí como nuestra principal droga.
Otra adicción ineludible es la lotería de Navidad. Y la televisión e internet nos han zarandeado estos días con el estreno del vídeo promocional de este año. En esta osada pieza del director Pablo Berger todo es almíbar. Ni siquiera la indubitable belleza de Marta Sánchez sirve para salvar un spot destinado a la chanza por la atroz cursilería de la canción, la mera presencia de Bustamente, el peinado de Niña Pastori, la mirada exagerada de mi admiradísima Montserrat Caballé y el tarareo final del eterno Rafael. Aplaudimos, no obstante, esta idea de música híbrida. Con otra letra y los mismos artistas, el anuncio podría haber sido inolvidable.
Esta semana se celebró en Barcelona la gala de los Ondas, esos premios de Prisa que ejemplifican y honran el pluralismo. Proclamas y glamour a raudades, ya se imaginarán. También hemos celebrado el Día Mundial de la Televisión, que es una efeméride que carece de racionalidad. Para conmemorarlo, en Lainformación.com decidieron rescatar veinte vídeos que han marcado nuestra educación televisiva. Uno no sabe si reír o llorar al visionarlos. Y, en la batalla despiadada por las audiencias, lo más picante de la semana es que Buenafuente y su En el aire han arrancado con fuerza y, de momento, pueden con Jordi González y su Se enciende la noche.
También fue asombrosa la respuesta del público a la visita a Top chef de la madre de Chicote. Apareció por sorpresa y zas, un 21% de share. Aunque, para sorprendente, cómo se tituló en la web del diario Ideal este asunto: "La madre de Chicote revoluciona brutal la audiencia de Top chef'. Oigan, por muchas veces que lo releo, no acierto a entender si lo "brutal" es la audiencia, la señora o el propio programa. Un enorme misterio, como casi todo en la televisión. En estos tiempos sombríos de crisis nos quedan pocas certezas, es cierto, pero las que tenemos son sólidas. Sabemos que Oswald no mató a Kennedy, que Belén Esteban no ha escrito esa obra y que el programa Entre todos (TVE) debiera desaparecer cuanto antes de nuestras vidas. Pero, sobre todo, tenemos claro que era preferible el calvo de la lotería.