El uso de los métodos anticonceptivos sigue creciendo. Cada vez son más las personas que recurren a estos métodos con el fin de evitar embarazos o el contagio de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS). De hecho, este 2024 ha sido el año con mayor porcentaje de mujeres que utilizan anticonceptivos —la cifra más alta registrada por la Sociedad Española de Contracepción (SEC)—. Sin embargo, debajo de todo ello se oculta una realidad muy distinta, donde la efectividad es parcial y existen unos riesgos que pueden afectar a la salud de las mujeres.
La SEC muestra que el método más común es el preservativo. Su porcentaje de efectividad es muy alto —hasta el 98 %, según la OMS—, siempre y cuando el uso sea correcto. Sin embargo, eso tampoco garantiza una protección total frente al embarazo y la transmisión de ITS. La organización Planned Parenthood asegura que su efectividad real es del 87 %. Es decir, 13 de cada 100 personas se quedarían embarazadas cada año.
La enfermera de ginecología en la Unidad de Fertilidad de la Clínica Universidad de Navarra, Lourdes Durango, asegura que los preservativos transmiten una "falsa seguridad", especialmente en relación con las ITS. Los preservativos no protegen contra las enfermedades que se transmiten a través del contacto con la piel, como el herpes genital, la sífilis o el virus del papiloma humano (VPH). Sobre este último, la enfermera añade que puede producir cáncer de cuello uterino. En concreto, según la OMS, el 95% de este tipo de cáncer se debe a una infección persistente por VPH.
Durango comenta que esa sensación favorece a la promiscuidad, algo que acaba generando una mayor difusión de ITS: "Cuanta más promiscuidad haya, más se transmite". Además, relaciona este factor con la tendencia creciente de ITS. "Las infecciones de transmisión sexual van en aumento a pesar de que haya un mayor uso del preservativo", declara la enfermera de ginecología.
Un estado artificial en la mujer
El segundo método anticonceptivo más utilizado es la píldora del día después. En menor porcentaje, la encuesta también refleja el uso del dispositivo intrauterino (DIU) hormonal, el anillo vaginal, parches o inyecciones. Todos ellos métodos anticonceptivos hormonales, es decir, "utilizan hormonas para alterar el ciclo de la mujer", como apunta Durango. Cabe destacar que estos métodos no tienen efectividad a la hora de evitar ITS.
Frontiers es una editorial científica líder en el campo de la investigación y con una difusión mundial. En su artículo Women’s health, hormonal balance, and personal autonomy, publicado en junio de 2023, se abordan precisamente estos temas. En el documento se especifica que la anticoncepción hormonal supone "un estado artificial en la mujer" que provoca "cambios fisiológicos y psicológicos" en ella.
A lo largo del artículo, los autores destacan los principales efectos adversos de estos métodos, que chocan directamente con el "derecho a la salud sexual". Uno de ellos es el envejecimiento ovárico. El uso de estos métodos puede acelerar este proceso, dificultando los embarazos posteriores y la recuperación de la fertilidad tras su interrupción. También pueden provocar una "pérdida del deseo sexual y la libido, afectando a la vida sexual de la mujer".
El aumento de riesgo cardiovascular es otro de los efectos adversos reconocidos. Esto incluye trombosis venosas o arteriales, ictus cerebrales, infartos de miocardio e hipertensión. En el plano oncológico, diversos estudios también han relacionado los anticonceptivos hormonales con los cánceres de mama y cuello uterino. Esta es una de las cuestiones científicas más debatidas, ya que todavía no existe una evidencia absoluta. Incluso algunas investigaciones afirman que estos métodos pueden proteger de otros tipos de cáncer. Esto plantea un "dilema terapéutico" —destaca el artículo científico— que deberá resolverse con estudios completos.
Los anticonceptivos y la salud mental
Los métodos anticonceptivos hormonales también suponen un riesgo para la salud mental de las mujeres, con escenarios que abarcan desde cambios conductuales hasta intentos de suicidio. Entre dichas variaciones se encuentran trastornos afectivos y emocionales que pueden generar irritabilidad y afectar al estado de ánimo.
De hecho, un estudio de 2022 realizado en Finlandia relaciona el consumo de psicofármacos —antipsicóticos, ansiolíticos o antidepresivos, entre otros— con el uso de estos métodos. Las mujeres que habían recurrido a la anticoncepción hormonal tenían un riesgo "moderadamente superior" de consumir estos medicamentos frente a las que nunca habían utilizado dichos métodos.
De la misma forma, la anticoncepción hormonal también puede inducir depresión, especialmente en adolescentes de 12 a 19 años. Es decir, el consumo prematuro de anticonceptivos conlleva "graves riesgos para la salud mental de las mujeres, incluido el impacto en la afectividad de la adolescente y en sus futuras relaciones sexuales".
El riesgo más grave es el suicidio. Algunos estudios lo contradicen, aunque la investigación de Frontiers asegura que carecen de "un análisis longitudinal" y de técnicas estadísticas coherentes. Otros, sin embargo, sí que muestran una relación entre el consumo de anticonceptivos hormonales y los intentos de suicidio, también de manera especial entre las mujeres jóvenes.
Uno de ellos —realizado en Dinamarca durante 17 años— refleja que el consumo de anticonceptivos prolongado en el tiempo aumenta las probabilidades de suicidio. Después de siete años, el riesgo relativo de suicidio llega a ser un 30 % mayor frente a las mujeres que no consumen anticonceptivos hormonales.
Una realidad silenciada
Conocer estos efectos puede llevar a un catastrofismo equivocado que no defienden los estudios. Es decir, el consumo de anticonceptivos no equivale a sufrir estos riesgos, pero sí a un aumento de probabilidades relevante y que debe tenerse en cuenta.
La investigación de Frontiers observa que hay una falta de transparencia en relación con los efectos adversos de los anticonceptivos y critica la escasez de "normativas destinadas a proteger la salud de las mujeres". Destaca que estas desestimaciones hacen "caso omiso de criterios establecidos científicamente".
Lourdes Durango considera que esta desinformación es algo "muy llamativo" y hace pensar que "hay unos intereses detrás". Además, es una "irresponsabilidad", ya que vulnera los derechos de las mujeres. La falta de transparencia impide tomar decisiones informadas y libres sobre la vida sexual. Esto también pone en riesgo su salud física y mental.
"Siempre que se da un medicamento hay que informar al paciente de lo que está tomando y de qué efectos puede tener", declara la experta. Sin embargo, destaca que para muchos de estos anticonceptivos hormonales "no hace falta ninguna receta".
Incluso algunos de ellos, como la píldora anticonceptiva, se utilizan para solucionar "diversos problemas" que "realmente" no se resuelven, solo los "enmascara". Problemas de reglas abundantes o irregulares, de acné o para "tratar patologías que no están en su ficha técnica", entre otros.
Durango cuenta que una de sus pacientes llevaba "muchos años" tomando la píldora "porque no tenía la regla y era lo que le habían recetado". "En el último año, me comentaba que se encontraba mal y cansada", declara la enfermera. Tras hacer un estudio hormonal, han detectado las zonas alteradas y aplicado un tratamiento correcto: "Ella me decía: 'he vuelto a ser yo, me vuelvo a encontrar bien'".