Encontrar un artista cuya obra podamos encontrar, no ya a nuestro alrededor en edificios o esculturas, sino en aspectos tan cotidianos como vestidos o sellos de correos (y sí, hasta urinarios) es, no cabe duda, sorprendente. Y altamente motivador. Tal vez porque el lema que inspira a este genial austríaco, de que “la belleza es la panacea”, marca sobremanera la filosofía de alguien que, por jugar, juega con todos los elementos posibles: incluso con su, para nosotros, impronunciable nombre: Friedensreich Regentag Dunkelbunt Hundertwasser. Por supuesto, nació con un nombre mucho más sencillo como Friedrich Stowasser. Y luego hizo de él su primera obra.