El lenguaje gráfico del comic consigue enganchar a la lectura a muchas personas que jamás tomarían un libro o entre manos. Las viñetas pueden contener tan buen lenguaje político como los periódicos y no faltan quienes las utilizan como medio para acercarse a un público joven. Ese es el caso de Oxfam Intermón, que ha elegido el comic por su espíritu transformador y mágico.

El fogonero, que se publicó como libro independiente en 1913 y terminó siendo el primer capítulo de El desaparecido, la inacabada novela de Kafka, se edita ahora por Nódica y Cálamo con ilustraciones de Max y Toño Benavides.

Borja Montoro transmite paz. Sus pinceles se expresan a veces mejor que él. Pertenece a ese grupo de artistas que no por verse todos los días cansa a la audiencia. Sus retratos de señoras que van a la compra tienen la misma ironía que algún político vecino suyo. En el fondo le gustaría ser un azote de lo cotidiano, pero por ahora se confotrma con disfrutar del poco tiempo libre que le deja el oficio maldito de hacer cada día una nueva creación.

Paco Roca es un artista de lo cotidiano. Sus dibujos nos enseñan a ver en el lado gris de nuestras vidas con ese punto de acidez que dejan los menús del día en un polígono industrial. Es un genio moderno que ha hecho de la sencillez otra forma de poder encarar nuestro “código de supervivencia”